domingo, 31 de marzo de 2013

DEL ARROZ AMARGO 1 AL AVION, LASER Y GPS. Las Marismas del Guadalquivir.


La formación geológica de las Marismas del Guadalquivir


En los próximos capítulos pretendo contar el desarrollo del cultivo del arroz en el siglo XX  en  las Marismas del Gualdalquir, conjuntamente con su historia. Será la historia contada por un colono y su esposa que los trajeron a esta inhóspita tierra, desde otras regiones de España, a él con diez años y a ella con dieciocho meses y de su mano veremos la evolución del cultivo a lo largo de un siglo, desde un cultivo artesanal y con trabajos inhumanos a un cultivo industrial, -hasta en los casos de los pequeños agricultores-, pasando de estar todo el cultivo metidos en barro hasta las orejas a estar subido en maquinaria con radio, y equipos de control por láser y GPS.
Dado que una buena  parte de los lectores de mi blog son latino-americanos, repartidos por los cuatro puntos cardinales del  planeta, tendré que empezar esta historia por el principio, es decir, ¡qué son las Marismas del Guadalquivir, cuándo se formaron geológicamente y quién realiza su transformación hasta conseguir hacer de esta tierra ganadera, -desértica en verano, anegada en invierno, incomunicada todo el año, con trillones de mosquitos transmisores de las fiebres palúdicas, repleta de lucios salados, carrizales y tierras estériles,- hasta  convertirla en la primera zona arrocera de España y una de las más modernas y productivas del mundo!
Como deseo resaltar el sacrificio de todo un pueblo, -Isla Mayor, antes Villafranco y antes El Puntal-, empezaré y tal vez también lo termine con la foto aérea de este pueblo sobre el que se va a centrar toda esta historia. Existen, o existían, otros pequeños núcleos de población, antiguos y ya desaparecidos y el inicial  poblado, Alfonso XIII, cuyas gentes participaron codo a codo en esta penosa colonización.
Como fuente de los datos históricos usaré y abusaré del libro de mi querido amigo Matias Rodriguez Cardenas: Historia de la Isla Mayor del Rio Guadalquivir ( Desde su formación hasta nuestro dias)  que es, para mi y sin lugar a dudas, el mejor libro sobre historia de la Isla y fuente de datos, ineludible de todos lo que deseen ampliar los vastos conocimiento y datos que en él se exponen. Es muy posible que muy pronto podáis disfrutar de su lectura en cualquier parte del mundo, pues ayer, Jueves Santo de 2013, Matias me anunciaba su idea de digitalizarlo y subirlo a la red, gratuito, junto con sus otros libros y estudios sobre la historia y sus gentes; de las Marismas, de Puebla y de Coria del Río.
La introducción la voy a dividir en tres o cuatro post, fáciles de digerir:
El primero abarcará la historia de la colmatación de las Marismas y una brevísima historia de su utilización hasta la llegada de Eric Fisher. Fijarse si es reducida, que mientras Matías ocupa en su detallada  explicación más de cien páginas, yo lo reduzco a unos cuatro folios.
El segundo contará los intentos de colonización iniciados por éste soñador, Fisher, y finalizará con la intervención de Rafael Beca en la consolidación de la siembra del arroz.
El tercero relatará los riesgos y esfuerzos que asumió este gran hombre y terminará con la llegada de mis padres a la Isla, el 3 de Febrero de 1954, un año después de la muerte de Rafael Beca.
Y tal vez ( ya lo pensaré) complete con un cuarto post la total transformación de las Marismas que prácticamente finaliza con la puesta en riego de Cantarita y las tierras cercanas al Cruce que fueron, en cambio, las primeras que se privatizaron y cultivaron en la Isla Mayor.

Municipio de Isla Mayor en el siglo XX
Esta foto pertenece a los últimos años del siglo  XX o primeros del XXI. Hay dos obras en las que he intervenido de manera definitiva que son: la Cooperativa Veta la Mora, -es la última obra, en la parte superior de la foto, a la derecha-, que tiene realizadas las dos fases, pero no el molino y las naves de cascarilla y pesticidas. La otra obra, significativa para mi, es el complejo de viviendas y chalets de Segunda Generación, donde ya está terminado el edificio multiusos del Ayuntamiento y también parece hecho o parcialmente terminada la obra de Baixauli, que está junto a los chalets que construimos Federico Clar y yo.
Empezaré a contar la historia de este pueblo  desde que el suelo que ocupa no existía y el fondo del lago, en ese lugar,  debería estar a unos 18 metros bajo el agua del Golfo Tartésico, que más tarde se llamaría Lacus Ligustinus.
La cifra de 18 metros no es arbitraria, ni procede de ninguna investigación científica, pero cuando construimos los silos de la Cooperativa Veta la Mora, los cimientos descansaban sobre unos pilotes que hubo que profundizar a esa profundidad hasta encontrar las margas duras.


http://www.google.es: Enlace desde donde he tomado la foto.

Vamos a empezar nuestra historia unos 20.000 años a.C, cuando el mar llegaba más arriba de Sevilla y el Guadalquivir venía colmatando el valle desde miles de años atrás. Según algunos autores Sevilla hacía poco tiempo,- algunos siglos, claro-, se hallaba a decenas de metros bajo la superficie actual, pero para esta época varios puntos ya emergían entre el profundo golfo marino y la desembocadura del río.
En esta época, que pilla el IV y último período de la Glaciación Würm y que lógicamente invitaba a los humanos a desplazarse hacia el Sur buscando mejor clima, es muy fácil que Neandertales y Homo Sapiens se mezclaran en las riberas del enorme golfo marino, rico en peces, moluscos y crustáceos, con abundante caza y algunas plantas y tubérculos comestibles. Los hombres modernos habían desplazando al Neandertal hacia el sur de Europa, -absobiéndolos o exterminándolos hasta que los últimos vestigios se han encontrado en Gibraltar, arrinconados sobre el Mediterráneo hasta su extinción definitiva.
Si nos remontamos a épocas protohistóricas de la que ya existen relatos, donde la ficción se mezcla con alguna realidad, hace unos 6/7000 años el río desembocaba a la altura de Sevilla donde estaban instalados los ancestros del pueblo Ligur, los primeros habitantes conocidos de la península ibérica y que seguramente estaban emparentados directamente con la raza que había colonizado Europa en la emigración africana del homo sapiens.



Situación, histórica del Lacus Ligustinus tomada de Arrozua,es (coop. arrocera de Isla mayor)
Más a menos en el centro de este Lago Ligustinus se encuentra hoy el municipio de Isla Mayor

Hace unos 3.500/4.000 años parece que tuvo lugar otro gran cambio climático, que sin llegar a ser una glaciacíon, si provocó un enfriamiento global tan importante, que hizo bajar considerablemente el nivel del mar y este fenómeno hace que el lago empiece a colmatarse a mayor velocidad, al quedar pequeñas islas al descubierto, donde nace  vegetación y ayuda a que los depósitos de limos aumenten de manera considerable. Por otra parte las corrientes marinas del Golfo de Arenas Gordas, Matalascañas, van depositando gran cantidad que arena en lo que se convertirá en una duna móvil, marina, en dirección a San Lucar de Barrameda y, a su vez aérea, cunado el fuerte viento del Sudoeste empuja esas finas arenas volanderas que avanzan hacia el interior aumentando la anchura de la duna. Nunca llega a cerrarse pues el río en cada una de sus múltiples avenidas arrasa con el final de la duna,  permitiendo solamente la formación de  una barra sumergida que detiene el vertido de las aguas durante la marea baja,- durante la marea alta detiene la velocidad el propio mar-, ayudando a una rápida colmatación. Esta barra de San Lucar, sigue todavía formándose por las mismas razones de flujo-parada-reflujo-parada y así sucesivamente y  hay que drenarla contínuamente para permitir el paso de los barcos.


http://mcarmencb.over-blog.es
Aquí podemos ver la configuración actual de la Isla Mayor y de los pueblo afectados en su día por el Lago Ligustino.

Hace unos 3000 años empieza la colonización del Mediterráneo Occidental, por fenicios y griegos, fundamentalmente. Aquí entramos ya en la historia con los relatos de navegantes, aunque teniendo en cuenta que Avieno, por quien nos vienen los primeros datos, escribe sobre hechos ocurridos más de diez siglos antes. Pero, si los relatos pueden ser dudosos, en cambio, nos quedan vestigios arqueológicos que demuestran la existencias de esas migraciones y la época aproximada en que tuvieron lugar como ocurre con Gades,- Cadiz-, la primera colonia fenicia más allá de las columnas de Hércules.
Sin embargo, y advirtiendo que no pretendo entrar en polémica en un tema en el que no soy experto, ni siquiera aprendiz, discrepo por sentido común que no por ciencia, del lugar donde está situada , en este mapa,  la ciudad de Tartessos. Primero porque conozco la zona y no he visto, en el lugar señalado con el punto rojo, ningún sitio idóneo para ubicar una ciudad, centro de una gran cultura muy implicada en el manejo de minerales y que en este caso estaría situada en una lengua de arena que no tenía estabilidad ni seguridad.  Y en segundo lugar porque Tartessos llega a disfrutar de tal prestigio, que en aquella época, griegos y fenicios la consideraban el centro técnico y cultural más avanzado de las civilizaciones de la época, -seguramente estos viajeros no habían visitado, Menfis, Tebas, Babilonia o Nínive-, por sus técnicas en el manejo de los metales, su cultura y la gran abundancia y variedad de comidas de las que ya disfrutaban los tartesos. Esa ciudad famosa por sus riquezas, obligatoriamente, tenía que estar situada en un sitio defendible del ataque de los pueblos del interior y de los piratas del Mediterráneo. 
Antes que aceptar esta ubicación para la ciudad de los Tartessos, me resulta mucho más fácil aceptar que estuviera situada cerca del lugar donde se ha encontrado el gran tesoro del Carambolo, llamado así precisamente por el nombre del lugar donde se encontró, sobre unas colinas cercanas a la capital sevillana y que es totalmente asumible que la ciudad se situase sobre una altura prudencial, dadas las "bromas pesadas"que se permitía el Guadalquivir y como un elemento más, casi imprescindible, para preparar una buena defensa de los ataque exteriores.


Foto de: pacodedios.blogspot.com, con una teórica ubicación de la Atlántida.


