miércoles, 25 de julio de 2012

PROYECTO ARROCERO EN PARAGUAY (2) Breve Reseña Histórica del Paraguay Moderno

Dos veces intentamos entrar a ver el campo del BEX y las carreteras no lo permitieron.

El primer viaje promovido por P. Beca para estudiar las posibilidades de realizar un proyecto de arroz en las tierras de Puerto Casado y que tras inspeccionar aquellas tierras vírgenes, con gran cantidad de árboles y enormes desniveles, no me pareció que allí fuera interesante llevar a cabo ese gran proyecto arrocero, ni siquiera una mínima experiencia de diez o doce hectáreas, como habíamos previsto en el último acuerdo del grupo comprometido durante el primer viaje. Pero cuando ya se fueron los otros compañeros de viaje, Eugenio y Federico, en lugar de volver al pueblo para concretar con Hermosa el lugar de la experiencia, decidí realizar un informe donde dejaba meridianamente claro las dificultades del proyecto en Puerto Casado y la situación de inferioridad técnica que aquel lugar presentaba frente a las ventajas de las tierras situadas en la cuenca del río Tebicuary.
Mientras tanto a P. Beca le había llegado una información muy interesante: el Banco Exterior de España en Paraguay tenía una finca de unas 20.000 hectáreas cerca de la capital, con un acceso medianamente bueno -hablando de Paraguay-, y que tenía intención de venderlas “lo antes posible”. Como Beca había leído mis informes del primer viaje y conocía las grandes posibilidades  de llevar a cabo un proyecto arrocero en esa zona, me pidió que realizara un segundo viaje para ver la finca y realizar un pre-estudio de viabilidad. El viaje debía de ser rápido y efectivo,  ya que el banco tenía muchas ganas de quitarse de encima ese “lastre”, y pretendía aprovechar la primera oferta seria que se le presentase. Así que había llegado de Paraguay en Noviembre y el segundo día de Navidad estaba de nuevo viajando a este precioso país.
El vuelo fue normal, si normal le llamamos a pasar media noche dando saltos y “zamarreones”, pero por aquella época yo era ya un experto viajero y antes de despegar vi cuatro asientos vacíos, una fila central trasera del 747, así que rápidamente me cambié de sitio, me acosté a todo lo largo de los asientos, una vez en el aire, y antes de que autorizaran quitarnos los cinturones. Eso se podía hacer alguna que otra vez en los años 90, pero ya en este siglo la masificación de los vuelos internacionales es tal y el “personal” está tan espabilado que no hay forma de pillar una tira vacía para darte un viaje de primera, pagando turista.

Hall del Hotel Guaraní, Obra de Oscar Niemeyer, el arquitecto que diseñó Brasilia.

Tras 23 horas de viaje y 14:30 horas de vuelo, llegué a Asunción y nuevamente me alojé en el hotel Guaraní que, como podéis ver, tiene un hall precioso, diseñado por Oscar Niemeyer y que está ubicado en el Centro Histórico de la capital. Para salir por la noche no recomendaría el sitio, sin embargo, para la misión que llevaba en este viaje, de hablar con el BEX, a menos de cien metros y con los ministerios de Agricultura y de Exteriores, estaba situado en el lugar ideal. Este hotel propiedad del IPS, -Instituto de Previsión Social, con el único Casino de Juego de la ciudad-, ha estado cerrado durante varios años por no tener empresas interesadas en asumir el valor de la remodelación. Ahora está nuevamente abierto y he vuelto a alojarme este año, -2012-, con la ventaja de que el nuevo director, Juan Sperati es un buen amigo y siempre es agradable  tener “enchufe” en los hoteles ya que así no se molestan si uno anda dando vuelta por allí, pidiendo un café, una hora antes de que abran el restaurante, que suele ser mi problema en todos los hoteles donde me hospedo.

Oscar y su esposa Ana Iris Chavez, en la entrada, sin puertas, de la casa familiar.

Después de la siesta fui a ver a mi amigo Oscar Ferreiro y a su esposa Ana Iris para llevarles  un regalito, cerámica sevillana, que Maricarmen les había comprado. Los encontré en casa de un amigo comentando la última peripecia de Oscar. El Gobierno Sur-Coreano lo había invitado a un certamen de poesía, no recuerdo los detalles, y al pasar la aduana fue retenido por un error informático. Existía una orden contra Oscar Ferreiro (en realidad era Ferreira como se aclaró al día siguiente) por la emisión de un cheque sin fondos. No fue llevado a dependencias policiales porque el comisario jefe era amigo suyo, pero tuvo que pasar toda la noche sentado en el sillón de su despacho y perdió el avión a Seúl que no pudo realizar hasta la salida del próximo vuelo.
Este Domingo, 27 de diciembre de 1992, se celebraron las elecciones a la presidencia del Partido Colorado -entonces partido mayoritario del país- que, en realidad, lo que se juega hoy aquí es la próxima Presidencia del Estado Paraguayo, ya que el candidato a presidente presentado por el Partido Colorado será, con total seguridad, elegido Presidente de la Nación.. A pesar de la poca experiencia electoral, ya que la democracia se inicia tras el golpe de estado del 1989, el ambiente en las votaciones lo he visto tan normal como en un país con mucha tradición democrática. Sin embargo, en las altas esferas esta normalidad no es tal. El resultado de las elecciones publicado en la prensa en la mañana del lunes daba la victoria a Argaña sobre Wasmosy, por una amplia mayoría de 6 ó 7 puntos porcentuales. Como el resultado no era del agrado del Sr. Lino Oviedo y de algún que otro capitoste, por considerar a Argaña un hombre de Stroessner, trasladó las urnas a la División de Caballería –refugio de los tanques en Paraguay-, y repitió el recuento de papeletas, dando un resultado exactamente igual, aunque al contrario, por lo que la Junta electoral Central del Partido Colorado declara vencedor a Wasmosy, quien efectivamente salió elegido presidente de la nación en las siguientes elecciones.
En aquella ocasión tuve clarísimo que era  un golpe de Estado camuflado pero no se aclaró hasta hace un par de años, cuando uno de los que intervinieron, Calé Galaverna, lo reconoció públicamente, con la tranquilidad más absoluta y sin ninguna repercusión posterior para nadie. En la práctica estas manipulaciones  partidarias no afectaban al proyecto pues la política a seguir será la misma sea quien sea el presidente, -entre estos dos candidatos-, porque son del mismo partido y ambos son empresarios y ganaderos.

Breve reseña histórica del Paraguay Moderno.


Esta era la superficie ocupada por el Gran Paraguay, que con repartos de tratados,
guerras y latrocinios queda reducido amenos de la mitad.

