martes, 19 de marzo de 2013

PUERTO CASADO 3 (Un día cualquiera, continuación)





En Octubre de 1994  habíamos conseguido situar toda nuestra maquinaria en Puerto Casado e inmediatamente empezamos a preparar el terreno para sembrar la superficie que el tiempo y las circunstancias nos permitiese. La fecha de siembra normal de arroz en el Paraguay finaliza a mediados de Diciembre. Para esa fecha todavía no habíamos conseguido dar el primer pase de cultivo a las más o menos 50 has que queríamos sembrar.
Yo tenía total libertad para distribuir mi tiempo entre Paraguay y España y todos gastos eran por cuenta de la empresa, incluidos los viajes, pero cuando llego la Navidad, además de tener los trabajos muy retrasados, no me hice el ánimo de dejar a Juan, Pepe y Antonio solos en las primeras navidades que allí pasábamos y me quedé a celebrarlas con ellos.
También fueron esas  las primeras y únicas  navidades que yo he pasado fuera de mi hogar. La Noche Buena es una tracción sagrada para mi parte familiar granadina y Navidad es el día más importante del año para las reuniones familiares en Valencia.


Cena de Noche Buena de 1994
En la foto vemos a Marcial, con su impecable estilo sirviendo la mesa y junto con los cuatro arroceros teníamos: a mi derecha Francisco Díaz Calderara y Sra. y frente a mi, -semi-cortado en la foto-, a Juan Sosa. A mi izquierda, aunque no se ven, estaban sentados Hermosa y Vidal,- químico de la empresa-, y su segunda esposa. Comento esto porque Vidal tenía una hija que celebró ese año su puesta de largo, en Asunción. Y allí estaban las dos familias en perfecta armonía lo que me llamó bastante la atención y me agradó por la normalidad del trato entre ambas.
Como no podía ser de otra manera, celebramos la cena de Noche Buena como una comida familiar y al terminar fuimos a la Misa del Gallo. No recuerdo los años que hacía que no acudía a esa Misa tan especial, pero aquel cura me quitó las ganas de volver por larga y tediosa que la hizo. Fue un oficio  que me hacía recordar mis tiempos de niño, por la parafernalia alrededor de la Eucaristía. Me llamó la atención que delante de mi había un perro que se chupó toda la Misa sin moverse de los pies de su dueño. En cambio no vi. chanchos ni otros animales. Antes de la comunión, unos cuantos fieles,  se fueron levantando para dar gracias y pedirle al Señor  por alguien, algunos  confesaban sus "pecadillos", porque los gordos no se los contaban ni al Señor. Lo cierto es que pasada hora y media de reloj yo di por terminada la Misa, de forma particular, porque consideré que para dar ejemplo de acatamiento, como un nuevo líder del pueblo, ya era más que suficiente. Por esa razón volví un par de veces más a la iglesia a escuchar la Misa que oficiaba Pai Martín, antiguo salesiano como yo y que tuvimos el mismo director: Luis Valpuesta Cortés.
A pasar el fin de año, Pepe Sorrentino y yo nos fuimos a Asunción para conocer el ambiente que yo había vivido en el 92, que pasé la Navidad en casa y el fin de año en Paraguay. Esa noche le dijimos a Ñeca, la cocinera, que no nos esperara que cenaríamos en algún restaurante con ambiente. Haberlos los habría pero nosotros no pudimos encontrar ni uno. Yo pretendía cenar en el Hotel Guaraní y a las nueve ya estaba cerrado y nos dimos cuenta que era la tónica general en hoteles y restaurantes que no tenían organizado el Cotillón. Así que nos fuimos a casa y le pedimos a Ñeca que nos friera un poco de pollo, cenamos y nos acostamos a dormir como dos catetos decentes.


Además de los habituales en esta comida teníamos con nosotros al amigo Guerra. Situado entre Hermosa y Juan Sorrentino.