También podemos manejar la improbable hipótesis que  Tartessos y Atlántida son la misma ciudad, aunque por la misma razón  anterior, de poca practicidad, tampoco me inclino a pensar que la Atlántida esté bajo las arenas del Coto Doñana,- una de las últimas ubicaciones propuestas para la Atlántida-, en lo que sería la costa Oeste del lago Ligustinus, dado la enorme variabilidad de la altura del agua circundante entre baja-mar y los plemares con avenida invernal del Guadalquivir, incluida. Pero claro que desconociendo la duracón de esta última "pequeña glaciación" que hace descender varios metros el nivel del mar quien nos dice que Atlantida no se construyo sobre un terreno seco y relativamente cercano al lago, lo que le permitiría tener el canal de acceso a toda la ciudad, que según nos cuentan estaba formaba por un templo cuadrado en su centro y dos semicírculos sobre los que se edificó la ciudad rodeados por canales que a su vez conectaban con el lago.
Esta última ubicación se propone tras el estudio de unas fotos satelitales cuyos relieves permiten suponer, bajo la arena, los perfiles de unas figuras de forma circular con una parte cuadrada en el centro. Parece que existe alguna dificultad para poder realizar excavaciones en esa zona y las fotos que he podido localizar no tienen la suficiente definición para que compense subirlas y he preferido explicarlo, aunque a mi me gusta más una imagen que mil palabras. Este método de estudio satelital del subsuelo, por el relieve que aparece en la superficie, ha permitido encontrar muchas ubicaciones de pirámides y grandes edificaciobes en Egipto.

Desde aquí nos pasamos ya a los romanos cuando Escipión el Africano, lleva la guerra púnica a Hispania, para evitar que Asdrúbal, hermano de Anibal, pudiese llevarle refuerzos hasta Italia a través de la Galia Transalpina, por donde con anterioridad  había pasado Aníbal con su ejército, derrotando a los cuatro ejércitos romanos que intentaron parar su llegada a Roma. Hay una magnífica trilogia de Santiago Posteguillo: Africanus, Las Legiones Malditas y La Traición de Roma donde se documenta perfectamente la situación de España en el siglo II a.C. con los diversos pueblos y tribus que la ocupaban y que si no habéis leído os la aconsejo.No me cabe duda que muchos barcos romanos y cartagineses se enfrentaran en los infinitos recovecos que ya tenía el Ligustinus y que todavía cubría una enorme extensión, como quedó demostrado cuando en 1960 se encontró una nave romana cerca de Jerez de la Frontera.

Pasándonos ya a nuestra era, primero los visigodos expulsan a los romanos y en el 711 los árabes entran por el Sur y tras la batalla del Guadalete, derrotan y avasallan a los godos, qué duda cabe que además de la penetración por tierra, habría otra más rápida y eficaz por el río, que era navegable hasta la mitad de camino entre Sevilla y Córdoba. Los árabes pusieron nombre a nuestro  río Guad-al-Quivir que significa: Guad, río y Quivir, grande. El valle era, para ellos, un paraíso en la tierra y aquí aguantaron los envites de los cristianos  casi ochocientos años. Hay que suponer que en la primera invasión parte de su ejército subiría hasta Híspalis a través del lago, entonces todavía era un lugar temible para desembarcar pues existían lugares donde el suelo era una acumulación de limos que no tenían un fondo firme por lo que se tragaban a caballos y jinetes sin dejar rastro de ellos. Era pues un lugar infesto, salobre, sin un sólo árbol, lleno de serpientes, alguna de ellas venenosa como la víbora, y lobos, pero por la misma razón era un lugar donde podían esconderse los perseguidos por el ejército o por la justicia y así continuó  como refugio de perseguidos, hasta bastante tiempo después de nuestra guerra civil, ya que alguno de nuestros conocidos pasaron años entre los carrizales huyendo de la dictadura de Franco.
Durante la ocupación musulmana de Al-Andalus también los vikingos subieron por el río Guadalquivir, arrasando a sangre y fuego todos los poblados ribereños y algunos otros cercanos al mismo. Pero en la segunda o tercera invasión, Abderramán III,  que estaba sobre aviso y esperándolos, los cercó y casi exterminó. Sólo algunos escaparían de la furia del sultán y seguramente acabarían sus días perdidos en el enorme laberinto de ríos, lucios, canalones y tierras movedizas que todavía compartían el antiguo lago. Pero también en esa época ya había lugares consolidados, -esencialmente en la parte Norte de la Isla-, donde los árabes llevaban a pastar su magníficos corceles.
Tras Las Navas de Tolosa, el poder musulmán ya no llega a recuperarse para llevar a cabo un contraataque importante y los cristianos van ocupando plaza a plaza hasta terminar con la conquista de Granada de 1492.
Desde la conquista de Sevilla por el rey Fernando III, las Islas Mayor y Menor del rio Guadalquivir  se fueron consolidado como lugar de pastura comunal de Sevilla y los pueblos del entorno. Precísamente par ayudar a financiar la guerra contra Boabdil, los Reyes Católicos cobraron alquiler por las cabezas de ganado que entraban a pastar en las Islas y más tarde hay una concesión Real de las Islas al Cabildo Sevillano para su uso continuo con el cobro del pago por cabeza, por las pasturas, con el fin de financiar los gastos de las Cortas del Río, realizadas para aliviar en parte, las riadas. facilitando el desagüe. Pero con esa primera corta "La Fernandina" que alivia las riadas de Sevilla, en cambio empeora las inundaciones de las Marismas pues habían cerrado el Brazo de la Torre y Pineda con lo que las aguas de Guadimar quedaron encajonadas hacia el sur convirtiendo las marismas en su campo de expansión.
Tras la Guerra de la Independencia, -mediante concesiones reales-, empiezan a venderse trozos de la superficie isleña, que lógicamente eran los mejores pastos, con el pretexto de realizar transformaciones de tierras ganaderas en zonas agrícolas. Desde Carlos IV hasta Franco, todos los gobernantes apoyaron estas transformaciones que eran en esos momentos una práctica normal en cualquier país avanzado cultural y económicamente. Países ricos que además influían con sus capitales en colonizaciones de otros países, tal y como ocurrió en Las Marismas del Guadalquivir. Nuestra historia de este primer capítulo termina con la concesión perpetua de la Isla Mayor, transferible a sus hijos y con capacidad de pordela vender, del rey Fernando VII al Marqués de Casa Riera y sus descendientes, de todas las tierras de Isla que no hubiesen sido cedidas con anterioridad por otras concesiones reales. Desaparecían las tierras de nadie que podían utilizarlas todos, para que pastasen sus ganados, y a partir de entonces el pago por cabeza al paso en  la barca o por el puente, que construyó el Marqués, era recaudado por sus administradores.
Para obtener la concesión el Marqués había prometido la transformación de toda esta marisma, o al menos la mayor parte, en tierras agrícolas, pero se limitó a construir el puente de entrada a la Isla para cobrar peaje, construir el canal de Casa Riera que pasa por el Municipio de Isla Mayor y el terraplén que evitaba las riadas de la parte Norte, a aumentar las rentas por el pasturaje del ganado  y a largarse a Paris donde le apetecería vivir más que en Madrid.
El Consistorio sevillano litigó en defensa de sus derechos de pertenencia de aquellas tierras que el Rey les había arrebatado a cambio de cuatro chavos, pero perdieron el pleito. ¡Menudo era el despótico Fernando VII para que le fueran cuestionando sus decisiones! Es a partir de la Ley Cambó, -que promovía la transformación de marismas y terrenos encharcadizos y pantanosos, con subvenciones y exenciones fiscales, con el fin de convertirlos en terrenos aptos para el cultivo y a su vez evitar la malaria y otras enfermedades infecciosas que provenían de esas charcas pestilentas, algunas de ellas cerca de las ciudades-, cuando hay un par de intentos muy serios de transformar todas las Marismas de la margen derecha del Gaudalquivir. 
Primero fue "La Agraria del Guadalquivir S.A." la que propuso un plan de desecación y saneamiento de 63.000 has,- Isla Mayor, Marisma Gallega, Marisma de Hinojos y otras propiedades más pequeñas-, con la finaidad de preparar esas tierras para la siembra de algodón, maiz y arroz, entre otros, y una vez demostrada la viabilidad de las tierras empezar la parcelación y venta a pequeños agricultores de confianza de la empresa, ya conocedores de estos trabajos y que aportasen algún capital  inicicial con el fin de implicarlos totalmente en la transformación y evitar una desbandada en las primeras de cambio.
Mientras tanto aparece un personaje indómito, soñador y visionario, al que yo realmente le atribuyo el mérito de ser el verdadero impulsor de la transformación de estas difíciles tierras. Remigio Eric Fisher: para unos ingeniero, para otros un trabajador que estaba en el Delta del Nilo realizando la transformación de las tierras del delta en tierras agrícolas, mediante su canalización para riego y desagüe y la construcción de la infraestructura de comunicaciones.
Pues Fisher y su jefe, Dtor General de Rio Tinto y embajador de Londres en Egipto, pasaban a través de España, para llegar a Calais, evitando las peligrosas aguas de Cantábrico. Para otros autores, estaban en LasMarismas invitados a una cacería de patos. Para mi la cosa está más clara que el agua. Algunos de los grandes propietarios de las Marismas y me inclino por el Marques de Casa Riera, aprovechó su viaje desde el Nilo a Londres para hacerlos pasar por España e invitarlos a una cacería, con lo que inevitablemente aprovecharía la experiencia de Fisher para tantear las posibilidades, que él veía, de realizar aqui lo que ya estaba haciendo en el Delta del Nilo.
Me arriesgo a especular con la utilización de Fisher, como experto en transformaciones a regadío, porque yo he sido utilizado varias veces en ese mismo sentido al invitarme ver tierras y presentar opciones de compra, con la exclusiva intención de ver mi punto de vista de arrocero respecto a unas tierras ganaderas, no teniendo ni la más mínima intención, ni deseo, de venderlas. Sólo querían saber con seguridad si sus tierras, ganaderas, tenían vocación agrícola con lo que su valor se multiplica.
A este soñador, Fisher, le gustó tanto lo que vio que se quedó en Sevilla para ir contactando con los dueños de las Marismas, que al final eran cinco o seis personajes. Mientras, Milner, - que me huelo sería su jefe y lo había traído para conocer las posibilidades de esas tierras-, se iba a Paris y Londres a buscar el dinero para comprar las mismas tierras de Marismas que hemos descrito en el proyecto anterior. En ese ínterin el ingeniero Mendoza,  Director de "La Agraria del Guadalquivir, S.A." estaba trabajando en informes de viabilidad presentados por ingenieros prestigiosos a nivel nacional e internacional, desacreditando el proyecto de su adversario Fisher y proponiendo al Gobierno la renuncia a la subvención y a las ventajas fiscales, de la Ley Cambó, si se les otorgaba la autorización para la transformación.
A Primo de Rivera le gustó más el proyecto de Fisher, que además de presentar una colonozación directa en pequeñas parcelas, conforme se fueran preparando, ya había comprado el Rincón de los Lirios, con unas 150 has, y estaba realizando experiencias de cultivos de distintas variedades de algodón y maíz y seguramente algún otro grano que pudiese ser rentable para estas tierras.
En 1927se creó la empresa  para la compra , transformación y venta de las tierras de Las Marismas con el nombre de "Islas del Guadalquivir, S.A." con capital suizo, inglés y británico.
Y hasta aquí llega nuestro primer capítulo cuya pretensión, no es otra que dejar claro que Las Marismas del Guadalquivir son unas tierras geológicamente modernas, situadas en lo que primero fue un golfo del Atlántico y posteriormente un lago interior con una transformación natural continua, de colmatación, hasta el siglo XX, que el hombre empieza a rodearlas con muros para evitar las continuas riadas, y que a partir de ahi todas sus transformaciones son obra humana en base a unos esfuerzos brutales preñados de frío, sudor y lágrimas que iremos desgranando paso a paso en cada capítulo.