La República del Paraguay nace con la declaración de Independencia de España de 1812. Siguiendo la línea de las demás colonias sudamericanas -independizadas de España, aprovechando la decadencia de la Metrópoli, que tenía sus propios problemas de supervivencia por la ocupación francesa-. El Paraguay expulsa al Gobernador español, Velasco, y a su vez declara también su independencia de Argentina que la consideraba como una de sus provincias.
La anarquía subsiguiente obliga a los empresarios y terratenientes a buscar un líder que mantenga la paz y el orden interior y todo el poder político y militar recae sobre Gaspar Rodríguez de Francia, que inmediatamente se convierte en Dictador y cuyas tropelías fueron denunciadas en la obra del Premio Nobel, Roa Bastos, “Yo El Supremo”. A pesar de su indudable valor histórico y literario confieso no haber podido terminar su lectura, por una prosa a mi juicio enrevesada. Otro tanto me ocurrió, en su momento, con nuestro magistral Don Quijote de la Mancha, con dos infructuosos intentos de ponerle fin.
Tras esta dictadura que encierra a Paraguay en su propia frontera, quedando como cortijo privado del dictador y de sus cercanos acólitos, le suceden Los López, padre e hijo, que más paternalistas que Francia, no por ello dejan de ser dictadores. Carlos Antonio López fomenta una política económica estatal, controlando las únicas fuentes de riqueza paraguayas: la carne, la hierba mate y las maderas nobles. Además desarrolla una incipiente modernización de la industria, llegando a ser el país un buen productor de acero, ferrocarriles y algún armamento.  El Presidente envía a su hijo, Francisco Solano López a formarse en Francia, con la idea de que absorba cultura, técnicas, educación militar y política. Francisco convive con una época colonialista francesa y coincide con Napoleón III al que quiere emular una vez en Sudamérica, así crea un pequeño pero bien formado ejército, sin lugar a dudas el mejor de Sudamérica. Al partir de Francia rumbo a casa trae consigo una cañonera, mostrando ya que no pensaba dejarse avasallar por los países periféricos, mucho más poderosos que el suyo. Una serie de desaciertos políticos, -ayuda a una facción uruguaya para tomar el poder en el país-, se  le vuelven en contra y desencadena  la Guerra de la Triple Alianza. Esta contienda fue más una “masacre” y un “latrocinio” a la integridad territorial de Paraguay que una guerra tradicional con vencedores y vencidos. Aquí sólo hubo vencedores y muertos. Ni siquiera Atila dejó a ningún pueblo tan aniquilado como brasileños y argentinos dejaron a los paraguayos. No quedó vivo ni un solo varón -exceptuando los tullidos, los niños y los ancianos- de la población masculina paraguaya, masacrada en un 80 por ciento. Ante tan drástica disminución de la población, el nuevo presidente, exhortó  a las mujeres en edad de procrear a repoblar el país y se crearon unas cartillas, donde cada mujer controlaba los días óptimos de fertilidad a fin de cohabitar con los pocos hombres capaces de embarazarlas.
Todavía no se había recuperado Paraguay de esta devastadora masacre cuando se vio envuelta en otra terrible contienda, la guerra del Chaco, que se llevó la vida de otros cincuenta mil jóvenes paraguayos. La Guerra del Chaco sirvió para fijar definitivamente el territorio paraguayo, exento de usurpación por parte de brasileños y argentinos, y que con la mediación Norte-Americana se le concedieron tres cuartas partes del territorio en litigio con Bolivia. Sobre esta guerra hemos tratado más ampliamente en el capítulo anterior dedicado a Carlos Casado del Alisal. (….) 
Tras la nueva y devastadora guerra el país queda totalmente arruinado y los gobiernos son incapaces de controlarlo ni política ni económicamente, por lo que se suceden sus gobernantes a una velocidad vertiginosa, hasta que un golpe de estado del general Gustavo Stroessner, en 1954, termina con estas alternancias -más o menos manipuladas por el ejército y las grandes familias- y se mantiene en el poder hasta que su consuegro, Andrés Rodríguez, general en jefe del Ejército, lo derroca y tras una cruenta batalla en la que mueren unas cien personas, lo extradita a Brasil, donde termina sus días apaciblemente.
El nuevo Presidente golpista, convoca elecciones democráticas a los tres meses de ocupar el poder, dando libertades desconocidas hasta entonces: la libertad de prensa y la partidaria. Todos los partidos políticos, excepto el comunista, fueron legalizados y autorizados a participar en las elecciones. Andrés Rodríguez, que se presentó a presidente por el Partido Colorado las ganó con más de 75% de los votos. Lógicamente los partidos no habían teniendo tiempo de estructurarse y crear un estado de opinión por lo que realmente las primeras elecciones libres y democráticas son las que empezaron el 27 de Diciembre de 1992 con la elección partidaria del Presidente del Partido Colorado, Juan Carlos Wasmosy;  quien al año siguiente se presentaría a la presidencia de la nación, ganándolas por amplia mayoría y que casualmente pude presenciar y tomar mis propias conclusiones. Pero como ya he comentado estos resultados eran fraudulentos, -desde su inicio-, porque nuevamente había intervenido el ejército en la elección del presidente del partido Colorado. Lino Oviedo había hecho con su amigo Wasmosy como el Cid con su joven amigo el príncipe Sancho, después Rey: ni quito ni pongo Rey pero ayudo a mi señor, y les dio la vuelta a los contendientes quedando Sancho arriba. Se llevó las urnas a la División de Caballería y le dio la vuelta al resultado.
Desde entonces Paraguay ha tenido seis presidentes:  Wasmosy, Raúl Cubas, Luis Ángel González Machi, Nicanor Duarte, Fernando Lugo y tras su destitución, este año 2012, Federico Franco. Ha sufrido tres golpes de estado, de los cuales he presenciado dos y ha padecido un magnicidio, ya que el Vicepresidente de Raúl Cubas, Luis María Argaña, fue asesinado a menos de cien metros de la oficina de Carlos Casado S.A. donde yo solía reunirme, aunque tanto en este atentado como en el primer golpe de estado yo, -no estaba en la capital en esos momentos,- estaba en Puerto Casado. Durante esos  dos primeros golpes, atribuidos a Lino Oviedo, estuve en el Paraguay  casualmente, entrando al País en ambas ocasiones, una semana antes del golpe y saliendo una semana después.
El primero de ellos fue un golpe de estado de “vodevil”. Wasmosy era presidente gracias a la fraudulenta maniobra de Lino Oviedo, que había cambiado descaradamente el resultado de las elecciones partidarias. Su relación personal era tan estrecha que se extendía incluso a la familia. Los hijos de ambos, estudiantes en Nueva York, compartían apartamento. Pero al poco tiempo de asumir el cargo presidencial, Wasmosy lo destituye de la responsabilidad de Comandante en jefe del ejército, porque se temía una asonada al quitarle una prebenda -importante económicamente para Lino-, y al siguiente día lo nombra Ministro de Asuntos Exteriores, pero ya con el miedo en el cuerpo. Cuando Lino entra al Palacio Presidencial para asumir el cargo, Wasmosy sale por la puerta trasera, se sube a un helicóptero y desapareció durante tres días. Nadie sabía dónde estaba. Bueno había un pequeño núcleo cerrado de personas, que nada teníamos que ver con la política ni las decisiones que tomasen los paraguayos, que sí sabíamos dónde estaba, pues a través de mi amigo Stuart, a su vez amigo del Embajador americano en Asunción, conocíamos el paradero del Wasmosy que se había  escondido en la Embajada Americana. Lino desmintió posteriormente su intención de dar un golpe de Estado, pero el país realmente lo vivió y Oviedo fue juzgado y condenado a diez años de prisión. Mientras, yo estaba en Puerto Casado con mis labores habituales del arrozal, que debía de ser en la siembra puesto que recuerdo un arroz caldosito con paloma torcaz -preparado con las palomas convertidas en plaga y cazadas a tiros, que desenterraban nuestro arroz y se lo devoraban-, y que nos comimos con las autoridades cívico-militares del Alto Paraguay. Allí estaba todo muy tranquilo y en el pueblo no existían facciones a favor de uno o de otro y las comunicaciones con España estuvieron abiertas, por lo que la familia no pasó mucho miedo, al contrario que en el segundo.
-el segundo golpe de estado se llevó a cabo en el mes de Marzo de 1999. Yo estaba en Santiago del Estero intentando arrendar la desmotadora de una cooperativa del Chaco argentino, comprar y desmotar algodón para Eurosemillas, obligada a buscar otros mercados de compra gracias a la errática política agraria de la CEE, que había eliminado la mayor parte de la producción del algodón en España. Tras los acuerdos preliminares, realizados por Miguel Angel Molina, Gerente de Eurosemillas, tenía que esperar un mes en Santiago del Estero para que la cooperativa aprobase legalmente sus acuerdos sociales y poder trasladarnos el control de la desmotadora. Decidí que era buen momento para pasar quince o veinte días con mis amigos paraguayos y tomé un vuelo a Asunción, -vía Bs As,-  donde me alojé en el Hotel España, situado en la Plaza Uruguaya, junto a la vieja estación de ferrocarril. Tras pasar tres o cuatro días en Asunción decidí hacer una visita a Puerto Casado para saludar a los amigos, especialmente a los dos paisanos de Isla Mayor: Antonio Meseguer que se había quedado a vivir en el pueblo tras la experiencia del proyecto de arroz orgánico y Francisco Romero (Curro) que estaba allí cosechando el arroz que continuaban sembrando los argentinos. Justo al día siguiente de partir hacia el pueblo muere Argaña, vicepresidente de la Nación, según unos en un atentado, donde también muere el escolta y queda muy grave el conductor; según otros, con los que comulgo, cuando se produce el atentado, Argaña llevaba varias horas muerto. Es una historia larga y enrevesada sobre la que, en su momento, tuve unas ideas muy claras: De un tiro mataban tres pájaros pues responsabilizaron del magnicidio al Presidente, Raúl Cubas y al que seguía siendo el hombre fuerte de Paraguay, Lino Oviedo, a quien únicamente por la vía judicial lograron quitar de en medio, para que no saliera elegido presidente de la Nación, pues en las elecciones partidarias, una gran mayoría del electorado colorado lo había elegido presidente del Partido. Yo creo en la versión de que Argaña muere en casa de su querida y después del fallecimiento, un allegado suyo le dio varios tiros para montar todo el “operativo del siguiente día”, presentándolo como un magnicidio. Nada más fácil para un forense que determinar si la muerte había sido “in situ” donde los ametrallaron o si, por el contrario, ya estaba muerto. Pero en Paraguay pueden retorcer los hechos mucho más de lo que las personas normales seamos capaces de soñar. Pero muerto o asesinado se aprovechó este hecho para echar a la calle al pueblo paraguayo en contra del presidente y de su mentor Lino Oviedo.
Y entonces aparece en televisión española un tanque justo en la puerta del hotel donde yo me hospedaba y que Maricarmen conocía. En Paraguay todavía no se había hecho pública la noticia del golpe de Estado y no se habían cortado las comunicaciones. Podéis imaginar el desconcierto cuando al llamar al hotel le dicen a mi mujer que allí estaba mi maleta, pero no yo, desconociendo mi paradero. Como me había ido al Chaco sólo me llevé la maleta de mano y la grande se había quedado en consigna hasta que viniera de regreso y así lo dejé dicho, pero el ceporro que cogió el teléfono -“le faltaría un hervor”- no se calentó la cabeza y dejó a mi familia en ascuas. Posteriormente no se pudieron comunicar conmigo ya que las líneas  telefónicas internacionales  estaban cortadas como también cerraron todas las salidas del País. Pasaron dos días hasta que, a través de la radio, le pedí a mi amigo Chilelli que en cuanto pudiera llamara a mi casa desde Asunción y les comunicara que yo estaba bien. Que estaba en el Chaco, preparando algún rancho con los amigos y entre ellos, además de Antonio, Curro, Chacho, Marcial etc., estaban los militares a los que ya había dicho que si se ponía la situación muy fea quería una carta de recomendación para entrar en Brasil, a través del río y la selva  y presentarme en inmigración para volar directo a España, sin pasar ni por Asunción ni por Santiago del Estero.
Ante la posibilidad de una guerra civil el Presidente Cubas renunció, asumiendo la Presidencia el Presidente del Senado Luis Ángel González Machi que terminó la Legislatura que correspondía a la dupla Cubas-Argaña. Las aguas volvieron a su cauce y yo retorné a Santiago del Estero donde, por cierto,  no pudimos hacer la operación de compra de algodón porque ya íbamos muy tarde para iniciar las gestiones. La mayoría de agricultores ya tenían su algodón comprometido. Lo más triste era que cuando iba a los campos a comprar el algodón, poco y casi todo caído en el suelo, lo que los agricultores me ofrecían era la venta de sus campos. Llevaban unos años desastrosos con la sequía y la mayoría estaban arruinados.
Durante esos días sufrimos un enorme disgusto ya que un amigo de la familia se había estrellado en su moto contra un coche, -Jesús, hijo de nuestros amigos Curro y María Dolores, un magnífico joven, agradable, vital, honrado y trabajador-,  con el terrible y fatal desenlace que nos dejó aturdidos. Aquellos días su padre, mi amigo Francisco Romero (Curro) con el que había estado  la pasada semana, estaba cosechando arroz en el Chaco con su  cosechadora y mis hijas desde casa intentaron localizarlo a través de la embajada paraguaya en Madrid y la española en Asunción. Lógicamente las embajadas no sabían por dónde empezar para localizar a una persona en medio del Chaco paraguayo y entonces se les ocurrió llamarme. Recuerdo que la llamada me despertó de la siesta y me dejó desconcertado. Las palabras atropelladas de Maricarmen, sobre un hecho  tan luctuoso, con “mis neuronas todavía  medio desconectadas” no eran fáciles de asimilar; pero conseguimos que Curro aquella noche volara hacia su casa para poder despedir a su hijo. Inmediatamente después de recibir la noticia, llamé a mi amigo Ángel Cavanagh que era la clave en  esta situación. Desde Buenos Aires conectó con la oficina de Asunción, que pasó un mensaje urgente por radio a la de Puerto Casado para que enviasen un coche a recoger a Curro del campo y conducirlo a la pista de Puerto Casado, donde una avioneta particular, enviada en ese mismo instante desde Asunción, lo recogió y lo llevó al aeropuerto de la Capital, allí ya le esperaban los billetes para el primer vuelo a España, vía Buenos Aires. Curro llegó a tiempo de despedir a su hijo, dos horas antes de su incineración y de la inhumación de sus cenizas,  en la cripta de la Iglesia de Isla Mayor, que se realizo al día siguiente con la presencia de todo el pueblo.
Tanto Machi, como su sucesor Nicanor fueron nefastos para el coloradismo que quedó fragmentado y perdió las elecciones de 2008, frente a una coalición de izquierdas, encabezada por el mucho más nefasto, Fernando Lugo, cuya personalidad me produce un rechazo tan visceral que prefiero guardarme los comentarios, podrían ser durísimos. Los enfrentamientos de las organizaciones de los “sin tierra” en busca de su parcela prometida en la Reforma Agraria –una gran mentira, puesto que una buena parte de ellos como ya se ha demostrado,  lo que buscan es tierra para volverla a vender a los brasiguayos-, provocan una gran matanza de campesinos  y policías en Curuguaty y una reacción fulminante del Congreso junto con el Senado que aprueban una Moción de Censura, allí denominado  Juicio Político. Es destituido de forma tan rotunda que sólo 1 de los 79 Parlamentarios - yo especulaba con una amiga de si sería también hijo suyo-, y sólo 4 de los 39 senadores votaron a su favor. A pesar de este rechazo tan claro de los representantes del pueblo, pues ni siquiera los que lo auparon al poder votaron a su favor, los bolivarianos, -partidarios de Chaves y del socialismo del siglo XXI: igual a “lo que te gusta lo expropias y ya es tuyo”-, acusan a Federico Franco, sucesor Constitucional  por ser el vicepresidente, en el caso de juicio político, y así contemplado a su vez en la Constitución del 1992, aprobada tras el derrocamiento de Stroessner.
Aquel tránsito casual tras los dos golpes de Estado, me llevó a una situación incómoda a mi regreso a Santiago del Estero tras el segundo pronunciamiento. Al llegar a la Aduana del aeropuerto de Asunción y revisar mi pasaporte que coincidía, en sus entradas y salidas, con los dos golpes me pidieron por favor que les enseñase mi computadora, viendo que llevaba colgada al cuello una maleta de portátil. Pero se llevaron una desilusión, pues lo único que contenía eran las cámaras fotográficas y una magnífica radio multibanda donde podía oír las noticias de España en el Chaco -aunque únicamente de noche; entre la puesta del sol y su salida-, que me permitió enterarme del golpe de estado antes de que se difundiera por radio y televisión paraguaya.