Esta comida fue en la casa que les cedió la empresa a Antonio, Pepe y Juan, que estaba justo a la entrada de la fábrica. La habían utilizado diversos jefes y directores de la fabricación de tanino. Era una de las mejores casa del pueblo y allí quedaron Juan y Pepe después que Antonio se fuera a vivir a otra casa, pues las relaciones entre ellos eran demasiado tensas. Antonio, ocupó por su cuenta, otra gran casa en la que se instaló y que yo sepa todavía sigue allí. Ni Casado S.A., ni los Moon, ni la Municipalidad han logrado que se vaya a vivir a otra casa que le habían adjudicado a su nueva compañera, Gilda, con la que vive desde muy poco después de llegar y con la que tiene dos hijos guapísimos. Por cierto que les ha puesto los mismos nombres que los dos hijos que tiene en España con su primera esposa. Me comentaba hace poco que el mayor, que ya tendrá 16 ó 17 años , tenía conocimientos avanzados de internet y espero que pronto lo pueda añadir en FB para tener contacto directo con ellos. Ese día, de la foto, teníamos un invitado muy especial en la mesa, Guerra, que había venido a vernos y estudiar si le interesaba sumarse al grupo para futuras ampliaciones. Por esas fechas tuvimos otra visita, uno de los hermanos Boixet, que también podía estar interesado. Con él nos pasó una anécdota curiosa y muy particular del Paraguay. Estábamos cenando frente al Pabellón de los héroes en un bar-restaurante, que sólo tiene barra para comer y donde se toma una sopa de pescado espectacular, y junto a nosotros había tres muchachas que nos miraban con atención y con las típicas sonrisitas de las chicas que te miran con buenos ojos. Yo, que estaba justo al lado de una de ellas, les pregunté de broma, quién era el que les gustaba y muy tranquilamente me dijo, -pues a mi amiga le gusta el rubio de los ojos claros y le encantaría tener un hijo con él. Tal vez os parezca raro, pero así ocurrió y realmente la mujer paraguaya, es distinta a las de  otros pueblos y costumbres. A muchas, les encanta tener un hijo, pero sin estar amarradas a un hombre, y lo eligen como vimos que hacían las indígenas maskoy entre los muchachos que le gustaban y mientras en nuestra sociedad, hasta ahora eso se veía con malos ojos, allá. la mujer soltera es tan respetada como la legalmente casada. ¡Como yo creo que debe de ser!
Para comprender esa mentalidad tan desinhibida hay que remontarse hasta finales del siglo XIX, cuando, tras perder la guerra contra la Triple Alianza, el Presidente de la Nación le encarga a la mujer paraguaya la misión de rehacer la población del pais, cuyo hambres habían sido masacrados por los brasileños con la anuencia de argentinos y uruguayos.
No había hombres para tomar esposo, sólo quedaban algunos tullidos capaces de procrear y así empezó la repoblación del Paraguay, formándose una sociedad libre de prejuicios y críticas destructivas, en ese asapecto.


Juan Sosa y Pepe Sorrentino


Esta era una de las mejores diversiones que podíamos permitíamos algunas tardes. Juan era un buen guitarrista y mejor "cantaor" Debo de tener por casa un casete grabado con sus canciones que hace tiempo que estamos buscando y no hemos podido localizar. Se lo regaló a Maricarmen uno de esos días que venía a comer con nosotros o pasaba la tarde charlando y tocando la guitarra. Murió unos años después que yo retornara a España y también faltó por esa época su hermano Ruben que era director de uno de los colegios de Puerto Casado. Dos personas de gran calidad humana, jóvenes, entregados a los demás y siempre alegres. Una pérdida irreparable que yo sentí mucho cuando me enteré, pues especialemente Juan era un amigo con el que compartía mis cuitas y los problemas que acarrea trabajar para una gran empresa que era como un mini-estado, con toda su burocracia, envidias, intrigas y donde se mezclaban buena gente con "mediocres, petimetres y cagamandurrios"


Gillermo, sus tres amigos norteamericanos y Alejandro Herrera, tornero y asador de carnes y pescados.