martes, 19 de marzo de 2013

PUERTO CASADO 3 (Un día cualquiera, continuación)





En Octubre de 1994  habíamos conseguido situar toda nuestra maquinaria en Puerto Casado e inmediatamente empezamos a preparar el terreno para sembrar la superficie que el tiempo y las circunstancias nos permitiese. La fecha de siembra normal de arroz en el Paraguay finaliza a mediados de Diciembre. Para esa fecha todavía no habíamos conseguido dar el primer pase de cultivo a las más o menos 50 has que queríamos sembrar.
Yo tenía total libertad para distribuir mi tiempo entre Paraguay y España y todos gastos eran por cuenta de la empresa, incluidos los viajes, pero cuando llego la Navidad, además de tener los trabajos muy retrasados, no me hice el ánimo de dejar a Juan, Pepe y Antonio solos en las primeras navidades que allí pasábamos y me quedé a celebrarlas con ellos.
También fueron esas  las primeras y únicas  navidades que yo he pasado fuera de mi hogar. La Noche Buena es una tracción sagrada para mi parte familiar granadina y Navidad es el día más importante del año para las reuniones familiares en Valencia.


Cena de Noche Buena de 1994
En la foto vemos a Marcial, con su impecable estilo sirviendo la mesa y junto con los cuatro arroceros teníamos: a mi derecha Francisco Díaz Calderara y Sra. y frente a mi, -semi-cortado en la foto-, a Juan Sosa. A mi izquierda, aunque no se ven, estaban sentados Hermosa y Vidal,- químico de la empresa-, y su segunda esposa. Comento esto porque Vidal tenía una hija que celebró ese año su puesta de largo, en Asunción. Y allí estaban las dos familias en perfecta armonía lo que me llamó bastante la atención y me agradó por la normalidad del trato entre ambas.
Como no podía ser de otra manera, celebramos la cena de Noche Buena como una comida familiar y al terminar fuimos a la Misa del Gallo. No recuerdo los años que hacía que no acudía a esa Misa tan especial, pero aquel cura me quitó las ganas de volver por larga y tediosa que la hizo. Fue un oficio  que me hacía recordar mis tiempos de niño, por la parafernalia alrededor de la Eucaristía. Me llamó la atención que delante de mi había un perro que se chupó toda la Misa sin moverse de los pies de su dueño. En cambio no vi. chanchos ni otros animales. Antes de la comunión, unos cuantos fieles,  se fueron levantando para dar gracias y pedirle al Señor  por alguien, algunos  confesaban sus "pecadillos", porque los gordos no se los contaban ni al Señor. Lo cierto es que pasada hora y media de reloj yo di por terminada la Misa, de forma particular, porque consideré que para dar ejemplo de acatamiento, como un nuevo líder del pueblo, ya era más que suficiente. Por esa razón volví un par de veces más a la iglesia a escuchar la Misa que oficiaba Pai Martín, antiguo salesiano como yo y que tuvimos el mismo director: Luis Valpuesta Cortés.
A pasar el fin de año, Pepe Sorrentino y yo nos fuimos a Asunción para conocer el ambiente que yo había vivido en el 92, que pasé la Navidad en casa y el fin de año en Paraguay. Esa noche le dijimos a Ñeca, la cocinera, que no nos esperara que cenaríamos en algún restaurante con ambiente. Haberlos los habría pero nosotros no pudimos encontrar ni uno. Yo pretendía cenar en el Hotel Guaraní y a las nueve ya estaba cerrado y nos dimos cuenta que era la tónica general en hoteles y restaurantes que no tenían organizado el Cotillón. Así que nos fuimos a casa y le pedimos a Ñeca que nos friera un poco de pollo, cenamos y nos acostamos a dormir como dos catetos decentes.


Además de los habituales en esta comida teníamos con nosotros al amigo Guerra. Situado entre Hermosa y Juan Sorrentino.


Esta comida fue en la casa que les cedió la empresa a Antonio, Pepe y Juan, que estaba justo a la entrada de la fábrica. La habían utilizado diversos jefes y directores de la fabricación de tanino. Era una de las mejores casa del pueblo y allí quedaron Juan y Pepe después que Antonio se fuera a vivir a otra casa, pues las relaciones entre ellos eran demasiado tensas. Antonio, ocupó por su cuenta, otra gran casa en la que se instaló y que yo sepa todavía sigue allí. Ni Casado S.A., ni los Moon, ni la Municipalidad han logrado que se vaya a vivir a otra casa que le habían adjudicado a su nueva compañera, Gilda, con la que vive desde muy poco después de llegar y con la que tiene dos hijos guapísimos. Por cierto que les ha puesto los mismos nombres que los dos hijos que tiene en España con su primera esposa. Me comentaba hace poco que el mayor, que ya tendrá 16 ó 17 años , tenía conocimientos avanzados de internet y espero que pronto lo pueda añadir en FB para tener contacto directo con ellos. Ese día, de la foto, teníamos un invitado muy especial en la mesa, Guerra, que había venido a vernos y estudiar si le interesaba sumarse al grupo para futuras ampliaciones. Por esas fechas tuvimos otra visita, uno de los hermanos Boixet, que también podía estar interesado. Con él nos pasó una anécdota curiosa y muy particular del Paraguay. Estábamos cenando frente al Pabellón de los héroes en un bar-restaurante, que sólo tiene barra para comer y donde se toma una sopa de pescado espectacular, y junto a nosotros había tres muchachas que nos miraban con atención y con las típicas sonrisitas de las chicas que te miran con buenos ojos. Yo, que estaba justo al lado de una de ellas, les pregunté de broma, quién era el que les gustaba y muy tranquilamente me dijo, -pues a mi amiga le gusta el rubio de los ojos claros y le encantaría tener un hijo con él. Tal vez os parezca raro, pero así ocurrió y realmente la mujer paraguaya, es distinta a las de  otros pueblos y costumbres. A muchas, les encanta tener un hijo, pero sin estar amarradas a un hombre, y lo eligen como vimos que hacían las indígenas maskoy entre los muchachos que le gustaban y mientras en nuestra sociedad, hasta ahora eso se veía con malos ojos, allá. la mujer soltera es tan respetada como la legalmente casada. ¡Como yo creo que debe de ser!
Para comprender esa mentalidad tan desinhibida hay que remontarse hasta finales del siglo XIX, cuando, tras perder la guerra contra la Triple Alianza, el Presidente de la Nación le encarga a la mujer paraguaya la misión de rehacer la población del pais, cuyo hambres habían sido masacrados por los brasileños con la anuencia de argentinos y uruguayos.
No había hombres para tomar esposo, sólo quedaban algunos tullidos capaces de procrear y así empezó la repoblación del Paraguay, formándose una sociedad libre de prejuicios y críticas destructivas, en ese asapecto.


Juan Sosa y Pepe Sorrentino


Esta era una de las mejores diversiones que podíamos permitíamos algunas tardes. Juan era un buen guitarrista y mejor "cantaor" Debo de tener por casa un casete grabado con sus canciones que hace tiempo que estamos buscando y no hemos podido localizar. Se lo regaló a Maricarmen uno de esos días que venía a comer con nosotros o pasaba la tarde charlando y tocando la guitarra. Murió unos años después que yo retornara a España y también faltó por esa época su hermano Ruben que era director de uno de los colegios de Puerto Casado. Dos personas de gran calidad humana, jóvenes, entregados a los demás y siempre alegres. Una pérdida irreparable que yo sentí mucho cuando me enteré, pues especialemente Juan era un amigo con el que compartía mis cuitas y los problemas que acarrea trabajar para una gran empresa que era como un mini-estado, con toda su burocracia, envidias, intrigas y donde se mezclaban buena gente con "mediocres, petimetres y cagamandurrios"


Gillermo, sus tres amigos norteamericanos y Alejandro Herrera, tornero y asador de carnes y pescados.

Aqui vemos a Alejandro, preparando una paella para nuestro amigo Guillermo Stuard y sus tres acompañantes norteamericanos. Aunque la foto es mala, en cambio, tiene la particularidad que es en la única fotografía que tengo donde se puede ver el "artilugio" que le mandé construir a Alejandro para poder hacer las paellas con comodidad.
Había tenido que cocinar dos paellas en la Casa Directorio de Asunción y pocas veces he pasado más calor en mi vida. Que no era solo calor, sino que el fuego del asador de carne, abierto más de un metro y sin protección, es absolutamente nefasto para hacer una paella, puesto que la paella necesita un continuo cuidado en los sofritos. Colocado junto a ella pues tampoco tenía una paleta de mango largo,  al incio que debe tener un fuego fuerte, era imposible soportar el calor y por eso construí un aparato que, además de paliar las molestias del viento en campo abierto, permite tener el fuego fuerte pero acercarme a la paellera por la parte que está cerrado y llega calor, pero soportable.
El invento para hacer las paellas es muy sencillo y os lo explico porque para guisar algo en zonas abiertas es muy práctico. Se trata de cortar un bidón metálico de 200 litros por la mitad. En la parte inferior se le sueldan cuatro patas para conseguir la altura deseada. Unos diez centímetros del suelo del bidón se le coloca una rejilla, donde posteriormente colocaremos la madera y entre la rejilla y el suelo hay que dejar una gran abertura, para entrada de aire y  por donde poder extraer la ceniza. Por encima de la rejilla, donde podremos colocar la madera, se abre otra abertura por donde podremos manejar la intensidad del fuego mientras está la paellera colocada encima. Para mantener la paellera se sueldan tres o cuatro pletinas que cubran casi hasta el centro con idea de que se puedan colocar paelleras de distinto tamaño, incluso ollas más pequeñas.