La Gran Bahía de Asunción desde la terraza del Hotel Guaraní. En primer plano el Pabellón de los Héroes.

El lunes por la mañana estaba ya en el BEX para programar las visitas del día, empezando por la reunión con el director y examinando nuestras agendas para conseguir una reunión con el Ministro de Agricultura y exponerle el Proyecto Ypoa -así fue denominado el proyecto ideado en esa finca del BEX que linda con el lago Ypoa-, conocer los planes del Estado paraguayo sobre posibles proyectos de Reforma Agraria pero, sobre todo, descubrir las ventajas fiscales para nuestra iniciativa y la posibilidad de que existiesen otras fincas estatales para un proyecto similar. Tenía que preparar otro encuentro en el Ministerio de Industria, para recibir información sobre la situación actual y futura de la red eléctrica y viaria, los apoyos del gobierno a la exportación y los aranceles vigentes, tanto para el Cono Sur como al resto de países. Tantear también, su predisposición sobre las ayudas F.A.D -Fondo de Ayuda al desarrollo en la C.E.E. y EEUU-. Por último, quería presentarme en Presidencia a exponer nuestro proyecto y tantear el grado de compromiso político. Valorar la posibilidad de desarrollo conjunto con el estado y contactar con empresas o personas interesadas en participar.
A las 9.30 apareció el Director, Aníbal Quevedo, una persona de trato afable, con carácter resolutivo, que me presenta a varios colaboradores suyos y me ofrece todo su apoyo para conseguir las entrevistas y obtener los datos necesarios. Su subalterno, el Sr. Nogués, se encarga de acompañarme donde fuera preciso y a las 11 de la mañana ya estábamos con el Vice Ministro de Comercio, Martín Burt. La entrevista fue muy agradable. Martín, es un hombre muy joven, con ganas y honrado. Nos brinda todo el apoyo del Gobierno y solicita un informe del proyecto con nuestras peticiones, además de los beneficios que reportaría al país, con idea de pasarlo al comité de Asuntos Económicos. Nos quedó claro que todos los beneficios fiscales estaban contemplados en la Ley, que no habría favoritismos y que seguía vigente un acuerdo bilateral con España del que posiblemente podríamos beneficiarnos, la letra cursiva corresponde a las notas que tomé en aquellos momentos.
A la 1, Carlos Nogués, me invitó a comer en el Club Centenario –un lugar muy selecto y que posteriormente, en otros viajes, visité varias veces- y tras la magnífica parrillada fuimos a visitar al Ministro de Agricultura que nos recibió sobre las 4.  El Ministro, después de escuchar atentamente nuestra exposición, pasó a explicarnos la situación arrocera en Paraguay: Tienen buenas semillas del INIA con producciones de 5/6.000 kg/ha. Han habilitado créditos de la Banca Estatal para la ayuda al almacenamiento en campaña. Mientras el precio en campaña de recolección -marzo a junio-, fue de 220 Guaraníes/Kg, en estos momentos está a 360 G/Kg. Habló de la zona más importante situada en Misiones e Itapua, -cuenca del Tebicuary,- que yo ya había visitado con Oscar durante el primer viaje. Más tarde, ya en casa de Oscar, estuvimos examinando los planos de situación de la finca y Oscar hijo, alto funcionario en el Ministerio de Medio Ambiente, nos confirma que buena parte de la finca se encuentra dentro del Plan de Parques Naturales, dato que posiblemente no conocieran en el BEX. Al día siguiente, con el plano de la finca y el del Parque Natural del Ypoa -aún sin publicar, aunque disponiendo de los puntos geodésicos para superponerlos sobre el plano de la finca-, podríamos determinar los espacios que quedaban libres y los supeditados a las obligaciones de Parque Natural y posible figura de amortiguación del entorno.
La mañana siguiente estaba en el banco dándole la noticia a Aníbal y a Nogués, convencidos de que el Parque no afectaba a la finca, con un plano donde yo podía demostrarlo fehacientemente, que unas 8.000 has quedaban bajo la influencia del Parque Natural. Con Nogués estuve visitando los supermercados para comprobar el precio de los arroces blancos empaquetados, que oscilaban entre los 1.000 G/Kg - unas 70 ptas.- para el arroz nacional, con una elaboración deficiente, hasta los 2.400 G/Kg para los arroces extra argentinos, tipo Carolino, muy bien presentado y elaborado.
Después de la siesta me encontraba nuevamente con Oscar, revisando los planos. Él insistía en encontrar el original para poder descifrar el galimatías descrito en el título de propiedad. Oscar me advirtió de que en Paraguay era muy frecuente vender fincas agrícolas o ganaderas que tenían dos pisos.

Oscar y Mascaró, con la camioneta en la que intentamos dos veces, infructuosamente, entrar hasta la estancia "Las Palmas".

También queríamos comprobar los planos “in situ”, por lo que programamos un viaje para el día 30 que con toda seguridad nos obligaría a pasar el fin de año en medio de aquellos esterales. Empezamos el viaje en su camioneta, conducida por su chofer: Mascaró. Un paraguayo con un porcentaje indígena muy elevado, moreno, compacto y silencioso. Su mayor virtud, en palabras de Oscar, era su capacidad para estar callado todo el día. Sólo un par de gruñidos diarios para devolver los buenos días y para confirmar que era la hora de parar a comer. Llevaba muchos años acompañando a Oscar por todo el Chaco, mientras él realizaba sus mediciones y ensalzaba su capacidad de mantenerse callado. Así, en la tranquilidad de la noche chaqueña, le dejaba pensar en sus cosas, escribir poesías o meditar sobre los acontecimientos.

Despensa donde compramos las vituallas para el viaje al campo del BEX. Esta es de las de "lujo".
Antes de dejar la carretera de alquitrán, pasamos por una despensa -nombre dado a las tiendas multi-función que hay diseminadas por toda la geografía paraguaya-, donde lo mismo puedes comprar pan que embutidos, candiles que carne, palas que latas de atún, bicicletas que machetes, dulces que ropa; como El corte Inglés pero en cien metros cuadrados, bajo techo de tejas o de palmas y con suelo enlosado o de tierra apisonada. Entramos en esta despensa de Villeta -un pueblecito con puerto franco y aduana propia-, Oscar compró 5 kg de chuletas de cerdo, batatas, tomate, sal, aceite y pan con idea de tomar un asadito el mediodía del 31. Después sólo Dios puede prever por dónde vamos a estar y cuál va a ser nuestra posada.

Camino a Pilar, embarrado pero todavía transitable, más adelante estaba imposible.