Aqui vemos a Alejandro, preparando una paella para nuestro amigo Guillermo Stuard y sus tres acompañantes norteamericanos. Aunque la foto es mala, en cambio, tiene la particularidad que es en la única fotografía que tengo donde se puede ver el "artilugio" que le mandé construir a Alejandro para poder hacer las paellas con comodidad.
Había tenido que cocinar dos paellas en la Casa Directorio de Asunción y pocas veces he pasado más calor en mi vida. Que no era solo calor, sino que el fuego del asador de carne, abierto más de un metro y sin protección, es absolutamente nefasto para hacer una paella, puesto que la paella necesita un continuo cuidado en los sofritos. Colocado junto a ella pues tampoco tenía una paleta de mango largo,  al incio que debe tener un fuego fuerte, era imposible soportar el calor y por eso construí un aparato que, además de paliar las molestias del viento en campo abierto, permite tener el fuego fuerte pero acercarme a la paellera por la parte que está cerrado y llega calor, pero soportable.
El invento para hacer las paellas es muy sencillo y os lo explico porque para guisar algo en zonas abiertas es muy práctico. Se trata de cortar un bidón metálico de 200 litros por la mitad. En la parte inferior se le sueldan cuatro patas para conseguir la altura deseada. Unos diez centímetros del suelo del bidón se le coloca una rejilla, donde posteriormente colocaremos la madera y entre la rejilla y el suelo hay que dejar una gran abertura, para entrada de aire y  por donde poder extraer la ceniza. Por encima de la rejilla, donde podremos colocar la madera, se abre otra abertura por donde podremos manejar la intensidad del fuego mientras está la paellera colocada encima. Para mantener la paellera se sueldan tres o cuatro pletinas que cubran casi hasta el centro con idea de que se puedan colocar paelleras de distinto tamaño, incluso ollas más pequeñas.


Con Carmen la esposa de Pepe Sorrentino

Carmen, era entonces la esposa de Pepe Sorrentino, hoy han decidido tomar caminos independientes. Carmen es una mujer de una calidad humana excepcional y que estaba muy enamorada de su marido desde que eran dos niños. Pero a Pepe Sorrentino la Isla Mayor se le había quedado pequeña y empezó a buscar tierras para arroz en Africa, junto a su hermano Juan y Antonio Meseguer hasta que se enteraron del proyecto promovido por Pedro Beca y vinieron a ofrecerse para intentar hacer las américas. Cuando regresamos a España Pepe estaba muy ligado a Paraguay y volvió varias veces hasta que se separaron y se quedó alli, con su hija paraguaya.
Que yo recuerde tiene tres hijos de los cuales uno, Juan Carlos, estuvo la última siembra en Puerto Casado. Como era un chaval noble, alto y bien parecido, el éxito entre la juventud femenina casadeña era espectacular. No puedo contar mucho más porque normalmente nuestros horarios de paseo no coincidían y además casi siempre salía con su padre, mano a mano. Lo cierto es que  todavía hay muchachas, hoy ya mujeres, que me preguntan por Juan Carlos, a través de FB, ya que la página que creé de Amigos de Puerto Casado, para darles acceso a mis fotos del Chaco, ha permitido ponerme en contacto con mucha gente a la que hace muchos años no veía y de vez en cuando agrego alguno más.
Como anécdota debo destacar el día que Maricarmen y yo habíamos salido a tomar una cerveza, antes de la cena, al bar que solía ir, antiguo cine de verano, que resultaba un sitio agradable ya que nos sentábamos, en lo que antes  era, el patio de butacas que por lo menos estaba hormigonado. Había muchos  otros sitios fuera, pero sólo utilizables cuando no había llovido, pues el suelo era de tierra y en las primeras gotas se volvía primero resbaladizo, después intransitable. Pues aquel día, sentadas junto nuestra mesa, había tres preciosas chicas casadeñas, riendo y charlando, casi todo en guaraní y entró Juan Carlos por la puerta de la calle que estaba a pocos metros de nosotros. Cuando lo vio, una de las chicas, exclamó, ¡Me lo comía enterito!  en perfecto castellano que Mary escuchó perfectamente, un poco escandalizada. Le tuve que explicar que eso jamás me había ocurrido a mí, pues tenía treinta años más que el  y la verdad, no le hacía sombra. Mary se quedó un poco escamada, pero me creyó.
Tal vez al leer esto el lector piense que la mujer paraguaya es así de agresiva. Pero estoy dando de ella una imagen que no es real por eso quiero aclarar, que lo que dijo aquella chica lo escuchamos nosotros pero no Juan Carlos, por lo  que aunque parezcan muy liberales, en cambio, son muy prudentes, introvertidas y poco dadas a exteriorizar sus sentimientos. Prefieren que la iniciativa la lleve el hombre. Pero tampoco me tenéis que creer mucho en este tema ya que no soy un experto conocedor de la mentalidad femenina paraguaya, ni de ningún otro país.