Con Carmen la esposa de Pepe Sorrentino

Carmen, era entonces la esposa de Pepe Sorrentino, hoy han decidido tomar caminos independientes. Carmen es una mujer de una calidad humana excepcional y que estaba muy enamorada de su marido desde que eran dos niños. Pero a Pepe Sorrentino la Isla Mayor se le había quedado pequeña y empezó a buscar tierras para arroz en Africa, junto a su hermano Juan y Antonio Meseguer hasta que se enteraron del proyecto promovido por Pedro Beca y vinieron a ofrecerse para intentar hacer las américas. Cuando regresamos a España Pepe estaba muy ligado a Paraguay y volvió varias veces hasta que se separaron y se quedó alli, con su hija paraguaya.
Que yo recuerde tiene tres hijos de los cuales uno, Juan Carlos, estuvo la última siembra en Puerto Casado. Como era un chaval noble, alto y bien parecido, el éxito entre la juventud femenina casadeña era espectacular. No puedo contar mucho más porque normalmente nuestros horarios de paseo no coincidían y además casi siempre salía con su padre, mano a mano. Lo cierto es que  todavía hay muchachas, hoy ya mujeres, que me preguntan por Juan Carlos, a través de FB, ya que la página que creé de Amigos de Puerto Casado, para darles acceso a mis fotos del Chaco, ha permitido ponerme en contacto con mucha gente a la que hace muchos años no veía y de vez en cuando agrego alguno más.
Como anécdota debo destacar el día que Maricarmen y yo habíamos salido a tomar una cerveza, antes de la cena, al bar que solía ir, antiguo cine de verano, que resultaba un sitio agradable ya que nos sentábamos, en lo que antes  era, el patio de butacas que por lo menos estaba hormigonado. Había muchos  otros sitios fuera, pero sólo utilizables cuando no había llovido, pues el suelo era de tierra y en las primeras gotas se volvía primero resbaladizo, después intransitable. Pues aquel día, sentadas junto nuestra mesa, había tres preciosas chicas casadeñas, riendo y charlando, casi todo en guaraní y entró Juan Carlos por la puerta de la calle que estaba a pocos metros de nosotros. Cuando lo vio, una de las chicas, exclamó, ¡Me lo comía enterito!  en perfecto castellano que Mary escuchó perfectamente, un poco escandalizada. Le tuve que explicar que eso jamás me había ocurrido a mí, pues tenía treinta años más que el  y la verdad, no le hacía sombra. Mary se quedó un poco escamada, pero me creyó.
Tal vez al leer esto el lector piense que la mujer paraguaya es así de agresiva. Pero estoy dando de ella una imagen que no es real por eso quiero aclarar, que lo que dijo aquella chica lo escuchamos nosotros pero no Juan Carlos, por lo  que aunque parezcan muy liberales, en cambio, son muy prudentes, introvertidas y poco dadas a exteriorizar sus sentimientos. Prefieren que la iniciativa la lleve el hombre. Pero tampoco me tenéis que creer mucho en este tema ya que no soy un experto conocedor de la mentalidad femenina paraguaya, ni de ningún otro país.


Caracol acuático del Chaco

Muchas noches, durante su estancia en Puerto Casado, fui a cenar a casa de Pepe Sorrentino  y Carmen. Teníamos la costumbre de cenar temprano por lo que de 8.30 a 9, que ya habíamos terminado yo solía decir, -me voy a mariscar un ratito-, y me iba al antiguo cine a tomarme mi wisky medicinal, ritual obligatorio, antes de acostarme. Al siguiente día me preguntaba Carmen -¿pescaste algo anoche? y yo le repartía invariablemente, -a las diez ya había mariscado bastante, mañana más.
He escogido la foto del caracol acuático del Chaco que llaman allí; jatyta y que es una especie de caracol bastante común en el Chaco de hábitos más acuáticos que otras especies chaqueñas y que teníamos muchos en el arrozal. Su color es marrón obscuro y su cuerpo redondeado parecido al de nuestras cabrillas pero con una tapa protectora y una textura parecida a la de nuestras cañaillas. Se ven montones de cáscaras bajo los nidos del Hornero que los come en su nido y amontona las cáscaras en la base de los palos donde suele construir su casa, que por cierto allí llegan a tener varios pisos de altura con unos nidos unidos a otros como las casitas adosadas. Una de esas cáscaras, la más grande que vi se la traje a mi suegro para que los viera y era del tamaño aproximado de una taza de desayuno de unos 8 ó 9 centímetros de diámetro.
Pues ese caracol me gustaba muchísimo y Carmen nos lo preparaba como hacemos aquí en Isla Mayor los cangrejos de río, con una salsita con tomate, cebolla, vino y alguna guindilla picante (aji), más el secreto especial de cada uno. Después de comerlo varias veces, alguien nos aguó el invento. Nos dijo: los indigenas afirman que el come esos caracoles puede volverse loco. Tras investigar un poco comprobé que si, que era portador de un virus que podía afectar al cerebro. Aforunadamente, tras la muerte del caracol. al cocinarlo, muere el virus y por lo tanto no existe el peligro de contaminación virásica. Pero ¿y si no era virus y era alguna otra bacteria resistente a la coción? Por si acaso no lo volvimos a comer y es una pena pues era realmente delicioso, especialemente en aquel lugar mediterráneo, situado a mil kilómetros del mar más cercano, las variedades culinarias son muchos más limitadas que las nuestras.


Langosta azul autraliana, cuadricarinatus.

Esta  langosta de agua dulce importada desde Australia es una de las miles de especies de cangrejos que existen. Después de mucho buscar en libros especializados llegué a la conclusión que era el Cuadricarinatus, con un gran parecido al cangrejo de agua dulce, importado del Mississippi, del que "disfrutamos en la Isla Mayor", aunque este chaqueño, tiene las patas azules, su desarrollo es dos o tres veces mayor, en peso, y su calidad culinaria también tiene una diferencia notable sobre el nuestro.
Realmente yo lo disfruté bastante, pues aunque era un producto vetado para nuestro consumo interno, yo, que sabía que comer los los más grandes no era disminuir su reproducción, sino todo lo contrario, -puesto que el cangrejo es caníbal y se come a sus hermanos o padres, cuando éstos cambian su caparazón, y si es el grande se puede comer a cuarenta de los chicos mientras que cuando los chicos pillan al grande en la muda, con uno, se satisfacen unos pocos-. Pero a pesar de ello la pesca estaba limitada a los grandes acontecimientos y sólo los comíamos de vez en cuando. Afortunadamente a los casadeños les daba repugnancia comerse aquel bicho, por lo que si se reproducía lentamente era por otra causa distinta a la sobre-explotación.


Con Nielsen en el criadero de langostas.

Al frente de la astacifactoria habían puesto a un experto italiano que controlaba toda la reproducción de la langosta desde su introducción que debió ser en el 1990, por el tamaño que tenían los más grandes cuando llegué por primera vez a Puerto Casado en el 92. Había algunos que superaban los 150 gramos y que estaba totalmente prohibido pescarlos pues los consideraban los artífices de la reproducción. Aquel experto italiano sabía menos que yo de cangrejos, que no soy ningún experto en el tema, fueran del continente que fueran, pero yo los estaba soportando los últimos 15 años y aunque eran especies distintas, al final eran cangrejos los dos, cangrejos de cola larga y agua dulce.
Según los cálculos del director de la expoliación e mediados del 95, que ya había en marcha más de veinte balsas de multiplicación, debidamente valladas, -para evitar la entrada de yacarés-, bien oxigenadas, con sus aparatos de batir el agua y con la alimentación regulada con el pienso de los pollos más una pequeña especie de anguila que allí llaman, morenitas, la producción era ya suficientemente estable para empezar a comercializar e ir creando una cuota de mercado, que en Asunción, donde reitero que no hay cultura marisquera, sería difícil de incrementar.
No recuerdo muy bien en que fecha exacta fue cuando empecé la comercialización de la langosta, pero tenía que ser en algún momento en el que todo estaba en marcha y yo podía despistarme de vez en cuando. Empecé a vender langostas a los restaurantes que sabía podían ser clientes potenciales y que yo conocía precisamente porque los había buscado para encontrar marisco y no eran muchos. Pero teníamos a todos los japoneses, chinos y pocos más que tuvieran marisco,-congelado-, en su carta. 
Claro que yo jugaba con ventaja, era el único marisco fresco que podía llegar vivo al restaurante, ya que tras pescarlos le amarrábamos  sus pinza con una fuerte goma y los metíamos en cajas de madera llenas de camalotes frescos y los enviábamos por avión, con lo que llegaban todos bien vivitos. Aquello fue  un éxito que en pocas semanas terminó con las existencias de cangrejos comercializables y con el "rrollo macabeo que se traía el técnico italiano" La cruda realidad no tenía nada que ver con los informes que presentaba a los directores. Una más de las muchas mentiras que tenían que soportar de los burócratas, que se dedicaban a hacer informes inventados y a joder a todo el personal que no estaba a su favor, y que terminaban quitándolo de en medio y cuando se descubría su ineficacia era ya tarde. Me quedan muchos amigos en Puerto Casado que pueden contar tristes historias de estos tipos chaqueteros y lameculos.
Tras el fiasco de las ventas que tuvimos que parar, en pleno auge, los directores expulsaron al super-técnico y nombraron director a Nielsen, que fue su ayudante desde el inicio. Después de venirme no se cómo evolucionó ese proyecto, lo que si sé es que cuando compró la secta Moon toda la finca con las instalaciones y máquinas de la empresa Casado, S.A., fue de las primeras cosas que eliminaron y me dio  más pena que quitasen la astacifactoría que conviertiesen el arrozal en eucaliptar. Cuando yo estaba alli, me daba más confianza conseguir un buen proyecto de langosta que llevar a cabo el arroz orgánico, sin fondos operativos. Pero tenía una enorme duda y por eso nunca intenté meter baza en ese asunto. Para que aquello funcionase, había que sacar aquel cangrejo de las balsa y llevarlo al arrozal y esto conlleva un peligro ambiental que podría ser más o menos grave, pero a mi no me parece correcto traspasar especies de Continente, ni siquiera de su hábitat natural, dentro del propio país y por esa razón no intenté que ese cangrejo traspasara las alambradas de que estaba rodeado. A lo mejor tras su abandono ya se ha extendido por la zona y el Medio lo ha absorbido y asimilado creando una nueva especie que es beneficiosa. Por lo menos buenos al paladar, si que están.



Paella con la embajadora Ansorena. La 1ª en el Chaco



La paella es uno de los platos más universales entre todos los que se cocinan, por lo que afirmar que ésta es la 1ª paella del Chaco, parece una temeridad, suponiendo que  alguien ya habrá hecho allá muchas paellas, claro que lo que llaman paellas por el resto del mundo se refiere arroz seco en un caldero plano. Al margen del derecho de cada uno a denominar su plato como le parezca, para los valencianos donde tiene su origen esta comida internacional,  sin embargo, este plato tiene unas limitaciones en cuanto a lo que acepta una paella para ser considerada como tal. Hay millones de maneras de preparar el arroz y todas pueden ser buenas y aunque no hay normas para que un arroz sea una paella de tipo valenciano, hay ciertos ingredientes no acptados. Por ejemplo y de una forma expeditiva: no se debe hacer una paella con ají y pimienta negra. Recuerdo una que hice, por error, con pimentón picante y el arroz eataba bueno pero parecía estábamos comiendo chorizo en lugar de paella.
Cuando nace la paella, en la huerta valenciana hace ya muchos siglos, se hacía con la carne, el arroz y las verduras que tenían a mano. También algunos le añadían caracoles. Lo habitual es pollo, cerdo y conejo y las verduras , ajo, pimiento, tomate y habichuelas de distintas especies. También es habitual usar un poco de pimentón dulce. Más tarde nace la paella mixta, donde a todo lo anterior se añade algo de choco en el sofrito y para rematar se colocan gambas, langostinos o carabineros en la parte superior  del arroz una vez ya bien distribuido. 
A esto nos referimos cuando decimos que esa sería la 1ª del Chaco, puesto, que sepamos, eramos los primeros valencianos que nos metíamos allá a cocineros. La paella la hizo Francisco Ordoñez y no fue ni mucho menos una de las mejores de su vida, puesto que había demasiados variables. Lo mismo me ocurrió a mi cuando hice allí mi primera paella en Paraguay. Sólo después de oler su aroma y probarla dije que aquel arroz guisado era una paella, porque tiene un olor y sabor característico, lo que no quiere decir  que sea mejor ni peor que otros arroces.