Pasado Villeta finalizaba la carretera asfaltada y entrábamos por un camino de grava que desaparecía ante el puente sobre el arroyo Surubí-i. A partir de allí el sendero se volvía terrizo, con una barrera para cortar el paso en caso de lluvia, dejando incomunicados a todos los pueblecitos existentes hasta llegar al Tebicuary. En aquel momento tenían la barrera abierta pero, según los guardas, había llovido unos kms más adelante y por lo tanto no podríamos cruzar la próxima barrera situada a unos seis kms. En todo caso aunque lográsemos llegar hasta la finca, volver, sí que sería mucho más complicado. Realmente a mí no me apetecía absolutamente nada pasar el fin de año en medio de la nada y durmiendo “tirado en cualquier sitio”, con algunos bichos, poco agradables, encima o alrededor, teniendo pagada una magnífica habitación en el Guaraní, que me esperaba con los brazos abiertos.

Parada y fonda en el camino a Pilar. Y esto podía ser lo mejorcito del recorrido.

Con suerte éste podría ser uno de los mejores hospedajes que encontráramos por aquellos páramos. Oscar aprovechó la parada para hablar con el estanciero de La Soledad, una Estancia cercana, que en cuanto nos vio, imaginó que íbamos a visitar la Estancia “Las Palmas” de 22.000 has. Según sus afirmaciones aquella finca no podía soportar más de 6.500 cabezas de ganado por lo que su valor no podía llegar más allá de los 80.000 G/ha -unos 50 U$A ó 6.000 ptas./ha-,  cuando el valor de las tierras por aquella zona estaba en torno a las 240.000 G/ha -18.000 ptas./ha, porque podían soportar una carga ganadera cuatro veces superior.

La preciosa casa estilo vasco de Oscar. Oscar nunca quiso ponerle puerta. Sólo al final de su vida se vio obligado para evitar un posible atropello de los "sin techo".

Paramos en el puente del arroyo Surubí-i –lugar histórico por su tenaz defensa en la Guerra de la Triple Alianza-, tomamos unas cervezas con un “paté de vaca” argentino y regresamos a San Lorenzo donde estaba la “casa sin puertas” de Oscar Ferreiro. Me ofrecieron quedarme y tomar un asadito antes de regresar a Asunción pero aproveché que Oscar hijo iba a Asunción para unirme a él, a fin de poder llamar a casa. Oscar construyó su vivienda y las de sus hijos en San Lorenzo, en medio de un terreno ganadero de su propiedad que ya estaba recalificado como zona urbana. Queda como a unos 20 km del centro de Asunción. Siempre que estaba libre iba con ellos, alquilando un coche o tomando un taxi y, más tarde, alguien  de la familia  me traía de vuelta al hotel.


Tras de mi se ven las puertas de los ascensores por donde bajé y frente a mí apareció una Diosa del Olimpo.

El año 1993 empezaba “radiante”, incluso antes de salir y observar el sol asomando por encima de los árboles, que cubren Asunción y su limpia atmósfera azul, resultado de un refrescante día de lluvia. En el hotel habían celebrado un cotillón y cuando yo bajaba se estaban retirando a descansar algunas personas que habían pasado la noche en aquella bulliciosa fiesta. Cuando se abrieron las puertas del ascensor casi me da un infarto -el año venía generoso pues el corazón aguantó-. Justo frente a mí, a menos de un metro, con una sonrisa clara y limpia como el cielo asunceno, había aparecido una diosa del Olimpo,  morena, con ojos claros, más alta que yo, con un vestido blanco largo hasta los pies, cuya textura moldeaba sus curvas y su transparencia insinuaba  su escultural figura , increíble; con un escote tan generoso que mis ojos se clavaron en aquel canalito profundo, centro de unas redondeces turgentes, incitantes, sugerentes, que me dejaron en estado de shok durante breves segundos. No pensé nada. No podía pensar, estaba alucinando, si hubiera sido musulmán me la hubiera pedido como una de las sesenta huríes que me corresponderían en el paraíso de Ala, como soy cristiano sólo puedo pedirla para los reyes, pero a “mi rubia” no le iba a gustar mi regalito. Sólo después de que yo saliera del ascensor y ella desapareciera tras las puertas cerradas, entonces pude pensar y me dije: pero ¡qué capullo soy! Y me fui a trabajar con mi amigo Oscar.
Habíamos  dedicado la mayor  parte de la mañana para analizar el proyecto del BEX y le encontraba más inconvenientes que ventajas. Posteriormente, en 2.008, visitando nuevamente la zona y revisándola concienzudamente, comprobé con satisfacción que no me había equivocado. Las Palmas se había vendido y la estaban reforestando de eucaliptus para celulosa y los límites del Parque Natural eran los que afirmábamos nosotros. Pero esta profunda inspección de Ñeembucú Norte -a la que dediqué casi tres meses y que me ha situado en la condición de ser un conocedor de la zona como pocos paraguayos pueden presumir-, sería tema para otros capítulos.  Por la tarde preparamos el viaje a las zonas arroceras más importantes del Paraguay: San Ignacio, San Juan Bautista e Itapuá y de camino entraríamos en Sanbaquí, la estancia de Oscar.

Detrás de la montaña se ve el Lago Ypoa. Fue lo más cerca que pudimos llegar para fotografiarlo.

A la mañana siguiente alquilé un coche pequeño, que nos dieron de estreno -lo recuerdo por la pena que me daba meter aquel vehículo nuevecito por aquellos tremendos barrizales-, recogí mi maleta y fui a por Oscar para iniciar nuestro periplo hacia el Sur del Paraguay. Yo tenía mucho interés en visitar el lago Ypoa, pues intuía que ese era tal vez el mayor escollo para un magno proyecto en una de las mejores zonas arroceras del mundo. Con toda certeza algún día será realidad, pero mientras tanto las discusiones bizantinas, retrasan inútilmente lo que es bueno y necesario para el país y para la humanidad. El primer intento de verlo de cerca lo realizamos en Quindy, aunque sólo pudimos aproximarnos unos diez km, desde donde lo contemplamos y fotografiamos. A comer páramos en Caapucú, en un pequeño bar predilecto de Oscar, por aquella zona, buscando el chancho a la brasa que tanto disfrutaba comiendo y que a pesar de sus setenta años, en ese campo, me ganaba por tres a uno.

Con la lancha fuera borda llevando un repuesto a Sambaqui, la Estancia de Oscar cerca del Tebicuar.

Alquilamos una lancha fueraborda porque no teníamos la posibilidad de llegar a su estancia por carretera y debíamos llevarle urgentemente al operario, que se encontraba construyendo un canal y un camino, un repuesto urgente y su salario. Pasamos por Recife -lugar de piedras en el río- y visitamos la instalación de la bomba de riego de Talavera, a la cual hicimos referencia en el anterior capítulo. Después de cumplir nuestro encargo con el operario, que daba vida a una retroexcavadora montada sobre dos patines, rescatados seguramente de algún viejo hidroavión, regresamos a Villa Florida donde intentamos infructuosamente encontrar alojamiento. Villa Florida, está situada en el cruce de la Ruta I con el Tebicuary, es un lugar tradicional de vacaciones como el Lago Ypacaraí, y por ese motivo fue imposible encontrar alojamiento en plena estación estival. Continuamos camino hasta San Juan Bautista donde logramos hospedaje en el Hotel Waldorf, propiedad de un viejo amigo de Oscar.
A las 5.30 ya estábamos levantados. Habíamos dormido en una habitación de 3.20 x 3.20, con tres camas, una mesita compartida, un ventilador en el techo y una luz sobre la pared. Por la noche la ventana y la puerta quedaron abiertas de par en par para aprovechar el poco fresco que pudiese entrar. Ésta daba a un patio cubierto por un enorme mango que lo envolvía en su totalidad y tenía un portón enorme comunicado con la calle que también quedó abierto durante toda la noche. Al acostarnos yo había dejado, cámaras, llaves del coche y cartera encima de la mesa, entrando a la izquierda, sin impedimento alguno desde la calle, pero Oscar me tranquilizó puesto que allí no había problemas de robo. Eran las reminiscencias de una dictadura de 35 años, donde el robo se castigaba sobre la marcha y sin las ventajas que las democracias dan a los miles de chorizos para proteger a algún confundido inocente.

Precioso árbol de la Estancia de Pancho, del que me traje semillas a España para intentar, infructuosamente, reproducirlo en     Isla Mayor.

Después de tomar “prestada” una papaya, como desayuno, de un gran montón sobre una esquina, almacenado para hacer “dulce de papaya”, salimos en busca de Juan Francisco Caballero Chaves, arrocero y sobrino de Ana Iris Chaves, esposa de Oscar. Aunque su vivienda habitual estaba justo frente al portón del hotel, él se encontraba en su campo de arroz de San Ignacio hacia donde nos dirigimos. Juan Francisco -Pancho-, es un joven de unos treinta años, veterinario, casado y con cinco hijos, cultiva unas 200 has de arroz. Toma el agua directamente de un arroyo que pasa junto a su campo, con las ventajas e inconvenientes que eso conlleva. Este año tuvo enormes dificultades para la siembra debido a las frecuentes lluvias y las reincidentes inundaciones que, por otra parte, le destruían la pequeña infraestructura de sacos de plástico rellenos de tierra y situados a modo de muro de contención en la toma de agua. Había sembrado, en seco, a mediados de diciembre, arroces redondos con ciclo de 130 días e índica con 150 días para escalonar la siega. Como no nivelan el terreno, usan pólders hechos mediante curvas de nivel, con diferencias de hasta 6 cm, a fin de mantener el agua ideal para el cultivo. Me puse unas botas de goma para cruzar su campo embarrado y sin inundar, con lo que el paseo se convirtió en un tormento. Yo no recuerdo haber sudado más en toda mi vida. El sudor de la frente resbalaba sobre mis gafas que parecían un parabrisas bajo una lluvia torrencial. Lo cierto es que anduvimos unos 2 km por medio del campo. Estaba muy cansado, no sé si por las botas, el barro, el calor, el tabaco o los años. Seguro que fue la suma de todos ellos. Pancho tiene siete peones trabajando para él y como pago les da el 18% de la producción bruta por todo el trabajo de preparación, cultivo y recolección.
Por la tarde visitamos el único molino arrocero que encontré en Paraguay y que está situado en el mismo sitio donde yo, sin conocer totalmente la zona, había señalado imaginariamente en el mapa como lugar ideal para emplazar un molino arrocero. Hoy que la conozco a fondo no lo construiría en ese lugar. El molino pertenecía a unos bolivianos y no se había estrenado a pesar de llevar un par de años construido. Tenía un secadero mecánico para 70.000 kg/hora, cuatro silos de 2.000 tm. y un molino capaz de elaborar 3.700 kg/hora de arroz blanco. Para aquel año, nos contaron, que tenían previsto comprar todo el arroz que les ofertaran. A mediodía habíamos comido en el campo, unos fideos con pollo, preparado por la familia que allí vive y que Pancho paga aparte y por la noche nos invitó a una lasaña en su casa de San Juan Bautista, lo que nos venía muy bien pues el hotel lo teníamos cruzando la calle.

