viernes, 20 de marzo de 2015

LA ERMITA 1979-1982: HISTORIA DEL ASOCIACIONISMO EN ISLA MAYOR (4)



LA ERMITA:  1979 a 1982

 HISTORIA DEL ASOCIACIONISMO EN ISLA MAYOR (4) 



La situación social, política y económica de la Sociedad Cooperativa la Ermita había llegado a tal extremo de gravedad que pensar en refinanciar las deudas o en nuevas negociaciones con la propiedad, la Administración y las Comunidades, -con el mismo consejo Rector-, era una utopía. En esta dramática situación, Juan Grau y Cabrera deciden presentar su dimisión y con ellos todo el Consejo y se convocan unas elecciones para julio de ese año, 1979, cuando me nombran Presidente. Tras las elecciones, “La Ermita” inicia  una segunda fase, desde el ´79 al 82, donde la misión principal era estabilizar la empresa, en grave riego de colapso económico, e intentar limar asperezas con todos sus enemigos. Esta parte, tan amplia, sería merecedora de un libro, en cambio la voy a contar en este capítulo y por ello evitaré, como siempre, entrar en detalles particulares resumiendo los grandes acontecimientos que nos permitieron salvar lo conseguido y -en el próximo capítulo- terminar con la parte del proyecto que quedaba pendiente.

Tal vez sea necesario explicar las circunstancias que me llevaron a aceptar, en este momento, ser “cabeza responsable” de este enorme embrollo, que todos intuíamos pero que nadie conocía su alcance. Hasta el invierno del ´78-´79 yo me había dedicado a llevar las tierras familiares, sin preocuparme de ninguna actividad política o sindical y tenía mis razones para no querer inmiscuirme en ninguna actividad que necesitase de liderazgo. Ya los salesianos me habían dicho que era un "líder nato" y que cumplía sus condiciones o me expulsaban. Esa será otra historia de otro momento y en otro capítulo. Cuando narre mis actuaciones en Jóvenes Agricultores (J. A.) contaré las causas de este cambio tan drástico en mi vida, que me llevaron a primeros de año a ser elegido presidente local de J. A. en Julio a presidente de Cooperativa “La Ermita” y antes de terminar el año me habían nombrado Tesorero Nacional del Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA). El resultado de este cambio es que me encontré subido en un tobogán del que tardé trece años en bajarme.
?Quién se va a creer después de tantos años de mi densa actividad social. tropecientos cargos no retribuidos, cientos de viajes, miles de charlas, conferencias y entrevistas en radios y televisión, que no me gustan los cargos, que tenía terror a los aviones y que lo paso fatal en la tele¿ Podéis pensar que os engaño o soy tonto. Os aseguro que no os engaño. A pesar de todo ello puedo aseverar que viéndola en perspectiva y exceptuando mi aventura paraguaya, es la parte de mi vida que más satisfacción me proporciona.

Elección del Nuevo Consejo Rector y cambio de política de Cooperativa. 
Salida de la segunda gran crisis.

El 29 de Julio de 1979 se celebró una Asamblea General Extraordinaria para elegir el Nuevo Consejo Rector. Tras nombrar a los miembros de la Mesa, que iba a presidir la asamblea, se procedió a la presentación de candidatos y no recuerdo el cómo ni el porqué, pero salí elegido presidente y se me autorizó a nombrar al resto de la Junta Rectora. Recuerdo a Juan Zabala de secretario y a José Escobar como vice-presidente, que continuaron hasta el final de la Sociedad Cooperativa que se liquidó pocos años después de mi desaparición de la misma, mientras que la comunidad de Regantes de “la Ermita-Cantarita”  continuará mientras se siga sembrando arroz o se cree una Comunidad que acoja a la mayoría de la zona arrocera de la margen derecha del Guadalquivir.