Parrillada en Puerto Casado.

La preparación de parrilladas multitudinarias fueron una constante en los dos años que pasamos en el Chaco. Cualquier celebración del pueblo era motivo para que la empresa, representada en esto por Hermosa, ordenaba matar dos o tres vaquillonas y preparaban estos asado para todos los habitantes del pueblos, maskoy, parguayos y visitantes de cualquier parte del mundo.
Concrétamente ésta, con otros fuegos y parrilas en otros sitios cercanos, fue el dia que se celebró el Centenario  de Puerto Casado y además de colocar una placa de bronce sobre un tocón de quebracho, a la entreada de la fábrica,- que por cierto comentan en FB que ha desaparecido-, hubo otros actos festivos sobre los que ya hemos hablado en otros capítulos.
Además de estos festejos populares, nosotros teníamos a Alejandro Herrera que siempre estaba deseando que hubiese cualquier escusa para preparar un pacú asado o una parrillada para nosotros y nuestros invitados particulares o de la empresa.
Los fines de semana, con buen tiempo y poca faena o hacíamos alguna actividad extra, o nos aburríamos como ostras. Yo recuerdo un par de veces que aproveché para hacerles una paella mis peones maskoy que vivían en el km 11.

Con la periodista del diario Noticias

Esta foto se hizo en los primeros días de nuestra estancia en Puerto Casado. La chica que nos acompaña es una redactora del Diario Noticias que había viajado a Casado para hacernos un reportaje sobre el proyecto que publicó el periódico unos días después.
En estos días también recuerdo que la empresa había preparado un acto multitudinario para explicarle a los vecinos el proyecto de arroz que íbamos a iniciar.
Montaron una especie de enorme tarima, en una explanada donde anteriormente había un edificio público, que un vendaval se llevó a ras de cimientos, y que más tarde utilizamos para secadero de arroz. En la tarima, de unos dos metros de altura, subieron los directores, Luis y Ángel Cavanagh y su primo Diego León, con sus respectivas esposas, los gerentes Chilelli y Oeyen y yo. Angel y Luis intervinieron explicando las diversas iniciativas de la empresa y a mi me habían encargado explicar en qué consistía el proyecto de arroz orgánico y cuál iba a ser la repercusión en el trabajo para el pueblo.
Durante el discurso recuerdo que pasé un mal rato cuando bajo nuestro catafalco presidencial se incició una violenta pelea, imagino que sería entre partidarios y detractores de la empresa. Pusieron en serio peligro nuestra integridad física pero el andamio-platea resistió y yo continué con mi discurso como si nada  estuviese ocurriendo. Al final alguien dijo que lo que tenían que hacer era darles las tierras, a lo que contesté, que mi misión era prepararlas y poner en marcha el proyecto y que estaba acostumbrado a comprar mi tierra y no a que me la regalaran. Sí se podía pensar en la manera de conseguir un acceso a la propiedad de la tierra mediante unas condiciones de pago asequibles al pequeño agricultor y con una valoración razonable de acuerdo con la inversión.
Al final de la charla, Ángel hizo subir a Maricarmen, que también estaba allí. Y una vez finalizado el acto nos fuimos a cenar a la casa directorio y al terminar el grupo musical formado por aficionados, la mayor parte trabajadores de la fábrica, amenizó el resto de la noche ya que realmente formaban un conjunto de música folclórica muy agradable y que era otro de los mejores entretenimiento a los que podíamos aspirar.


Pepito con los niños maskoy del km 11


Al margen de los tres o cuatro sustos de muerte que pasamos por causa de las serpientes, aquellos tres meses que Pepito pasó con Maricarmen y conmigo en Paraguay fueron de los más agradables de mi vida. Siempre que era posible lo llevaba conmigo y él se lo pasaba estupendamente. Subía detrás en la camioneta y se divertía con los burros que estaban siempre en medio de la calle y los empujaba, suavemente, con el morro del coche hasta quitarlos del centro del camino y eso le hacía reir desaforadamente,  ya que los burros se dejaban empujar en lugar de quitarse del camino cuando el coche se acercaba.
En el enlace que sigue se pueden seguir las aventuras de Pepito en el Chaco. Basta subrayar, copiar y pegar en google.

http://pepehermano.blogspot.com.es/2012/05/la-aventura-del-chaco-paraguayo1-pepe.html

En la foto, Pepito,  está con el grupo de niños maskoy a los que había encargado buscar el saltamonte chaqueño que me había pedido mi hija María del Mar que estaba haciendo un curso de capacitación agraria en el Cortijo de Cuarto donde obtuvo el título de Capataz agrícola. Como les había prometido mil guaraníes por cada langosta el primer día les pagué las ocho o diez que habían capturado y le dije que no me hacían falta más. Cuando aquel saltamontes llegó al Cottijo de Cuarto dejó a todos sorprendidos pues nunca  habían visto un ejemplar  tan grande. 


Con Chacho y los mecánicos tomando tereré

Una de las costumbres que más extrañan a  los neófitos europeos en el Paraguay es el ritual que se crea alrededor del tereré. El tereré que es una infusión fría de hierba mate, -mezclada a su vez con infinidad de hierbas medicinales de acuerdo con las necesidades de cada uno o en el caso de tomarlo, en una ronda, chupando todos de la misma bombilla, le añaden algún yuyo de carácter benéfico general y esta es una bebida equivalente al mate argentino, que es igual pero con agua caliente caliente, y a nuestro café o al thé de otros pueblos. 
Pero el tereré es algo más que un thé o un café, es una forma de rehidratación que les ha creado dependencia a la mayoría de los paraguayos, de forma que los puedes reconocer por  Europa, USA o Australia por ir a todos lados con su termo de agua fría, su guampa y su bombilla. Es una magnífica costumbre pero que a veces es usada como escusa para distraerse durante el trabajo.
Este era un tema que me llamó mucho la atención cuando visité la fábrica y veía a grandes grupos de peones que iban doblando las esquinas opuestas a donde nosotros íbamos pasando y siempre con la guampa en las manos. Más tarde comprendí que la mayoría de esos peones no tenían nada productivo que hacer. La empresa los empleaba para que el pueblo tuviese algún tipo de ingreso y por esa razón los iba rotando y era una especie de pago por mantener la paz social, por nadie admitido, pero que yo reconocí al recordar el subsidio agrario en mi entorno andaluz.
Pero en el caso de la foto, donde está mi amigo Chacho y el resto de mecánicos de la motorizada, estaban tomando el tereré, durante su tiempo de desayuno, ya que ellos sí tenían siempre bastante trabajo, al contrario de los que antes mencionaba rondando por los alrededores que, aparte de rozar algún yuyo o realizar algunos arreglos circunstanciales, nada tenían que hacer.

domingo, 17 de marzo de 2013

PUERTO CASADO 2 (Un día cualquiera)


Mi vida en Puerto Casado, un dia cualquiera.

En los dos próximos post voy a contar cómo era mi vida, en aquel pueblecito en medio de la selva chaqueña, donde cuatro españoles habíamos ido a intentar transformar un trozo de aquella enorme selva y palmares en una plantación de arroz ecológico-orgánico en un intento de la empresa Carlos Casado en buscarle una salida viable a la empresa y al pueblo cuyo único sustento era el trabajo que la fábrica les había dado a lo largo de sus cien añs de vida.

En aquel recóndito lugar íbamos a intentar emular la épica transformación de las Marismas del Guadalquivir en la zona arrocera más producitva del mundo.
Mi contrato y compromiso de liderar la transformación incluía la condicición de volver a España cada tres o cuatro meses a pasar unos días con mi familia y en uno de aquellos viajes fui a visitar a mi tía Carmen, viuda de mi tío Miguel, hermano de mi padre. Cuando le conté que había estado en medio de la selva chaqueña, primero se le humedecieron los ojos y siguió con llanto desconsolado,- cuántas necesidades y angustias habrá pasado mi Pepito; decía-. Ella recordaba la triste experiencia que había pasado en las Marismas a primeros de los años cincuenta, cuando emigraron desde Valencia al Puntal.
Vivieron unos cuantos años en una choza con techo de castañuela a unos dos km del pueblo, que tampoco era un lugar muy acogedor. Ella, me imaginaba a mi allí solo y pasando el calvario que ella pasó allí con las cuatro niñas en medio de las Marismas, que si en verano son duras,- por las nubes de mosquitos que nublaban el sol, la falta de luz eléctrica y de agua potable-, los inviernos son peores pues a esa carencias se une la incomunicación por falta de caminos transitables, sin servicios médicos asequibles (mi tío Miguel murió a causa de una úlcera de estómago perforada)todo ello agravado por las necesidades de cuatro niñas pequeñas. Ella no podía imaginar las comodidades que yo disfruté en el Chaco, por la casa donde vivía y los servicios que disponía, aunque tenía una carencia insustituible que era la falta de la familia y muy especialemente me afectaba la lejanía de mi hijo Pepito, cuya niñez me estaba perdiendo.
Pero a pesar de todo, aquellos años fueron para mi la liberación de la enorme tensión psíquica que estaba atravesando. Aquel proyecto, casi imposible, absorbía todo mi tiempo y mis energías. Disfruté enormemente del amable trato que aquel pueblo me dispensó y especialmente hubo dos lapsos especialemente felices: En Agosto del 94 cuando tuve un mes de tranquilidad y pudimos celebrar, con retraso mis bodas de plata y el verano boreal del 95 cuando junto con Maricarmen vino Pepito a pasar las vacaciones escolares conmigo en Paraguay.
Pues los dos siguiente capítulos van a estar destinados a contar cuál era el día a día en aquel lugar, donde si no estás debidamente preparado es peor que las Marismas del Guadalquivir.

El Teresita. Travesía desde Puerto Casado a Vallemí.