Con Oscar en la granja de Yacarés de Bella Italia.

La mañana del siguiente día visitamos Bella Italia, una estancia del Sr. Lozzio, amigo de Oscar, al que no pudimos saludar porque estaba fuera, y que tiene allí plantadas gran variedad de especies italianas, entre las que me llamó poderosamente la atención un enorme olivo que jamás dio una sola aceituna, posiblemente por la ausencia de frío en este lugar. Cerca de Villa Florida paramos para tomar una panorámica de la finca. En mi informe a P. Beca es señalada como la nº 3, y está situada junto al río Tebicuary, en la Ruta 1.
Habíamos previsto martes y miércoles para visitar la Estancia Las Palmas, pues aunque yo la daba por desestimada para el proyecto, me ayudaría a redactar un informe clarificador. Sin embargo, ese martes, me levanté temprano, como de costumbre y tomé un taxi a San Lorenzo, para avisar a Oscar de que tampoco esta vez podríamos viajar porque la carretera estaba cortada debido a las lluvias de la noche. Así que dejé al callado Mascaró, con su camioneta preparada, dispuesto y sin viaje. Aprovechamos la mañana para ir al Centro Cartográfico Militar y comprar todos los planos 1:50.000 de las dos márgenes del Tebicuary, desde Villa Florida al río Paraguay, los coloqué en la pared de mi despacho de Segunda Generación y se perdieron en el incendio ocurrido  durante uno de mis viajes posteriores.
Nuevamente visitamos el BEX para dejarle el informe que llevaba para P. Beca y explicarle que encontraba demasiadas dificultades para iniciar allí un proyecto en el Paraguay, aunque no descartaba totalmente la compra, pero esa decisión no tenía que tomarla yo. Aníbal, muy ilusionado con la operación, se ofreció para llevarme por la tarde en una avioneta -algo que no me atrae en absoluto: avioneta, tarde, calor, sacudidas, igual a comida a la bolsita de plástico. Puse la condición de que si no podíamos aterrizar rechazaba el ofrecimiento, mientras tanto desde Villa Oliva nos decían que no había llovido. La sempiterna incertidumbre en Paraguay, unos dicen que sí otros que no y después sólo Dios lo sabe. A las dos y media me llamaba Aníbal al hotel para confirmarme la cancelación del vuelo que teníamos para las 4.30, pues se había levantado un fuerte viento y nuevamente me quedé con las cámaras preparadas para las tomas de esa Estancia.
Por la noche, en justa compensación, invité a cenar a Aníbal y Nogués en el Guaraní, donde volvieron a repetirme que Aníbal tenía poderes del banco para realizar la operación y que si hacía falta viajaría a Sevilla para cerrarla y que “estaba dispuesto a negociar cualquier operación que fuera negociable”. Yo insistí en mi condición inexcusable de visitar la finca concienzudamente antes de dar mi visto bueno.
El día de Reyes ya empecé a preparar mi regreso a España. Fui a casa de Oscar para saludar a Otilia, esposa de Olavo Ferreiro. Éste había llegado desde España de su estancia en la Expo, con Olavo, Director del pabellón de Paraguay. A Otilia ya nos unía cierta amistad, pues había estado en nuestra casa de Isla Mayor un par de veces con el resto del grupo de trabajo del pabellón paraguayo. También quería darle las gracias a Oscar y despedirme de él y de Ana Iris, su esposa. Por ese tiempo se había lanzado  una nueva edición del Diccionario de la Real Academia Española, donde este matrimonio figura como representantes de la Real Academia en Paraguay. Ana Iris que trabaja en el Palacio de Gobierno como supervisora de todos los discursos del Gobierno, también tiene un libro de cuentos publicado, “Crisantemos Color Rosa”  que tuve ocasión de leer durante mi estancia en el Guaraní. Es un precioso libro donde se atisba la talla impresionante de esta mujer, como escritora y como ser humano, que calladamente ha sufrido el “machismo” normal del paraguayo con una habilidad y “saber hacer” que requerirían un capítulo para su aclaración. Admiraba a Ana Iris,  con la que hemos compartido alguna anécdota que ya escribiremos algún día y a la que perdimos poco tiempo después. Oscar había quedado tan ilusionado con el proyecto arrocero, él había cultivado arroz más al Sur, en los esteros de Pilar, que me animó a volver y si no encontraba inversores en España para llevarlo a cabo, los buscaríamos en Paraguay… (Continuará).

lunes, 16 de julio de 2012

PROYECTO ARROCERO EN PARAGUAY. 1. Primer viaje


PROYECTO ARROCERO EN PARAGUAY. 1. Primer viaje

Jardín Casa Directorio.
Finales de octubre de 1992. 500 años del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Yo tenía la impresión que también iba a descubrir “mi américa” en aquella tierra prometida para los europeos desde hace 500 años y que desde entonces, unas veces más y otras menos, siempre han contado con una migración continua auspiciada por múltiples factores. Desde las primeras migraciones, por motivos generalmente admitidos, como la Conquista, la salvación de las almas de los indios y sobre todo la captura de las inmensas riquezas  que poseían las civilizaciones indígenas descubiertas, les siguieron 80.000.000 de europeos con la esperanza de mejorar su estado de vida, que en Europa era muy difícil en esa Alta Edad Media, con sus hambrunas y guerras religiosas,- trasladándose allí, tomando a veces opciones heroicas, pues las travesías en aquellas naos de madera no eran una cuestión menor y doblar el Cabo de Hornos con aquellas cáscaras de nuez era una proeza que no todos los que lo intentaron lo pudieron contar,- y finalmente las huidas forzadas por las consecuencias de las guerras o las presiones de las deudas.  
Este primer viaje mío no lo podría encasillar en ninguna de esas opciones porque era un simple viaje de inspección para ver el lugar, sus gentes y el resto de condiciones necesarias para desarrollar en el Chaco un proyecto de arroz enviando allí a unos agricultores, amigos o conocidos de Isla Mayor, que se involucraran de lleno en el mismo. La idea del proyecto había nacido de la charla amistosa y casual entre D. Pedro Beca y D. Hernando Campos. Se habían conocido en el Ritz de Madrid y en su conversación salió, en algún momento, la enorme finca que tenía la empresa Carlos Casado en el Chaco paraguayo, lugar con tierra, clima y agua para llevar a cabo un proyecto de arroz. Pedro le contó a Hernando que él había finalizado la gran obra iniciada por su padre, -R. Beca-,  en la colonización de las Marismas del Guadalquivir y esa ha sido la razón por la que, -previo a este capítulo-,  hemos realizado el trabajo sobre la biografía de Carlos Casado del Alisal y Rafael Beca Mateos, a fin de situar los próximos acontecimientos que vamos a describir y quiénes fueron sus personajes claves.

Hernando Campos, padre  de María y suegro de Ángel Cavanagh

D. Hernando tiene una participación vital al inicio del proyecto, pues su charla con Beca es la que pone en marcha todo el proceso, pero posteriormente se difumina ya que su implicación está basada en ser el suegro de Ángel Cavanagh Casado del Alisal, uno de los tres directores de la empresa dueña de la tierras y el responsable de llevar a cabo el proyecto dentro de Carlos Casado S.A. Con D. Hernando tuve la suerte de compartir mi viaje a Puerto Casado que podéis ver en el  enlace; LA AVENTURA DEL CHACO 3. A través de la selva. donde nos quedamos tirados en mitad del camino a Puerto Casado y que hemos narrado anteriormente. Era una persona afable, inteligente, que disfrutaba de las pequeñas cosas de la vida y con el que era muy fácil relacionarse. Después de aquello lo perdí de vista y aunque le preguntaba a María, su hija, por su salud no recuerdo haberlo vuelto a ver. Guardo de él una magnífica impresión.