Los cambios que teníamos que realizar no sólo eran drásticos, sino también urgentes:
  • Las primeras actuaciones de la Junta Rectora fueron contactar con todos los implicados en este monumental embrollo, empezando por los propios cooperativistas que no tenían claras sus cuentas con la cooperativa y con sus pagos a la propiedad de la tierra. Simultáneamente tuvimos que negociar con la propiedad un aplazamiento temporal para poder evaluar los problemas y plantear soluciones.
  • Nuestro problema más urgente pasaba por paralizar los intentos de Beca y Herba de rescindir los contratos de compra-venta de las parcelas, por impago. Con Beca teníamos el Laudo que nos daba cierto respiro y con Félix Hernández, patriarca de la casa Herba y, más tarde, respetado amigo,  no sólo no tuvimos problemas sino que encontramos un interlocutor afable y dispuesto a apoyarnos y que desde ese primer día que le conocí, no ha perdido jamás mi admiración, ni siquiera después de perderlo como compañero de viaje en esta vida.
  • La segunda fue convencer a la CHG, al IRYDA y al Patronato del Parque Nacional de Doñana de que nuestras  actuaciones iban a ser en todo momento respetuosas con la Ley.
  • La tercera, renegociar las condiciones de incorporación a los riegos de la Comunidad con los miembros de la SAT, ya que no se iban a regar nuevas tierras hasta no tener la Concesión de Agua de la Confederación. Aparte de tener que ponerse al corriente de los pagos, de las exigencias de los caudales por hectárea que tenían que aportar por su cuenta. Además tenían que donar las superficies necesarias para la construcción de las infraestructuras de riego, desagüe y servicios, para evitar que nos pasase lo que a todas las comunidades anteriores, incluida “La Ermita”. En todas ellas, para obtener la propiedad de canales, desagües y caminos, tuvimos que pagar por las superficies ocupadas por bombas, canales y caminos. También, con la inestimable ayuda y dirección de Rafael Ángel Grau, rehicimos los proyectos  dando a canales, caminos y desagües la anchura necesaria para no tener que “incautar”, más tarde, las tierras necesarias para tener unos canales y caminos en condiciones. Ya que la Comunidad de Minima nos ha quitado tierra en propiedad para ampliar los canales de riego y los caminos. Que yo conozca fue igual en las otras comunidades, pero ese problema no lo tuvimos, ni tendrán nunca, en la que yo estuve re-negociando las condiciones iniciales (Antes de darles agua).
  • También tuvimos que negociar con Javier Castroviejo, Director de la Reserva de la Biosfera del Brazo de la Torre, bajo la tutela del Consejo Superior de Investigaciones Científicas sobre el terreno que los agricultores de Ermita ya se habían apropiado de las playas de dicho  Brazo. Se devolvieron al río y son las únicas playas que no están hoy invadidas en todas las Marismas de la parte derecha.  
Quedaba resolver el aspecto legal de aquel engendro: una cooperativa que actuaba como una comunidad, dentro del proyecto de una SAT, que además estaba regando sin permiso, ni Concesión de Aguas ni Coto Arrocero. Claro, que de haber intentado realizar este proyecto “legalmente” lo más probable es que no se habría puesto en riego, o en caso de hacerlo en un futuro hubiese sido a través de la Cooperativa Arrocera del Sur y, de haber sido así, los propietarios estarían todavía hoy visitando su sede para conseguir que se escriture a su nombre las tierras que hace veinte, treinta o cuarenta años que son suyas.

El principal esfuerzo del nuevo presidente y del Consejo Rector se concentró en la Concesión de Aguas Públicas, que se aprobó antes de la nueva Campaña aunque la autorización oficial llegó justo un año después de nuestro nombramiento, algunos días después de empezar con los riegos, pero ya  regamos con la previa autorización de la Comisaría de Aguas del Guadalquivir.