Para llegar a Puerto Casado teníamos tres opciones. Por el río Paraguay en el Teresita, el Cacique o el Aquidabán, un viaje que nunca llegué a realizar ya que la higiene de los camarotes y de los baños no compensaba lo que podía ser un agradable viaje. Sólo había un barco crucero paraguayo presentable, el Carlos Antonio López, que aunque nunca lo visité, si tenía la apariencia de ser un barco confortable. Recuerdo una vez que lo vi pasar frente a la Casa. Venía del Gran Pantanal, los grandes humedales que conectan las aguas del río Paraguay con las del Amazonas cuando llegan las grandes lluvias. El crucero venía desde allí, traía a los miembros de la Ruta Quetzal, comandados por de la Cuadra Salcedo. Me perdí esa visita que estaba deseando hacer y que posiblemente si hubiese estado en Puerto Casado cuando subían, los habría recibido al bajar y con una paella y un poco de coba, lo mismo me hubieran hecho un sitio. Sólo puede hablar con ellos a la vuelta, que comuniqué por radio, con el barco y no pude contactar con de la Cuadra porque me dijeron que en ese momento estaba dándose un masaje para aliviar una contractura  muscular. El resto de barcos, que por allí pasaban, eran de una presencia deprimente. Los camarotes, por lo menos el que yo visité, tendrían dos por tres metros y había dos literas en cada uno. Primero se tendría que acostar uno y después el otro. Pero lo que me hizo desistir fue la visita a los baños. Inexplicable la falta de higiene, valía más usar un cubo y tirar los restos por la borda, siempre que fuera a favor del viento de lo contrario podías tomar cerveza caliente con tapa ecológica y orgánica.
Pues aquellos barcos eran, hasta hacía muy poco tiempo, la única linea de aprovisionamiento del Pueblo y por eso los hermanos Sorrentino les llamaban el barco de Macao, pues tenían la misma presencia exterior e interior. Pero era una visita que nos gustaba realizar cuando llegaba, ya que con las latas, las frutas y las verduras venían personas nuevas y muchas veces te alegraba la mañana contemplar las chicas y mujeres que allí bajaban o pasaban. Pues Puerto Casado es un pueblo con un nivel muy alto en porcentaje de mujeres bellas y bien proporcionadas. Es increíble que pueda haber tantas mujeres guapas en un pueblo tan pequeño y es que la mezcla de razas y colores del último siglo es un crisol con un resultado espectacular. Siempre he dicho y lo mantengo, que se pueden ver más mujeres guapas en Casado, sentado al puerta de cualquier barito, que otra tarde paseando por Manhattan. Allí, en medio de Nueva York, yo me preguntaba: ¿dónde está la multitud de mujeres bellas que se ven en las películas americanas? y me respondía: en Miami y en Hollywood. 
Cerca del muelle donde paraban los barcos de aprovisionamiento había unas cuantas casitas de pescadores. A veces, la pesca era impresionante. A las puertas había unos grandes palos de cuatro metros de altura con cuerdas amarradas entre ellos. Los zurubís que allí colgaban casi llegaban al suelo. Durante los primeros años de nuestra estancia eran normales estos pescados entre dos y tres metros, ahora hace tiempo que no se ven. La pesca de tipo industrial empleada por los brasileños ha esquilmadol pesca del río Paraguay. Dentro de la casa tenían unos grandes congeladores de baúl, donde guardaban los más normalitos. De vez en cuando compraba un pacú de unos tres o cuatro kilos y llamaba a mi amigo Alejandro Herrera, tornero en  la fábrica y por tanto siempre dispuesto, y lo preparaba asado con madera de quebracho. Tres kilos; pues tres horas a las brasas, que al inicio eran tremendamente caloríficas y había que preparar el fuego un poco antes de colocar el pescado, abierto por el centro, primero asándolo por la parte de la piel donde tenía la mayor parte de su grasa, regándolo de vez en cuando con la salsa preparada, al gusto, y al final asándolo un poco por la parte limpia para que se tostase, sin quemarse. Tomarse un pacú, es un lujo que sólo se puede uno permitir en aquellas latitudes.


Esperando el vuelo con el DC 3 en la pista de Casado.

Cuando el camino estaba intransitable la alternativa era el avión. En el capítulo 2 de LAS AVENTURAS DEL CHACO, cuento con todo género de detalles como fue el desarrollo de las lineas internas TAM (Trasnportes Aéreos Militaes), de cómo nos trataban a los pasajeros y de los desastres que tuvimos que soportar. De los cuatro aviones DC 3 que empezaron en el 55, sólo quedaba uno vivo en el 96, cuando nos vinimos,  y dos de ellos se habían estrellado en la pista de Casado. Afortunadamente sin víctimas humanas ni animales. 
La pista terriza de Puerto Casado termino cerrándose, por falta de seguridad, y para volar, en vuelos públicos, hay que desplazarse a Vallemi, unos diez o doce kilómetros río arriba. Precisamente en la foto del Teresita voy a Vallemí, pues la pista de Casado estaba cerrada por lluvia, pero lo normal es que esa travesía la hiciéramos con una pequeña lanchita fuera borda donde entrábamos, apretándonos, unos cinco o seis. Cuando estabas sentado en la lancha podías sacar la mano fuera de la borda e ir tocando el agua, sino tenías miedo a que te mordiera una piraña o un pacú que pensara que los dedos, que apenas distinguiría en aquellas aguas marrones, eran frutas colgando de alguna rama.
 Esto, que parece broma, no le pareció tan gracioso a Antonio Meseguer cuando le pasó un caso similar . Estaba lavándose las manos en el canal, junto al arrozal, y de pronto algún bicho le mordió en el dedo gordo dejándole la señal de dos colmillos clavados unos milímetros. Se aterrorizo, pensando que podía ser una yarará, o cualquiera otra de las decenas de serpientes venenosas que por allí pululan e inmediatamente se hizo un torniquete en el dedo con el pañuelo, con la navaja se hizo un corte junto a la mordedura para que sangrara y envió al hijo corriendo con el tractor al pueblo para buscarme. Nosotros teníamos en la casa una dosis de antídoto para las mordeduras de serpiente pero el tema es bastante más complicado de lo que parece pues según la especie podía servir o empeorar. Así que salimos a escape con el coche lo recogimos y lo llevamos al IPS, donde no fiándose que fuera una mordedura de pacú, como creían que era, le inyectaron el antídoto y se quedó allí a pasar la noche, atendido por médicos  y enfermeras. Tuvo un poco de fiebre, pero bien pudo ser provacada por el suero anti-ofídico. Pero la anécdota quedó en eso en anécdota y al otro día Antonio estaba ya perfectamente. Asi que lo pensábamos dos veces antes de ir con la mano deslizándola sobre el agua.


Agosto del 94. Primer viaje por el camino que hizo Maricarmen y la primera vez que iba a Puerto Casado.

Era el primer viaje y lo sé porque hay otra foto, en el mismo lugar, en la que estamos nosotros dos con Pepe Sorrentino, que la haría Antonio, y que se  correspondía también con su primera visita a Puerto Casado. Ese fue el día que al llegar a la zona desmontada, donde íbamos a sembrar el arroz, yo entré confiadamente en la parte limpia para comprobar la calidad de la tierra. Lo único que comprobé fue la calidad de las espinas del algarrobo. Arbusto leñoso cuya ramas están cubiertas de espinas, de ocho a diez centímetros, conque la naturaleza lo ha dotado para defenderse de los équidos y rumiantes y que, además, tienen la característica especial  de ser venenosas. Total que esa vez, fue a mi,  al que tocó ir al IPS para que me inocularon la anti-tetánica, que al poco tiempo tuve que repetir para conservar la inmunidad durante cinco años.
Pero he escogido esta foto porque al fondo se ve una pequeña caseta sonde vive el guarda que controla la entrada, que aunque era de libre paso, había que vigilar el abigeato que es costumbre muy arraigada en la zona. Pues en aquella casita-mirador, pues estaba abierta los cuatro vientos, vivía un paraguayo de unos cincuenta años, moreno, alto, fornido, con cara de pocos amigos y con un vocabulario suficiente para que entendiesen que no se podía robar y un intelecto justito para el trabajo que tenía que realizar. Este relato viene al caso al recordar el día que contemplé un eclipse total de sol estando en la oficina de Casado en Asunción. Estaba en la terraza del edificio, junto al cuartito de lavadero, común en las terrazas, que allí estaba ocupado por el equipo de radio que le permitía a Casado estar comunicados con Puerto Casado, Buenso Aires, algunas estancias e incluso con el coche de Ángel que llevaba montado en su todo terreno un potente radio emisor-receptor. Poco a poco la luna fue tapando el sol, hasta situarse justo en el centro de nuestro astro vital, con lo que sólo se podía mirar la corona solar, a través de los cristales oscuros que nos habíamos agenciado para contemplar el rarísimo fenómeno astral. Mirar directamente a un eclipse total de sol puede dañar la vista de forma irreversible ya que puedes soportar la visión directa del sol, pero los rayos ultravioleta te dañan los ojos exactamente igual que si te llegase la luz solar directa.  Es inenarrable la sensación que te aturde, cuanto menos la primera vez como me ocurrió a mí, pues la luz solar cambia totalmente y el ambiente fantasmagórico que se produce me recordaba la luz emitida por el arco voltáico. No oscureció del todo pero si lo suficiente para que se encendiese el alumbrado público. En aquellos momentos, se recibió la llamada urgente del guarda de la entrada preguntándonos ansioso por el extraño fenómeno que estaba en ese momento. El, no podía entender cómo a media mañana empezaba a oscurecer y las gallinas se estaban acostando nuevamente. El hombre estaba desconcertado y asustado. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar, por fortuna tenía radio y el operador le explicó lo que estaba pasando y lo tranquilizo asegurándole que a los pocos minutos volvería la normalidad.


Yacarés durmiendo en el camino, junto a la estancia Machete.

Cuando viajábamos los primeros años desde Asunción a Casado, después de las grandes lluvias que habían vuelto intransitables buena parte del camino, a veces tropezábamos en el camino con algunos animales salvajes que seguían considerando como suyos aquellos parajes. Por eso vemos en esta foto a tres yacarés, plácidamente durmiendo en el camino, junto a un gran préstamo de tierras muy cerca de la vivienda de la estancia Machete. Aquello resultaba muy extraño ya que el riacho más cercano, el Mosquito, queda a varios km de distancia. Recuerdo esta foto, que hice desde el coche tras pasar por un puentecito elevado que impedía que los yacarés vieran como nos acercábamos. Por eso no bajé del coche sino que los fotografié desde dentro y cuando baje para acercarme más a ellos inmediatamente se retiraron a la gran charca que tenía justo a su lado.


Este zorro recorrió varios kilómetros delante de nuestro coche sin apartarse. Todavía era un ignorante de la maldad de algunos humanos..