Pedro Beca Gutierrez

P. Beca había dedicado su vida al proyecto iniciado por su padre de la transformación de las Marismas  del Guadalquivir, tierras inhóspitas y malsanas, en la primera zona arrocera de España. Fue su mano derecha desde el inicio y él llevó hasta el final ese magno proyecto en el que tuvieron una importante misión las cooperativas de acceso a la propiedad: Cooperativa Arrocera del Sur y La Ermita-Cantarita. Por cierto que al final de las transformaciones de la Marisma me tocó liderar la mayor S.A.T (Sociedad Agraria de Transformación) de iniciativa privada de esa época. Transformamos, de secano a regadío, Cantarita con un superficie total de 2.700 has y ahí,- junto con mi querido amigo e ingeniero de la sociedad, Rafael Grau, -que me enseñó todo cuanto sé sobre caudales, velocidades máximas en canales de riego y desagüe y cantidades de agua necesaria en cada caso-, diseñamos su trazado y corregimos todos los fallos que habíamos tenido que sufrir en las infraestructuras de la puesta en riego de los proyectos anteriores. Por ejemplo, carreteras, caminos y canales tienen unas medidas que no habrá que rehacer nunca , -si no se cambia su utilidad- , además los servicios comunes están excluidos de las tierras que compramos los agricultores, al contrario de lo que hacía Beca que nos vendía parte de los canales y caminos con lo que nuestra tierra hoy es inferior en superficie útil a la que compramos y tenemos en escritura.  P. Beca, por su parte, con  ese continuo contacto con las marismas se convirtió en un erudito en historia de la Isla y de las civilizaciones que por aquí pasaron o se asentaron. Tenía un profundo conocimiento de los pueblos, sus costumbres, carácter, religión, interacción con otras culturas y todo lo relacionado con su modo de vida e idiosincrasia. Era fascinante escucharlo hablar de los Tartesios relacionados con los Fenicios, los árabes con los vikingos, los moros con los cristianos, con una fluidez y continuidad entre culturas, religiones y costumbres que, por  lo menos a mí, no me cansaba. Pero también era un hombre controvertido, difícil y muy dado a solucionar sus problemas por la vía jurídica. Al final de su vida, que ya nuestra relación era amistosa, -tras unos enormes encontronazos que nunca se desbordaron-, yo solía decirle: ¿Y hoy con quién vamos a empezar a pleitear?  Mi relación profesional con Pedro se inicia en 1979 con motivo de mi nombramiento como presidente de la cooperativa de la Ermita, que le había comprado una parcela -“El coto los Patos”, sitio que R. Beca y Cía, tenía reservado para agasajar a sus ilustres visitantes aficionados a la cacería,- para transformarla en arrozal y que la compradora, La Cooperativa de la Ermita, no le había pagado los plazos acordados por las dificultades iniciales en el riego y las malas cosechas obtenidas. Por supuesto Beca inició un procedimiento judicial para recuperar las tierras. Con el relevo de los rectores de la cooperativa , donde fui nombrado Presidente de la Cooperativa y de la Comunidad de Regantes de la Ermita, iniciamos una  renegociación de la deuda que se llegó a buen término, con los roces normales en estas situaciones extremas. En una de ellas se equivocó respecto a mi ética personal y aquel buen hombre recibió por teléfono la bronca más grande que yo haya "regalado" a nadie en mi vida y seguro, también, la mayor que él nunca había escuchado. Pero tanto él como yo sabíamos que era merecida por lo que la asumió de un tirón, callado y sin protestar ni añadir nada. A partir de aquel momento y con las posturas definidas con claridad meridiana empezó una amistad de la que no me arrepentí jamás. Tanto confiaba en mí que cuando él realiza una visita Puerto Casado en el 91, para ver la finca y   comprobar las posibilidades del proyecto arrocero, deciden que allí se podía intentar y, antes de iniciarlo,  me busca para pedirme que sea yo la persona que se encargue de buscarle  los agricultores que se podían enviar allí.  Mi respuesta fue inmediata: antes de enviar allí a nadie quería ver el lugar donde iban a vivir, las tierras donde se iba a sembrar el arroz y la empresa con la que se tendrían que relacionar. 
Y aquí empezó mi aventura paraguaya, la experiencia más enriquecedora que tuve jamás. Y eso que he tenido muchas vivencias enormemente valiosas de las que me siento muy satisfecho. 
Para terminar de situaros es necesario hacer una pequeña presentación de la Empresa con la que nos íbamos a relacionar. Carlos Casado S.A. es la empresa creada por aquel gran hombre del que hablamos hace un par de capítulos, Carlos Casado del Alisal, de la que tengo, en este momento,  un folleto en mis manos de presentación en español e inglés de primeros de los ´80 donde nos cuenta sus actividades y  situación patrimonial. El folleto nos muestra una empresa argentina que cotiza en bolsa y que tiene un patrimonio inmobiliario muy superior al millón de hectáreas, el puerto sobre el río, el ferrocarril, con 14 locomotoras, 285 km de railes y una producción de tanino muy inferior a las 2400 tm mensuales de potencialidad productiva. Todavía mantiene, en ese tiempo, 1800 operarios en fábrica, oficinas, repuestos, estancias y 500 hacheros en los obrajes para la obtención del quebracho. Cuentan con 8 Estancias y una hacienda de 60.000 cabezas de ganado y toda la estructura viaria para su explotación, como también el personal técnico administrativo y directivo necesario. En 1992, cuando visitamos por primera vez Puerto Casado la situación era significativamente distinta. No tengo datos, peo sí vista analítica y sentido común. Estos datos que estarían generosamente trasladados a papel con intención de promocionar la empresa, contrastaban con lo que yo puede apreciar. De la superficie, muy superior al millón de has quedaban cerca del millón, aunque en realidad 100.000 has más o menos, en este momento, no eran el quid de la cuestión. Nunca pregunté nada referente a los activos de la empresa por lo que los datos se basan en mi simple observación y no están contrastados. Yo sólo conocí cuatro estancias y no puede ver grandes rebaños de hacienda.
Lo que sí vi fue mucho personal trabajando, más bien vagando, por la empresa. Era bochornoso ver grupos grandes, muy grandes,  de peones que estaban tomando tereré y que cuando nos veían venir doblaban una esquina para no mostrarse descaradamente ociosos, aunque todos sabíamos ya que allí se estaba pagando una paz social. En la primera visita al interior de la fábrica de tanino Ángel Cavanagh me preguntó qué me parecía toda aquellas grandes instalaciones. Sin pararme a reflexionar le dije que aquella fábrica era un dinosaurio y que éstos hacía 60 millones de años que habían desaparecido de la faz de la tierra. Entonces no sabía, todavía, que los japoneses habían inventado un producto sintético que sustituía muy ventajosamente al tanino. Aquella actividad estaba muerta y sin ninguna posibilidad de reactivarse ya que, además, esta extracción de tanino, cortando quebracho y destrozando selva para ello, era perjudicial al medio ambiente, porque la empresa no había tomado la medida de replantar cada uno de los árboles que habían ido talando durante sus cien años de actividad. Tras mi dura aseveración añadí un par de críticas, de buena fe:  Su estructura era como un Estado pequeño, con una enorme burocracia ya viciada por la decadencia, con total ineficacia productiva. Mi segunda crítica constructiva era contra el “paternalismo” de la empresa con sus empleados, lo que me recordaba las relaciones del señorito andaluz con sus peones y su desenlace traumático. Esta situación sólo se arregla pagando un sueldo justo y cada uno que se apañe como le convenga.

Preciosa máquina de vapor con más de cien años. Una pieza de museo que bien podía continuar trabajando algunos siglos más.

En el 92 todavía funcionaba esta enorme máquina de vapor con más de cien años de funcionamiento continuado. Esta enorme polea que aquí se ve trasmitía su fuerza a un enorme eje central que la repartía la energía  al resto de la fábrica a través de un ingenioso sistema de poleas. La electricidad la generaba un enorme motor Caterpillar que atendía las necesidades de la fábrica, las de las casas de los directivos y de forma limitada al resto del pueblo. Este fue el primer pueblo paraguayo, incluida la capital, que tuvo luz eléctrica y agua en las casas. En realidad la luz eléctrica tiene su instalación definitiva con la potencia necesaria en el año 1994, cuando instalan una línea, de Alta Tensión, directa desde Itaipú, la misma que llevaría la electricidad a los menonitas y que costaría la extradición y con ello la cárcel, a nuestro “anfitrión” en la aventura del Chaco,  Wólfram  Weber. 

El piloto, Eugenio Hermosa,Chacho, Federico Fernandez Santos, Eugenio Bertolí, Oscar Ferreiro, Ángel Cavanagh y Pepe Hermano

Una vez situado el lugar sólo falta que lleguemos nosotros, que lo hicimos el 3 de Noviembre pues el día anterior con la lluvia no se podía aterrizar y lo dedicamos a intentar  visitar una zona arrocera cercana a la capital a la que tampoco pudimos llegar. Estas fallidos intentos de desplazamientos en Paraguay son algo habitual a lo que empezamos a acostumbrarnos nada más llegar. En cambio sí pudimos ver un par de “ingenios”, mal llamados molinos arroceros, de pequeñas explotaciones que intentaban aprovechar el valor añadido de  la explotación y que vendían su arroz blanco gracias a la poca exigencia en la calidad obligada allí en aquel momento. Oscar Ferreiro, mi adoptivo padre paraguayo, nos había atendido desde el primer momento y nos había instruido en las cuestiones que más nos interesaban en aquel momento de pre-estudio del proyecto. La poca facilidad de crédito a corto y largo plazo, los altísimos intereses, maquinaria, fertilizantes, pesticidas, el precio del arroz cáscara, del blanco, la inflación, la estabilidad política, relaciones con la administración, facilidad de acceso a los miembros del Gobierno y sus Gabinetes, etc. etc.
El grupo lo formábamos por parte española: D. Federico Fernández Santos, Presidente de la Caja rural de Sevilla que sería el responsable de encontrar la financiación necesaria para todo el proyecto, D. Eugenio Bertolí, Ingeniero Agrícola y director de una gran explotación arrocera en la Margen Izquierda del Guadalquivir, que sería el responsable de infraestructuras y búsqueda de mercado y yo que entonces figuraba como persona responsable de buscar a los agricultores que tendrían que asumir esa transformación y realizar los cultivos. Por parte de la empresa estaba: D. Ángel Cavanagh, uno de los tres directores de CCSA  (Carlos Casado S.A.), D. Eugenio Hermosa, capataz general de todas las estancias, D. Oscar Ferreiro, agrimensor que tenía en su currículo el haber medido la mayor parte de las tierras del Chaco ya que llevaba más de cincuenta años en esos menesteres, como persona clave en todas las mediciones de la empresa desde tiempo inmemorial.

Vista parcial de Casilda. Al fondo las instalaciones de la fábrica de cemento en Vallemí

Por la mañana hicimos una visita a la fábrica de tanino que ya hemos mencionado al inicio y tras la comida salimos en canoa, por el río Paraguay, aguas arriba hasta llegar a la Estancia Casilda de la que ya os he hablado en otro capítulo de Las Aventuras del Chaco  y que era el lugar donde Ángel estimaba que se podía realizar el proyecto. Es un lugar bastante bien situado, junto al rio, frente a un pueblo y con un enorme palmar donde las labores de desmontar y nivelar serían menores que en las partes donde la vegetación es más espesa y los desniveles mucho mayores. Se puede apreciar al fondo la fábrica estatal de cemento, montada por una empresa española y que en aquellos momentos era una de las poquísimas industrias que tenía Paraguay. El pueblecito se llama Vallemí y a pesar de estar peor comunicado, por tierra, que Puerto Casado, tenía la pista de aterrizaje de hormigón por lo que allí se podía contar con cierta seguridad en los programas de viaje.