Caracol acuático del Chaco

Muchas noches, durante su estancia en Puerto Casado, fui a cenar a casa de Pepe Sorrentino  y Carmen. Teníamos la costumbre de cenar temprano por lo que de 8.30 a 9, que ya habíamos terminado yo solía decir, -me voy a mariscar un ratito-, y me iba al antiguo cine a tomarme mi wisky medicinal, ritual obligatorio, antes de acostarme. Al siguiente día me preguntaba Carmen -¿pescaste algo anoche? y yo le repartía invariablemente, -a las diez ya había mariscado bastante, mañana más.
He escogido la foto del caracol acuático del Chaco que llaman allí; jatyta y que es una especie de caracol bastante común en el Chaco de hábitos más acuáticos que otras especies chaqueñas y que teníamos muchos en el arrozal. Su color es marrón obscuro y su cuerpo redondeado parecido al de nuestras cabrillas pero con una tapa protectora y una textura parecida a la de nuestras cañaillas. Se ven montones de cáscaras bajo los nidos del Hornero que los come en su nido y amontona las cáscaras en la base de los palos donde suele construir su casa, que por cierto allí llegan a tener varios pisos de altura con unos nidos unidos a otros como las casitas adosadas. Una de esas cáscaras, la más grande que vi se la traje a mi suegro para que los viera y era del tamaño aproximado de una taza de desayuno de unos 8 ó 9 centímetros de diámetro.
Pues ese caracol me gustaba muchísimo y Carmen nos lo preparaba como hacemos aquí en Isla Mayor los cangrejos de río, con una salsita con tomate, cebolla, vino y alguna guindilla picante (aji), más el secreto especial de cada uno. Después de comerlo varias veces, alguien nos aguó el invento. Nos dijo: los indigenas afirman que el come esos caracoles puede volverse loco. Tras investigar un poco comprobé que si, que era portador de un virus que podía afectar al cerebro. Aforunadamente, tras la muerte del caracol. al cocinarlo, muere el virus y por lo tanto no existe el peligro de contaminación virásica. Pero ¿y si no era virus y era alguna otra bacteria resistente a la coción? Por si acaso no lo volvimos a comer y es una pena pues era realmente delicioso, especialemente en aquel lugar mediterráneo, situado a mil kilómetros del mar más cercano, las variedades culinarias son muchos más limitadas que las nuestras.


Langosta azul autraliana, cuadricarinatus.

Esta  langosta de agua dulce importada desde Australia es una de las miles de especies de cangrejos que existen. Después de mucho buscar en libros especializados llegué a la conclusión que era el Cuadricarinatus, con un gran parecido al cangrejo de agua dulce, importado del Mississippi, del que "disfrutamos en la Isla Mayor", aunque este chaqueño, tiene las patas azules, su desarrollo es dos o tres veces mayor, en peso, y su calidad culinaria también tiene una diferencia notable sobre el nuestro.
Realmente yo lo disfruté bastante, pues aunque era un producto vetado para nuestro consumo interno, yo, que sabía que comer los los más grandes no era disminuir su reproducción, sino todo lo contrario, -puesto que el cangrejo es caníbal y se come a sus hermanos o padres, cuando éstos cambian su caparazón, y si es el grande se puede comer a cuarenta de los chicos mientras que cuando los chicos pillan al grande en la muda, con uno, se satisfacen unos pocos-. Pero a pesar de ello la pesca estaba limitada a los grandes acontecimientos y sólo los comíamos de vez en cuando. Afortunadamente a los casadeños les daba repugnancia comerse aquel bicho, por lo que si se reproducía lentamente era por otra causa distinta a la sobre-explotación.


Con Nielsen en el criadero de langostas.