Este era el preciosos camino de los años noventa cuando estábamos en  la temporada seca, desde Junio a Septiembre. Como no estaba muy transitado, sólo los carriles estaban limpios de hierba, pues las máquinas motoniveladoras y las traillas trabajaban poco arreglando el camino, tras las lluvias, ya que no tenía mucho paso de vehículos. Ir desde la Transchaco hasta Puerto Casado, pasando por las tierras de los menonitas, con los caminos perfectamente cuidados, las granjas lecheras junto al camino con sus muelles de carga preparadas para que el chófer del camión no tuviese que levantar las cántaras, ya que estaban situadas al mismo nivel que la caja del vehículo, le bastaba con acular y traspasar. Más adelante, al llegar a las tierras de Casado, a unos 160 km del pueblo aquello era otra cosa. En invierno bien, pero en verano era muy complicado y a veces imposible de atravesar  debido a los barrizales que se formaban con la lluvia y el paso de los vehículos. Entre los menos y la finca había unos cuantos kms, tierra de nadie,- en cuanto a conservación-, que estaban peor que el resto. 
Pero atravesar la selva chaqueña siempre fue para mi una auténtica gozada. Hasta en los peores momentos de las travesías que se complicaban me gustaba pasar por allí. Cuando el tiempo era bueno y el camino también, me resultaba tan agradable que me cambió el hábito de conducir. Ir de Sevilla a Valencia por la autopista, 780 km, era para mi una paliza, un día aburrido. En cambio,  el viaje por el Chaco, con  los cuatrocientos km de carretera asfaltada, buenos de transitar sólo los primeros años, luego llenos de baches, no era muy descansado pero a mi me encantaba los lugares por los que cruzábamos y mucho más me agradaba al llegar  a los caminos de tierra, donde la selva casi rozaba los laterales de los coches y que nunca sabías cómo iba a terminar aquella travesía. Por eso cuando le contaba a mi familia aquellos viajes, a través de la selva, los denominé LA AVENTURA DEL CHACO y en este blog las podéis seguir detalladamente en los capítulos 3 y 4, que seguro es lo más distraido que he escrito hasta el momento.


http://pepehermano.blogspot.com/2012/06/la-aventura-del-chaco-4-la-selva.html



Preparado para salir a inspeccionar los terrenos buscando el mejor sitio para la ampliación.

Este lugar, al que llaman km 11, porque desde allí a donde nacen las vías del ferrocarril hay exactamente esos km, era el principal centro parra realizar la inspección de los terrenos circundantes, porque era le lugar más cercano, al Pueblo,  donde teníamos equipo y monturas para salir y en segundo lugar porque era el sitio de ampliación lógico, a partir de lo que ya estaba iniciado y que había que enlazar con el resto del proyecto. Diez, quince, veinte veces saldría desde este lugar hacia los cuatro puntos cardinales inspeccionando unos diez kms en todas las direcciones pasando cada vez por un lugar distinto y haciendo croquis con la situación de los palmares, la calidad de las tierras y la facilidad de nivelación, sin perder de vista las posibilidades de enlace con la infraestructura ya construida y poder conectar el riego y el desagüe.
A última hora de la mañana cuando ya apretaba el calor solía decir: me retiro a Europa. Quería decir que me iba a la ducha y luego me quedaba en la Casa directorio hasta las cinco y media  o las seis que salía de mi fresquito cubil a pasar el resto del  calor diurno que quedaba y que todavía gozábamos en el pueblo, casi tropical.


 Preparando mi desayuno, bajo la dirección de Ortiz

No tuve mucha suerte con el revelado de esta foto, pero se adivina a Ortiz de pie dándome instrucciones y yo,   que siempre llevaba un machete en la cintura cuando salía al bosque ya que con Ortiz no me hacía falta el revólver,- él llevaba uno y además sabía manejarlo, no como yo que no le daba a tres arriba de un burro-, estoy cortando una palma muy tierna para comerme el cogollo. Ese era mi desayuno preferido cuando salíamos de recorrido de inspección, donde invariablemente tropezábamos con miles de palmeras jóvenes y que muchas de ellas ya las habían aprovechado los indígenas para la misma función que yo les daba, alimentación. Pero no creáis que aquello afectaba al normal desarrollo de los palmares, más bien era beneficioso aclarar un poco la enorme cantidad de palmas de todas las primeras nacidas. A mi me recordaba los palmitos que de pequeño comía en Valencia, aunque en el sabor nada tenían que ver. Mientras aquel era un palmito áspero y dificultoso que teníamos que comer hoja por hoja, éstos se pelaban y quedaba un tallo dulce y agradable y  precísamente por eso se han montado las empresas manufactureras de palmitos en lata que tomamos por Europa. Pues, ese mismo palmito, que tan bueno está en conserva, mucho más me gusta al natural.
Sobre las doce, de la mañana, procuraba dar por terminada la inspección diaria, pues ya el calor era agobiante. Bien es cierto que también solía llevarme una lata de budweiser,  metida dentro de una funda térmica y colgada del cinto, que le permitía llegar al final de la mañana a una temperatura aceptable. Al llegar a la casa completaba la ración con otra cerveza nacional, rubia, y estilo Pilsen, como la Cruz Campo, y que tomaba en una jarra térmica, es decir con doble pared de cristal y en medio un producto que se congela y mantiene la cerveza fría mientras te la tomas. La ducha de las doce o la una y la cervecita fría estaba entre las cosas más agradables y placenteras que podía hacer en todo el día.
Pero con la ducha tenía que espabilarme o de lo contrario terminaba quemándome con el agua. El depósito de agua lo teníamos en el techo, sobre la chapa  y al sol, por lo que el agua se calentaba al extremo de molestar. Para evitarlo, me mojaba, cerraba el agua, me enjabonaba totalmente y rápidamente me enjuagaba y si me descuidaba un poco terminaba medio asado.


Cuarto de baño de los maskoy del km 11.

Qué suerte tenían los indígenas,- allá prefieren llamarlos pueblos originarios-, cuando las lluvias mantenían el agua limpia y en movimiento en esta pequeña poza, tras un puente del camino. Era prácticamente potable, pues eran aguas de escorrentía de los palmares entre el km 11 y el 20, de unos campos limpios, llenos de hierba fresca.  No había ni ganado, por lo que aquella agua, que se mantenía fresca bajo los camalotes, estaba clarita y ellos la usaban para todo, como nuestros grifos de agua potable.
En la foto anterior a la de los palmitos se ve la vivienda de los maskoy, hecha con troncos de palmera caranday, unos junto a otros sin ligazón y sin tapar las grietas naturales que quedan entre ellos. También las tejas son algo especiales. Han cortado el tronco de la palmera por la mitad y han vaciado toda la parte central del semicírculo, quedando en forma de teja alargada. Los colocan, boca arriba, uno junto a otro y luego tapan las grietas entre ellos con otro tronco, hueco, boca abajo. Como hacemos los tejados de teja de barro cocido acanalada, pero de troncos de caranday de todo el largo de un lateral y que si no llueve no se moja el interior.
Todas las cabañas tiene la misma estructura, sean indígenas, paraguayas, de madera o de ladrillos. Están formadas por una nave larga de unos doce por cinco metros y dividida en tres partes, más o menos iguales. La parte Central está abierta a los dos lados y sirve de comedor-sala de estar, lugar donde hacen la vida, cuando llueve, de lo contrario viven bajo el árbol grande junto al que han cronstruído la casa o cabaña y los dos cuartos laterales, cerrados, son los dormitorios. Todo el suelo es de tierra pisada y normalmente no tienen para dormir más que algún saco grande de hierba seca. También son parcos en batería de cocina, cubertería, cristalería, mesas y sillas, no tienen más útiles que el trípode para colgar la olla donde harán los guisos y nada de fritos. Asado al fuego directo de las brasas. De pan usan la mandioca, que además de nutritiva y rica en vitaminas, es su tradicional acompañamiento, que les agrada muchísimo y es fácil de cultivar cerca de la casa, donde puede que algunos tengan también maiz.


Fin de semana maskoy.

Tuve la suerte que Hermosa nos llevara a Maricarmen y a mi a ver el interminable baile de los maskoy que, a pesar que yo conocía algunos, o mejor ellos me conocían a mí, yo no me atrevía a inmiscuirme en sus reuniones privadas. Desde lejos te daba la impresión que te ibas a encontrar con una tribui comanche pues la cadencia del tambor es muy parecida a la qie oímos en las películas del Oeste Americano.  Estaban todos rodeando al "tío del Tambor" que se distingue perfectamente en la foto de las chicas. Imagino que se irían turnando pues empezaban por la tarde del viernes y continuaban bailando hasta la tarde del Domingo de forma ininterrumpida. Este coro que vemos estaba en el km 11 e imagino que allí se reunían chicos y chicas de diversos sitios para encontrar pareja, para una noche o mientras durara.


Las chicas eligen pareja.

Esto era en los inicios del baile, con su tam-tam que recordaba la música apache y con connotaciones de música tribal africana. Era los mismos golpes de tambor, repetidos cuarenta y ocho horas continuas. Observamos a todas las chicas juntas, igual que los chicos. Era éste  uno más de los bailes   interminable de los fines de semana, antes de iniciar su ritual sexual. Simplemente estaban calentando motores, ya que poco a poco las chicas se colocaban para elegir su pareja, pues cuando querían "retirarse al monte" con uno de los jóvenes, se colocaban a bailar a su derecha, con la clara intención de "beneficiárselo". Eso al menos es lo que recuerdo que me contó Hermosa con el que fuimos y nos permitieron ver y fotografiar su ritual. Imagino que en los "descansos del arduo trabajo reproductor" comerían algo, pero lo que sí sé es que el ron que habían podido prever no llegaba nunca hasta el final de la fiesta. Bebían hasta terminar el caldo o caer en coma etílico y menos mal que no me echaban la culpa a mi porque yo los habría provisto de alguna de las botellas a cambio de alguna orquídea.


Eduardo estanciero del km 20

La próxima estancia estaba situada en el km 20, siempre contando desde el origen del ferrocarril en la fábrica y allí fui muchísimas veces para controlar los caudales de Cañadón Reservista, con el fin de aprovechar el agua de lluvia, con nivel suficiente para poder tener riegos por gravedad y algunas veces daba alguna visita de inspección a lo largo del Cañadón para el estudio del sitio idóneo donde instalar la represa reguladora. Como ya he contado en el capítulo anterior estaba convencido que allí podíamos obtener agua para complementar el riego de miles de has por gravedad o con muy poca reelevación.
Precisamente en una de las "entradas" que hice al Cañadón, hasta llegar cerca de la estancia Güajho, pasando por un pequeño pasillo que los animales habían abierto entre los árboles y matorrales leñosos y espinosos, me dejé parte de la piel de los brazos y un trozo de pantalón vaquero con su corres-pondiente desgarro en la pierna.  Caballos y toros pasaban perfectamente por aquellos pasillos-túnel, pero lo que sobresalía sobre su lomo ya no pasaba por todos sitios y el caballo que me llevaba aquel día era más cabezón que mi mula Francis. Para minimizar daños en esos roces obligados, me mandé (ésta es una expresión muy paraguaya) confeccionar un poncho con tela de toldo que es la prenda verde y blanca que me cubre y no es que yo sea bético. Era el color que había y yo soy poco exigente con los colores, siempre y cuando no se asemejen demasiado a la vestimenta de algunos payasos, -que no saben que lo son-,  ya que después haría el ridículo al no poder llegar a su altura haciendo payasadas
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Picada desde el km 8 hasta Casilda para pasar la linea de alta tensión de Vallemí a Filadelfia.