El encargado de la estancia, indígena Maskoy que cuida el potrero de caballos y que vive allí con la familia. Detrás podéis observar la cabaña, construida de troncos de palmeras, someramente enterrados y amarrados unos junto a otros, sin argamasa ni cierre superior,  por lo que no necesita ventanas para la ventilación. El techo de "tejas de palmera", un tronco cortado por la mitad y vaciado. Si no llueve no se moja.

Allí en la Estancia Casilda estaba viviendo el Maskoy, con su familia,  encargado del cuidado de los caballos de aquel gran potrero donde los tábanos me pagaron la gran paliza. Esta silla de montar que vemos en la foto sería la de Ángel, pero si se fijáis en las demás, -en la próxima fotografía-, no llevan el armazón superior.  Aquí incluyo el pequeño relato de Las Aventuras del Chaco, en coche y a caballo donde cuento las peripecias de este paso a caballo. Las sillas de montar chaqueñas sólo se parecen a las nuestras en que tienen estribos y cincha. Cuentan con una manta para proteger el lomo de la caballería, un saco relleno de paja, lana u otro material muelle, una piel de borrega  y el cubre-todo donde van amarradas las espuelas y la cincha que amarra todo el conjunto donde se apoya el jinete. Como podéis comprobar no tiene pomo donde agarrarte,  -que en el Chaco lo evitan para que en una caída fortuita no reviente al jinete si el caballo rueda sobre él-, ni tiene silla donde colocarte y mantener las piernas cerradas alrededor del cuerpo del animal. Allí vas sentado con las piernas abiertas, como si te sentaras sobre una mesa de comedor, con un cojín debajo y así cuando me bajé del caballo, tras más de dos horas de paseo, tenía agujetas hasta en el cielo de la boca.
Pero aquella no fue la única experiencia dolorosa de la mañana. Aquel enorme palmar, lugar húmedo, con charcos y habilitado como potrero para caballos, era un edén para los tábanos, esas enormes moscas negras, que en la bética romana las llamarían “muscus testicularis” por lo pesadas, reincidentes y por el lugar preferido donde situarse. Pero en realidad los pesados no son los tábanos -a los que les gusta ir de flor en flor “libando el néctar y el polen”-, si no las “tábanas” que son hematófagas, como nuestro queridos mosquitos marismeños o los vampiros chaqueños, pero con una notable diferencia. Mientras mosquitos y vampiros cuando te clavan el aguijón o te lijan la piel para extraer sangre, simultáneamente, inyectan un sedante vasodilatador, mientras que estas “tábanas canallas” en lugar de picar parece que muerden, como los vampiros humanos de la Selva Nagra, que clavan sus colmillos en el cuello. Yo que iba vestido de verano, aunque llevaba manga larga, pensando en los mosquitos, no llevaba botas si no que tenía puestos los zapatos de calle normales con unos calcetines ejecutivos negros, que es como enseñarle el capote rojo a un miura. ¡Qué paliza me dieron!, tenía que llevar los pies delante, en la parte superior de la silla para intentar ahuyentarlas lo más rápido posible.

Preparados para la excursión.

Tanto Federico como Eugenio habían declinado la invitación del paseo a caballo, para ver de cerca el lugar elegido. Ya se consideraban mayores y pesados para ese paseo por lo que al final me quedaba solo en la responsabilidad de dar el visto bueno a esta tierra para la experiencia arrocera. De entrada yo tenía ya una gran reserva sobre la idoneidad del lugar. Estaba en medio de la nada y un proyecto allí tenía que tener la suficiente sinergia para poder generar y mantener los servicios necesarios para que se auto-mantuvieran. Es decir tenía que construirse todo; casas, talleres, repuestos, servicios médicos mínimos y lo más difícil de llevar, las máquinas necesarias, respaldadas por  sus respectivas casas matrices que nos atendieran y el personal  especializado para mantenimiento de las mismas. Aquel proyecto, en aquel lugar, era algo tan difícil de llevar a cabo como la transformación de las Marismas, eso si, con maquinarías y modelos de producción que entonces ni se soñaba con ellos.

Puerto Casado o La Victoria, con la fábrica a la derecha, con su muelle, junto al río

A las 6 de la mañana fui a recoger a Eugenio Hermosa, capataz general de todas la estancias de la empresa, y hombre muy querido en Puerto Casado, que ahora se llamada oficialmente “La Victoria” por la importancia que tuvo durante la Guerra del Chaco y cuya historia  hemos esbozado en la biografía de Carlos Casado del Alisal. Encontré una memoria del este primer viaje y paso mis anotaciones de entonces en letra cursiva.
La visita por el pueblo tenía varios objetivos que cubrir; visitar la parroquia y la Misión de las monjas salesianas ya que una de ellas era sevillana y nos apetecía conocerla y saludarla y de camino estudiar con Hermosa la forma de hacer más agradable la vida en aquel lugar, que era manifiestamente mejorable con muy poca inversión.
La iglesia-escuela, junto con la Casa directorio y la Residencia de las monjas son de los pocos lugares medianamente aceptables de aquel lugar. Las calles son de tierra con grandes charcos que se eternizan y con los canalillos laterales llenos de aguas fecales, pues aunque las casas tiene fosas sépticas, entre lo que se escapa y la gran cantidad de animales que por allí pululan, de día y de noche, las aguas sólo se  mantienen aceptablemente limpias después de una gran lluvia y durante los dos o tres primeros días.  El resto del tiempo el olor es tan fuerte que sólo a los que llevan mucho tiempo allí viviendo, les pasa desapercibido. Era normal encontrar un redil de ganado en mitad de la calle, ocupándola casi en su totalidad, donde el ganado vacuno pernoctaba, aprovechando que en ese lugar una secreción natural del ganado ahuyenta los mosquitos. Le comentaba a Hermosa la posibilidad de bombear esas aguas, ya que no había alcantarillado, pero el pueblo no estaba para ningún tipo de inversiones. La decadencia de la fábrica se trasladaba al resto del entorno multiplicado por diez. Hermosa estaba ilusionado con la reciente llegada de la Democracia y confiaba que los nuevos políticos atenderían mejor las necesidades del pueblo más importante del Chaco. Las casitas, de una sola planta con el jardincito delantero, eran poca más que chozas de ladrillo. Tenían luz eléctrica servida por un generador municipal que se arrancaba al oscurecer y apagaba al amanecer que como es lógico no permitía unos electrodomésticos a nuestro uso y agua corriente (del río) que no era potable sino que para beberla se le hacía previamente un tratamiento químico y se dejaba reposar. Sus gentes son muy amables, en algún caso, casi serviles y no se les nota una sana ambición de prosperar. No hay coches ni bicicletas, sólo burros que se utilizan especialmente para el transporte de madera de quemar para la cocina y una centralita de teléfonos con unos 30 teléfonos, todos relacionados con la fábrica y que para hablar con el exterior había que tener mucha paciencia o desplazarte a la centralita para que te comunicaran con el teléfono solicitado. Al oscurecer encendían una vela para iluminarse en el interior de la oficina de teléfonos, hasta que les parecía poner el generador en marcha y entonces se encendía una triste bombilla de 15 ó 20 vatios, que no te permitía leer un número de teléfono escrito en un papel con letra normal y además también se iluminaba algún trozo de alguna calle. Había tantos animales sueltos por las calles que los pequeños patios delanteros tenían que protegerlos con unas sencillas vallas de madera y alambres cruzados. También me llamó la atención que para llamar a la casa no se entra al jardín y se llama a la puerta sino que se tocan las palmas desde el exterior de la valla. En contrapartida a la gran cantidad de animales domésticos no hay nadie que haga ni una lechuga y toda la fruta y verdura se trae en barco desde la próxima ciudad de Encarnación, varias horas río abajo. Cuando llueve, todo queda "en suspenso". Nadie sale por la calle, los pequeños bares, -que también abundan en casas normales, donde te sirven una litrona  y te la cobran sin compromiso-, tienen que cerrar.  Todo el pueblo pivota alrededor de la fábrica por lo que al visitar la Misión de las Salesianas, la Madre Superiora nos hizo una llamada de socorro para ayudar a ese pueblo que moría de forma inexorable y que sólo podría salvarlo la puesta en marcha de nuevos proyectos como el de langosta, arroz y turismo.
Después del desayuno subimos nuevamente a la barca y bajamos unos kilómetros hasta Puerto Rizo. Es una explotación arrocera que hacía cinco años estaba abandonada y no había nadie allí que pudiera explicarnos  cómo había resultado la experiencia.  Lo que sí era evidente que realizar un proyecto de arroz dejaba las tierras magníficamente preparadas para futuros pastos y ganadería. Para hacer arroz hay que desmontar, canalizar y drenar la superficie, además de realizar un mínimo de caminos para poder retirarlo, lo que deja una estancia ganadera en inmejorables condiciones. Incluso pueden sembrarse pastos de apoyo para las épocas de seca.


Monumento a la Victoria. Casa Directorio y almacenes. Izquierda, al centro, las piletas para las Langostas. Abajo en el río una de las chata que se utilizaban para el transporte fluvial de madera y tanino.
Esta foto sería la continuación, en la parte inferior, de la foto donde vemos Puerto Casado.
Tras la vuelta a la casa Directorio, la comida y la siesta visitamos un lugar cerca de la casa donde se podría realizar una experiencia de 10/20 has para ver cómo se comportaba el arroz en aquellas latitudes y de camino probar algunas variedades para buscar la mejor adaptada. En la parte trasera de la casa puede verse el lugar indicado y junto al claro se notan las enormes diferencias de nivel, pues en el momento de la foto el río está muy alto y ha inundado las partes bajas. De todas formas esa decisión de la experiencia debía de tomarla Casado y por lo tanto ya la comentaríamos el lunes antes de la partida a España de Bertolí y Federico.