Al frente de la astacifactoria habían puesto a un experto italiano que controlaba toda la reproducción de la langosta desde su introducción que debió ser en el 1990, por el tamaño que tenían los más grandes cuando llegué por primera vez a Puerto Casado en el 92. Había algunos que superaban los 150 gramos y que estaba totalmente prohibido pescarlos pues los consideraban los artífices de la reproducción. Aquel experto italiano sabía menos que yo de cangrejos, que no soy ningún experto en el tema, fueran del continente que fueran, pero yo los estaba soportando los últimos 15 años y aunque eran especies distintas, al final eran cangrejos los dos, cangrejos de cola larga y agua dulce.
Según los cálculos del director de la expoliación e mediados del 95, que ya había en marcha más de veinte balsas de multiplicación, debidamente valladas, -para evitar la entrada de yacarés-, bien oxigenadas, con sus aparatos de batir el agua y con la alimentación regulada con el pienso de los pollos más una pequeña especie de anguila que allí llaman, morenitas, la producción era ya suficientemente estable para empezar a comercializar e ir creando una cuota de mercado, que en Asunción, donde reitero que no hay cultura marisquera, sería difícil de incrementar.
No recuerdo muy bien en que fecha exacta fue cuando empecé la comercialización de la langosta, pero tenía que ser en algún momento en el que todo estaba en marcha y yo podía despistarme de vez en cuando. Empecé a vender langostas a los restaurantes que sabía podían ser clientes potenciales y que yo conocía precisamente porque los había buscado para encontrar marisco y no eran muchos. Pero teníamos a todos los japoneses, chinos y pocos más que tuvieran marisco,-congelado-, en su carta. 
Claro que yo jugaba con ventaja, era el único marisco fresco que podía llegar vivo al restaurante, ya que tras pescarlos le amarrábamos  sus pinza con una fuerte goma y los metíamos en cajas de madera llenas de camalotes frescos y los enviábamos por avión, con lo que llegaban todos bien vivitos. Aquello fue  un éxito que en pocas semanas terminó con las existencias de cangrejos comercializables y con el "rrollo macabeo que se traía el técnico italiano" La cruda realidad no tenía nada que ver con los informes que presentaba a los directores. Una más de las muchas mentiras que tenían que soportar de los burócratas, que se dedicaban a hacer informes inventados y a joder a todo el personal que no estaba a su favor, y que terminaban quitándolo de en medio y cuando se descubría su ineficacia era ya tarde. Me quedan muchos amigos en Puerto Casado que pueden contar tristes historias de estos tipos chaqueteros y lameculos.
Tras el fiasco de las ventas que tuvimos que parar, en pleno auge, los directores expulsaron al super-técnico y nombraron director a Nielsen, que fue su ayudante desde el inicio. Después de venirme no se cómo evolucionó ese proyecto, lo que si sé es que cuando compró la secta Moon toda la finca con las instalaciones y máquinas de la empresa Casado, S.A., fue de las primeras cosas que eliminaron y me dio  más pena que quitasen la astacifactoría que conviertiesen el arrozal en eucaliptar. Cuando yo estaba alli, me daba más confianza conseguir un buen proyecto de langosta que llevar a cabo el arroz orgánico, sin fondos operativos. Pero tenía una enorme duda y por eso nunca intenté meter baza en ese asunto. Para que aquello funcionase, había que sacar aquel cangrejo de las balsa y llevarlo al arrozal y esto conlleva un peligro ambiental que podría ser más o menos grave, pero a mi no me parece correcto traspasar especies de Continente, ni siquiera de su hábitat natural, dentro del propio país y por esa razón no intenté que ese cangrejo traspasara las alambradas de que estaba rodeado. A lo mejor tras su abandono ya se ha extendido por la zona y el Medio lo ha absorbido y asimilado creando una nueva especie que es beneficiosa. Por lo menos buenos al paladar, si que están.