Esta picada me trae dos recuerdos imborrables:
El primero era una cruz que había cerca de la entrada desde el km 8 donde había enterrado un joven cuyo nombre no recuerdo. Pregunté qué había pasado y porqué estaba allí enterrado. Lo había matado, en ese mismo lugar, su mejor amigo de un tiro, tras una pelea por algo que había ocurrido la noche anterior relacionado con una chica. Me impactó mucho este hecho que te enseña que el paraguayo, que es una persona amable, atenta y servicial con los amigos y con los desconocidos, cuando se enfada es tremendamente visceral y puede fácilmente perder el control. Estas personas afables, cuando están en su coche hay que tener cuidado en no irritarlos, con razón o sin ella, pues pueden reaccionar de una forma violenta. Imagino que los cientos de años de férreo control político, por un poder absoluto, ha creado un efecto de acción-reacción que se produce cuando ellos están en su territorio,- su casa, su coche-, donde mandan ellos y no admiten injerencias ni altenerías de nadie. De todas formas éstas son apreciaciones personales, - a las que llegué tras ver o eludir varios casos de violencia innecesaria-, y que no tienen el más mínimo valor a la hora de catalogar el carácter paraguayo. Pero así me pareció a mi en muchos casos.
El segundo, que tal vez ocurriese el mismo día, puesto que iba caminando por la misma picada descrita antriormente,- por un senderito que no tendría más de treinta centímetros de anchura-, hacia el interior para ver el suelo y disfrutar del maravilloso bosque que vemos en la foto. De `pronto, a menos de un metro de distancia, casi tropiezo de cara con un cervatillo joven que caminaba tan ensimismado como yo. Ambos nos llevamos un susto fenomenal y dimos un salto hacia atrás ¡poca vida nos queda por delante a los dos si continuamos caminando por la selva sin ver lo que tenemos por delante!, le dije al cervatillo que ya había salido corriendo despavorido.
Exactamente igual de despiestado, me hubiera acercado a un puma o a un yaguareté. No me hubiese enterado sino después de tenerlo encima y con un poco de suerte estos bichos te hacen sufrir poco pues se tiran a la yugular. ¡Valiente chaqueño de las narices estaba yo! Pero aquella experiencia me sirvió para que nunca más, mis pensamientos, me distrajeran de la atenta mirada periférica y, a la vez, caminar siempre mirando donde pisaba y los alrededores inmediatos.
Recuerdo el "cangelo" que pasaba cuando entraba, de noche, en el recinto de la Casa Directorio sin llevar linterna, pues no había luces exteriores en ese lugar, Tenía que atravesar unos cincuenta metros de césped y hierbas muy altas. Podías pisar cualquier cosa, lo malo es que esa cosa fuera una víbora, una yarará o una coral o Dios sabe qué otro regalito. Así que procuraba, cuando salía paseando llevar siempre encima la linterna para alumbrar mi camino.


Pepito con la familia Ortiz.

Ortiz era otro de los capataces y hombre de total confianza de Hermosa. Es una persona agradable en el trato, atento a las necesidades ajenas y un gran conocedor del Chaco en todas sus particularidades, naturales y animales. Ciento de cosas y casos me contó a lo largo de las grandes cabalgadas que hicimos por todo el terreno aledaño al proyecto inicial. Me enseñó qué comer y qué evitar, algo tan simple pero que puede salvar la vida evitando un estúpido despiste. Una de sus anécdotas favoritas era la de la pareja de españoles recién casados, que le pidieron que les hiciera una foto. Se habían colocado sobre un enorme hormiguero de las terribles  hormigas rojas. "comebolas". Él sonrió y se hizo el "ñembotaí",- en guaraní, algo asi como tontón o despistado-. Antes de que apretase el disparador de la cámara ya estaban los dos chillando y dando botes, pues las hormigas ya habían avanzado bastante en su camino hasta las partes nobles y pudendas. El les dijo, ¡rápido, hay que quitarse toda la ropa si no queréis que os muerdan y os vuelvan locos! Y que remedio, se quitaron la ropa, y  aunque nunca me contó hasta que punto de desnudez llegó la chica, hace veinte años que me lo contó y todavía se ríe cuando se acuerda.
Aquí lo vemos con toda su familia: la esposa, dos hijas y una nieta. Todos son morochos excepto la nieta que es rubia casi pelirroja. En Paraguay, y especialmente en Puerto Casado, esto no tiene nada de excepcional. A la chica le gustó un menonita pelirrojo y sin ningún tipo de problema moral, social, religioso o familiar se quedó embarazada y, no lo sé, pero entra dentro de la normalidad que nunca más se acordase del donante de semen de su hija.
Aunque parezca extraño, la religión católica, muy severa con los paraguayos en algunos aspectos, siempre ha sido tolerante con la "poligamia encubierta", -no es extraño encontrarte con gente bien situada que tiene esposa, amante y novia, todos en perfecta convivencia y, si son prudentes, nadie se escandalizará-, y esta tolerancia se demuestra con el halago del Papa Francisco  que, siendo Obispo de Bs.As., hizo en Caacupé a la mujer paraguaya, y aunque él no lo mencionara es una alabanza a la madre soltera que tenía que rehacer la población de su patria.
 “Ustedes saben que en toda América la mujer paraguaya es la mujer más gloriosa, no porque haya estudiado más que otra; porque esa mujer, la mujer del Paraguay que está acá supo asumir un país derrotado por la injusticia y los intereses internacionales, y ante esa derrota llevó adelante la Patria, la lengua y la fe”.
Para entender el calado de estas palabras hay que conocer la historia del Paraguay Contemporáneo y la situación de mutilación en la que quedó el país tras la Guerra de la Triple Alianza. Entre argentinos y brasileños mataron, en guerra, o pasaron a cuchillo tras su victoria, a todos los varones en edad de procrear, dejando sólo a niños, ancianos  y tullidos. Las mujeres fértiles tenían una cartilla señalada con sus días fértiles para que se le asignase un varón que las embarazara. Conociendo ésto se puede percibir el valor real de esas palabras del Nuevo Papa,- ante las que me inclino y quito el sombrero-, en cuanto que está alabando a la madre soltera paraguaya como la principal artífice de la repoblación, pasando por encima de la unidad familiar cristiana. Estas palabras son de tal calado que yo diría que es un "aviso para navegantes" dirigido a los doctos Cardenales  de la Curia Ultra-Conservadora.


La Montero de Angel Cávanagh tras el fallido intento de pasar por el hueco dejado al quitar la tierra para elevar el camino.

Este día de la foto, habíamos salido muy temprano de Puerto Casado, pues Ángel tenía una comida prevista con el Presidente Wasmosy, a las dos de la tarde. Así que antes de hacerse de día allí estaba Marcial con los desayunos preparados y los zapatos relucientes. ¡como está mandado!
Pero había llovido los días anteriores y el camino estaba infernal y no por el fuego sino por el barrizal y los profundos carriles de camiones y tractores donde los coches no tenían defensa ya que se quedaban "colgados". En el punto que se encuentra el todo terreno, ya fuera del atasco, lo había dejado la pala cargadora que nos había remolcado desde el agujero del prétamo, que habíamos intentado atravesar y que nos habíamos quedado en el intento. Podéis imaginarse en que estado se encontraría el camino cuando tomamos la decisión de atravesar la cuneta e intentar pasar por el pozo del sacatierras que habían dejado las traillas sacando tierra para elevar el camino. No importaba demasiado el medio metro de agua allí acumulada, lo malo era el barro que se había formado a lo largo de las diversas épocas de seca e inundación de aquel hoyo había soportado repetidas veces. Afortunadamente aquel día no pasamos la noche en la selva, pero desde luego, Ángel no llegó a la hora de comer. Así es la selva y así hay que tomarla. El hombre propones y el innombrable dispone.


Con la familia Weber que nos recibió muy amablemente en su casa del Chaco. Un auténtico oasis.

Es este resumen de mis acciones diaria no puedo evitar recordar uno de los más memorables momentos de mis travesías del Chaco. Por supuesto para ver el relato en toda su extensión tendréis que ir a la Aventuras del Chaco 3, cuyo enlace tenéis al principio de este capítulo.
En aquel viaje de Asunción a Puerto Casado me acompañaba el padre de María, Hernando Campos y dos norte-americanos que estaban con Guillermo perfeccioanando su castellano. Una enorme tormenta nos impidió continuar el camino al pueblo y nos acercamos a pedir, posada y fonda, a unos amigos de Guillermo. Cuando llegamos a la Estancia de la familia Weber ya era noche cerrada y allí me llevé una de las sorpresas mayores de mi vida. Con la misma intensidad que reluce un oasis en mitad de un desierto, así relucía aquella estancia en medio del oscuro Chaco, eso si, con un impresionante cielo estelar dada la calidad del aire, nos encontramos aquel oasis de luz, que empezó en el momento que vislumbramos la iluminación exterior de la finca y que nos fue guiando hasta el resplandor del fondo de la piscina, del más puro estilo cinematográfico.
No os podéis imaginar el impacto que me produjo esa estancia cuando entramos en la casa. El comedor, todo de madera, con grandes ventanales de tela metálica debe ser algo mayor que una  casa de tamaño medio. Por un amplio pasillo, con duchas y servicios a la izquierda y ventanales al jardín a la derecha, se iba a una piscina totalmente recubierta de madera noble de suelo a techo, con el fondo de la piscina brillantemente iluminado. Los ventanales que rodeaban tres de las paredes, terminados en arco de medio punto, de tres metros de ancho por más de cuatro de altura, a pesar de tener tela metálica eran una preciosidad. ¡Y yo que creía que era imposible evitar el parecido a las pajareras cuando se utiliza tela metálica! Los dueños, Weber y su esposa tardaron un rato en aparecer pero nos atendieron de maravilla. En un lateral del salón nacen los pasillos que dan a los 5 o 6 dormitorios de invitados, con cuarto de baño, cama de matrimonio y además tenía un amplio salón con sofá cama y sillones.  Todo con aire acondicionado, agua caliente y no exagero, más de mil bombillas encendidas en la casa y alrededores.

PARA NO HACER UN CAPITULO DEMASIADO LARGO CONTINUAREMOS CON EL DÍA A DÍA DE MI ESTANCIA EN PUERTO CASADO EN EL PROXIMO POST