La Langosta del Chaco. Única en Sudamérica. Es el cangrejo "cuadricarinatus" procedente de Australia

En la foto anterior a esta podemos ver detrás de la casa en la parte superior  central, las pequeñas piletas donde se había empezado la reproducción de las Langostas, como allí se les llamaba a estos cangrejos de cola larga que procedían de Australia y cuyo nombre es “cuadricarinatus”. Son prácticamente iguales que nuestro cangrejo de las Marismas del Guadalquivir, importado de La Luisiana en 1973 por Rafael Grau (padre) y su socio, pero tienen un mayor porte y unas costumbres algo distintas a los nuestros, ya que no son tan nocivos para las obras de fábrica , en cambio son algo más sabrosos, tiene mayor tamaño y mejor textura, pero su reproducción deja mucho que desear, comparativamente hablando. O tal vez el medio en el que se intenta la experiencia no tiene suficiente superficie para permitir su normal desarrollo. En la primera visita, esta que estamos narrando, vimos cangrejos de cerca de 250 gramos, que nadie  de nosotros se comió, ni tampoco los paraguayos a los que les daba un asco enorme aquellos bichos o cualquier otro crustáceo. Posteriormente, ni aún con las piletas grandes, pudimos ver ninguno de más de 100 gramos. Los encargados buscaban desesperada-mente dónde se habían escondido aquellos ejemplares grandes y no lo entendieron hasta que les expliqué que estos cangrejos son caníbales y que cuando los grandes cambian el caparazón son devorados por los más pequeños. Para solucionar este problemas, ya mucho después, les propuse que pusieran unos "ladrillos de gafa" semi-enterrados en los, muros de tierra, laterales de las piletas para que los cangrejos en fase cambio de caparazón pudiesen esconder su cola. No pude comprobar la validez de mi propuesta ya que me vine antes de saber su resultado.

Las nuevas instalaciones para la cría de la Langosta.

En los próximos años CCSA haría una gran inversión en este capítulo, con nuevas piletas e instalaciones de oxigenado, con la gran balsa de decantación de sedimentos del agua y multiplicación de las“morenitas”, una especie de anguila, que se desarrolla muy poco, 12/15 ctms. y que era un alimento muy apreciado por los cangrejos. El enorme esfuerzo económico realizado por la empresa, con una inversión superior al millón de dólares no fructificó, creo que le faltó el personal cualificado que entendiera de este cangrejo. Por lo menos el italiano que llevaba la dirección mientras yo estuve allí, sabía de cangrejos menos que yo, y yo por mi parte lo único que entiendo de cangrejos es; cómo comerlos, cómo guisarlos y  que para cocerlos hay que tenerlos sumergidos en agua hirviendo 1 minuto por cada 100 gramos. Pero la experiencia, que ya ampliaremos en otra ocasión, no obtuvo el resultado esperado y cuando se vendió toda esta enorme finca que linda con el río,- unas 500.000 has-, a los Moon, éstos terminaron con todas las experiencias que se habían puesto en marcha, tanto el arroz como la langosta y en cuanto al posible proyecto de turismo, que hubiesen podido promover mucho mejor que Casado, los habitantes del pueblo les impidieron cualquier actividad que hubiesen pretendido iniciar.

Tomando un té, tras la reparadora y santa siesta.

Tras la siesta y hasta la hora de partir hacia Asunción, estuvimos estudiando y comentando todas las posibilidades para la realización del proyecto al que yo le encontraba enormes dificultades y no le veía posibilidades de éxito. Pero estaba dispuesto a volver, a partir de lunes, para intentar encontrar un lugar idóneo para la primera experiencia. Tendría que ser un sitio cercano al pueblo para tenerlo controlado con poco esfuerzo económico y además que no tuviese mucho trabajo de preparación para poder realizarlo en la mayor brevedad posible y llegar a tiempo para sembrar en este año, lo que era bastante complicado.

Este es un quebracho centenario, situado junto a la casa, conservado y respetado como árbol simbólico de la empresa. 
Aquí traslado otro pequeño pero ilustrativo retazo de las notas que tomé en aquel primer viaje y que gracias a ellas he podido recordar muchos detalles que de otra manera se hubieran perdido para siempre.
 A las 6.30 fuimos a la pista para ayudar al piloto a arrancar la avioneta. El primer motor lo arrancamos dándole un biberón desde la camioneta Toyota y el otro lo arrancamos ayudándole con una cuerda. Como podéis observar en mitad del Chaco estaba todo automatizado. 
Aquí empezaba mi historia de amor y  odio con los aviones del chaco, especialmente  los públicos,  que eran unos vuelos tan preocupantes que no solías ver en ellos a personas con una situación económica suficiente para permitirse vuelos privados.

Catedral de Asunción, tomada de wik.
Ya en Asunción, el domingo acompañe a Eugenio Hermosa a llevar una carta a un sacerdote de la Catedral y él se quedó a oír misa. Yo, mientras tanto, me daba una vuelta por los alrededores y pude comprobar como cientos de personas del Barrio de la Chacarita, situado junto a la Catedral, pero en la parte baja, lo que sería la playa de la Bahía de Asunción que se inunda regularmente cada año. Desde allí suben a  las calles adyacentes a la Catedral para edificarse tiendas de cartón y latas en todos los alrededores  de la misma y sus necesidades son atendidas gratuitamente por el gobierno, por lo que, evidentemente se ha convertido en un modo de vida para cierta gente durante cierto tiempo.
Al día siguiente estábamos temprano en la oficina de Casado en la capital para hacer un resumen de los acuerdos y poner en marcha los medios necesarios para realizar la experiencia: 
 1º.- Se va a realizar una experiencia de 10/12 has, en una parcela cercana al pueblo que esté cerca de la toma de agua y que no tenga mucho trabajo de nivelación.
2º.- La experiencia se realizará con el sistema de siembra español, con un testigo del sistema paraguayo de cultivo del arroz.
3º,- Sembraremos diez variedades utilizando españolas, paraguayas y brasileñas.
4º.- Dejaré un memorando con todas las instrucciones a Hermosa para que inicie los trabajos y empezaremos la búsqueda de un agricultor español con el que llegar a un acuerdo económico para que realice la experiencia.
5º.- Ángel pide la colaboración de R. Beca y Cía. en las gastos de la experiencia.
6º.- Como no había podido estudiar los datos relativos a la subidas anuales del río acordamos no realizar muro perimetral pero en cambio si sembrar en las fechas en las que normalmente no se inunda.
7º,- Una vez establecidas las tablas de temperatura e inundaciones existe un plazo de tres meses para llevar a cabo las siembras, llegando a la conclusión que en el futuro se establecería  un ciclo rotativo que aproveche mejor  la maquinaria y personal, realizando una sola siembra anual, pero escalonada, en lugar de intentar siembras masivas y repetidas en el mismo año, que allí es posible, como además demostramos en 1995.


Entramos por Villa Florida y llegamos, atravesando fincas particulares, hasta un lugar de la margen derecha situado encima de la letra "y" del nombre de Río Tebicuary mostrado en el mapa. Allí está Sanbaquí, creo que hoy sembrado ya de arroz.

El martes ya no estaban mis compañeros de viaje. Yo había organizado mi viaje con unos días más para aprovechar y visitar algo más de Paraguay y al día siguiente Oscar me llevó a visitar la zona arrocera del Tebicuary. Visitamos la finca de  Carvajal, unas 500 has de el arrozal sembrado junto al río, pero protegido por un muro de algo más de un metro de altura. Aquel año el  agua había subido más de lo ordinario y había rebasado el muro, destrozándolo por dos o tres sitios, con lo que la cosecha se había perdido, pero por un defecto del proyecto y no porque aquellas tierras no fueran aptas para el cultivo. Desde aquel día hasta hoy no he olvidado la enorme pradera plana, el color negro de sus tierras, de su enorme fertilidad, su impermeabilidad, dureza del suelo, carencia total de salinidad y su relativa facilidad de acceso. Tanto trasmití a Oscar mi convencimiento de la bondad de aquellas tierras para arroz, que él que ya tenía allí una Estancia, -Sanbaquí-, terminó, en pocos años, comprando miles de has en aquella zona  cuya rentabilidad inmobiliaria han aprovechado sus hijos. 
La diferencia de estas tierras con lo que habíamos visto del Chaco no tenía comparación:
-Está situada cerca de la civilización, a escasos kms de la capital
-la tierra tiene un color negro que denota la acumulación de materia orgánica a lo largo de muchos siglos de inundaciones regulares.
- Los gastos de nivelación no son comparables con las que vimos en el Chaco. Sólo con lo que vale desmontar allí, aquí quedaría  nivelada. Y con el costo de nivelación de aquellas tierras se realizan sobradamente todas las infraestructuras de cultivo.
-Este era un posible lugar para iniciar un proyecto de arroz en Paraguay.

Me quedaban un par de días libres antes de mi vuelo de vuelta a España, por lo que habíamos decidido utilizarlos para volver a Puerto Casado y fijar, con Hermosa, el lugar donde realizar la experiencia. Pero después de aquella visita a la cuenca del Tebicuary ya era imposible, para mí, continuar pensando en  un proyecto en aquel pueblo tan lejos de la capital, que si bien Asunción no es nada en arroz, Puerto Casado queda 600 km más allá de ninguna parte, por una carretera intransitable la mayor parte del año, o un río aguas arriba, con varios días de viaje. El avión queda muy bien para ir un par de veces al año a visitar la ganadería pero un proyecto agrícola de aquella envergadura requiere de otros medios de comunicación.
Así que en lugar de volver al pueblo decidí quedarme en la oficina y escribir un informe manuscrito sobre las bondades del proyecto. Pedí una libreta de colegial y si no recuerdo mal llené más de media con las ventajas, -muy pocas-, y los muchos inconvenientes que tenía un cultivo de arroz tradicional en aquellas latitudes. Las conclusiones eran irrefutables. Aquel lugar no era competitivo con los costos de realización del proyecto respecto a otros lugares del Paraguay, ni tampoco era competitivo en el coste de cultivo y transporte, tanto de inputs como outpus.