Paella con la embajadora Ansorena. La 1ª en el Chaco



La paella es uno de los platos más universales entre todos los que se cocinan, por lo que afirmar que ésta es la 1ª paella del Chaco, parece una temeridad, suponiendo que  alguien ya habrá hecho allá muchas paellas, claro que lo que llaman paellas por el resto del mundo se refiere arroz seco en un caldero plano. Al margen del derecho de cada uno a denominar su plato como le parezca, para los valencianos donde tiene su origen esta comida internacional,  sin embargo, este plato tiene unas limitaciones en cuanto a lo que acepta una paella para ser considerada como tal. Hay millones de maneras de preparar el arroz y todas pueden ser buenas y aunque no hay normas para que un arroz sea una paella de tipo valenciano, hay ciertos ingredientes no acptados. Por ejemplo y de una forma expeditiva: no se debe hacer una paella con ají y pimienta negra. Recuerdo una que hice, por error, con pimentón picante y el arroz eataba bueno pero parecía estábamos comiendo chorizo en lugar de paella.
Cuando nace la paella, en la huerta valenciana hace ya muchos siglos, se hacía con la carne, el arroz y las verduras que tenían a mano. También algunos le añadían caracoles. Lo habitual es pollo, cerdo y conejo y las verduras , ajo, pimiento, tomate y habichuelas de distintas especies. También es habitual usar un poco de pimentón dulce. Más tarde nace la paella mixta, donde a todo lo anterior se añade algo de choco en el sofrito y para rematar se colocan gambas, langostinos o carabineros en la parte superior  del arroz una vez ya bien distribuido. 
A esto nos referimos cuando decimos que esa sería la 1ª del Chaco, puesto, que sepamos, eramos los primeros valencianos que nos metíamos allá a cocineros. La paella la hizo Francisco Ordoñez y no fue ni mucho menos una de las mejores de su vida, puesto que había demasiados variables. Lo mismo me ocurrió a mi cuando hice allí mi primera paella en Paraguay. Sólo después de oler su aroma y probarla dije que aquel arroz guisado era una paella, porque tiene un olor y sabor característico, lo que no quiere decir  que sea mejor ni peor que otros arroces.



Parrillada en Puerto Casado.

La preparación de parrilladas multitudinarias fueron una constante en los dos años que pasamos en el Chaco. Cualquier celebración del pueblo era motivo para que la empresa, representada en esto por Hermosa, ordenaba matar dos o tres vaquillonas y preparaban estos asado para todos los habitantes del pueblos, maskoy, parguayos y visitantes de cualquier parte del mundo.
Concrétamente ésta, con otros fuegos y parrilas en otros sitios cercanos, fue el dia que se celebró el Centenario  de Puerto Casado y además de colocar una placa de bronce sobre un tocón de quebracho, a la entreada de la fábrica,- que por cierto comentan en FB que ha desaparecido-, hubo otros actos festivos sobre los que ya hemos hablado en otros capítulos.
Además de estos festejos populares, nosotros teníamos a Alejandro Herrera que siempre estaba deseando que hubiese cualquier escusa para preparar un pacú asado o una parrillada para nosotros y nuestros invitados particulares o de la empresa.
Los fines de semana, con buen tiempo y poca faena o hacíamos alguna actividad extra, o nos aburríamos como ostras. Yo recuerdo un par de veces que aproveché para hacerles una paella mis peones maskoy que vivían en el km 11.

Con la periodista del diario Noticias

Esta foto se hizo en los primeros días de nuestra estancia en Puerto Casado. La chica que nos acompaña es una redactora del Diario Noticias que había viajado a Casado para hacernos un reportaje sobre el proyecto que publicó el periódico unos días después.
En estos días también recuerdo que la empresa había preparado un acto multitudinario para explicarle a los vecinos el proyecto de arroz que íbamos a iniciar.
Montaron una especie de enorme tarima, en una explanada donde anteriormente había un edificio público, que un vendaval se llevó a ras de cimientos, y que más tarde utilizamos para secadero de arroz. En la tarima, de unos dos metros de altura, subieron los directores, Luis y Ángel Cavanagh y su primo Diego León, con sus respectivas esposas, los gerentes Chilelli y Oeyen y yo. Angel y Luis intervinieron explicando las diversas iniciativas de la empresa y a mi me habían encargado explicar en qué consistía el proyecto de arroz orgánico y cuál iba a ser la repercusión en el trabajo para el pueblo.
Durante el discurso recuerdo que pasé un mal rato cuando bajo nuestro catafalco presidencial se incició una violenta pelea, imagino que sería entre partidarios y detractores de la empresa. Pusieron en serio peligro nuestra integridad física pero el andamio-platea resistió y yo continué con mi discurso como si nada  estuviese ocurriendo. Al final alguien dijo que lo que tenían que hacer era darles las tierras, a lo que contesté, que mi misión era prepararlas y poner en marcha el proyecto y que estaba acostumbrado a comprar mi tierra y no a que me la regalaran. Sí se podía pensar en la manera de conseguir un acceso a la propiedad de la tierra mediante unas condiciones de pago asequibles al pequeño agricultor y con una valoración razonable de acuerdo con la inversión.
Al final de la charla, Ángel hizo subir a Maricarmen, que también estaba allí. Y una vez finalizado el acto nos fuimos a cenar a la casa directorio y al terminar el grupo musical formado por aficionados, la mayor parte trabajadores de la fábrica, amenizó el resto de la noche ya que realmente formaban un conjunto de música folclórica muy agradable y que era otro de los mejores entretenimiento a los que podíamos aspirar.


Pepito con los niños maskoy del km 11


Al margen de los tres o cuatro sustos de muerte que pasamos por causa de las serpientes, aquellos tres meses que Pepito pasó con Maricarmen y conmigo en Paraguay fueron de los más agradables de mi vida. Siempre que era posible lo llevaba conmigo y él se lo pasaba estupendamente. Subía detrás en la camioneta y se divertía con los burros que estaban siempre en medio de la calle y los empujaba, suavemente, con el morro del coche hasta quitarlos del centro del camino y eso le hacía reir desaforadamente,  ya que los burros se dejaban empujar en lugar de quitarse del camino cuando el coche se acercaba.
En el enlace que sigue se pueden seguir las aventuras de Pepito en el Chaco. Basta subrayar, copiar y pegar en google.

http://pepehermano.blogspot.com.es/2012/05/la-aventura-del-chaco-paraguayo1-pepe.html

En la foto, Pepito,  está con el grupo de niños maskoy a los que había encargado buscar el saltamonte chaqueño que me había pedido mi hija María del Mar que estaba haciendo un curso de capacitación agraria en el Cortijo de Cuarto donde obtuvo el título de Capataz agrícola. Como les había prometido mil guaraníes por cada langosta el primer día les pagué las ocho o diez que habían capturado y le dije que no me hacían falta más. Cuando aquel saltamontes llegó al Cottijo de Cuarto dejó a todos sorprendidos pues nunca  habían visto un ejemplar  tan grande. 


Con Chacho y los mecánicos tomando tereré

Una de las costumbres que más extrañan a  los neófitos europeos en el Paraguay es el ritual que se crea alrededor del tereré. El tereré que es una infusión fría de hierba mate, -mezclada a su vez con infinidad de hierbas medicinales de acuerdo con las necesidades de cada uno o en el caso de tomarlo, en una ronda, chupando todos de la misma bombilla, le añaden algún yuyo de carácter benéfico general y esta es una bebida equivalente al mate argentino, que es igual pero con agua caliente caliente, y a nuestro café o al thé de otros pueblos. 
Pero el tereré es algo más que un thé o un café, es una forma de rehidratación que les ha creado dependencia a la mayoría de los paraguayos, de forma que los puedes reconocer por  Europa, USA o Australia por ir a todos lados con su termo de agua fría, su guampa y su bombilla. Es una magnífica costumbre pero que a veces es usada como escusa para distraerse durante el trabajo.
Este era un tema que me llamó mucho la atención cuando visité la fábrica y veía a grandes grupos de peones que iban doblando las esquinas opuestas a donde nosotros íbamos pasando y siempre con la guampa en las manos. Más tarde comprendí que la mayoría de esos peones no tenían nada productivo que hacer. La empresa los empleaba para que el pueblo tuviese algún tipo de ingreso y por esa razón los iba rotando y era una especie de pago por mantener la paz social, por nadie admitido, pero que yo reconocí al recordar el subsidio agrario en mi entorno andaluz.
Pero en el caso de la foto, donde está mi amigo Chacho y el resto de mecánicos de la motorizada, estaban tomando el tereré, durante su tiempo de desayuno, ya que ellos sí tenían siempre bastante trabajo, al contrario de los que antes mencionaba rondando por los alrededores que, aparte de rozar algún yuyo o realizar algunos arreglos circunstanciales, nada tenían que hacer.

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