El número de visitas a Organismos Oficiales, especialmente al IRYDA y CHG fue innumerable. Nos quedó un recuerdo muy grato del Comisario de Aguas, Diego Fidalgo, persona entrañable y que logró convencerme que no tenía más remedio que aceptar una concesión de Aguas para arroz con riegos de invierno, que era lo único que podían darnos en aquel momento de déficit incontrolable de la Cuenca. Me prometió, y así fue, que siempre seríamos tratados como el resto de comunidades arroceras y que cuando se restableciese el balance hidráulico de la cuenca, que solicitáramos el cambio y entonces se arreglaría. Sin embargo no fueron igual de cordiales las relaciones con el presidente del IRYDA. Era obligatorio, aunque no vinculante, el informe del Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario y no había forma de agilizar ese trámite que nos estaba paralizando el expediente. Entonces pedí ayuda al secretario General del CNJA, Felipe González de Canales y juntos fuimos a rogarle que pasara el trámite pues nuestra situación era angustiosa ya que no sólo era la formalidad de los riegos sino que también los bancos desconfiaban de unas entidades, las nuestras, que estaban totalmente fuera de la normativa. Aquel señor se puso desagradable, pero mucho más desagradable me puse yo. Tanto es así que Felipe me propinó el mayor puntapié en la espinilla, que me han dado en mi vida. Pero no controlé en absoluto mi enfado y, al final,  le dije  que hiciese el informe que le saliese de los c…(con todas sus letras) pero ¡que lo hiciese ya! pues era un “papelucho” que no iba a influir en la decisión que ya había tomado la CHG. Por suerte aquel enfado surtió efecto, como casi siempre que revientas una vez cargado de razones, y el informe salió rápido de aquella hermética “casa”.

Simultáneamente íbamos avanzando en las gestiones para constituir la comunidad y la cooperativa como dos entidades perfectamente diferenciadas. A los dos meses, septiembre del ´79, ya estábamos convocando una Asamblea General Extraordinaria para presentar las gestiones realizadas y empezar a explicar detalladamente cada uno de los problemas y las propuestas de solución  o las lineas maestras para su negociación. Desde este momento quedó claro que cada finca, comprada independiente y en distintas condiciones, a distintos propietarios, requerirían soluciones distintas. Sin embargo la gestión para todas ellas se había iniciado contactando con el Banco de Crédito Agrícola, a fin de obtener préstamos hipotecarios, avalados por la cooperativa y garantizados por las propias fincas cuyo pago se realizaba. Eran las primeras gestiones que tenían que ir apoyadas por la documentación que demostrase la legalidad de las nuevas tierras y todos los permisos oficiales.

Tres meses más tarde en la Asamblea General Ordinaria de diciembre del ´80, ya tenía las ideas claras de qué era lo que tenía que proponer y por dónde debíamos dirigirnos. Todo, menos lo referente a las cuentas. Los auditores solicitaban mucho más tiempo para montar la contabilidad con un mínimo de garantías reales del resultado. Se delimitaron las funciones y responsabilidades de la Comunidad, la Cooperativa y la SAT. También razoné y convencí a la Asamblea General que aquel entramado societario sólo podía estar coordinado si hacíamos que recayera la presidencia de las tres sobre la misma persona, aunque las juntas rectoras no tenían porque coincidir. Para evitar malas interpretaciones y sospechas de que con estos cambios lo que se pretendía era controlar todo el nuevo conglomerado de empresas, la Junta Rectora presentó la dimisión en bloque a fin de que la Asamblea tuviese la libertad de elegir a las personas que estimase idóneas para dirigir el nuevo organigrama. La Asamblea rechaza la dimisión del Consejo Rector y quedo como presidente de las tres entidades, dejando la Junta existente como Consejo Rector de Cooperativa “La Ermita”  y se nombra a Campins como Presidente del Sindicato de Riegos en constitución, cargo que ya venía ejerciendo desde el inicio del nuevo Consejo Rector de Cooperativa y se nombran los vocales y jurados del Sindicato de Riegos. Aunque todos estos nuevos cargos tenían carácter provisional sus decisiones eran válidas ya que las aprobaba la Asamblea General de la cooperativa, que actuaba, interinamente, como Asamblea General de Comunidad.

Aquella Cooperativa-Comunidad-SAT siempre la consideré como una escuela de democracia sindical agraria. Mientras me iba formando a nivel sindical-agrario, asistiendo a los cursos que preparaba J.A. para ir formando a sus líderes tanto a nivel nacional como europeo, leía todo lo que encontraba sobre cooperativismo, incluidos los métodos (cooperativas) israelitas de los Kibutz y los rusos de los koljós y sovjós, -granjas de explotación colectivas o de control estatal-, donde se “colectivizaba” todo, hasta la familia. También estudié nuestras experiencias españolas como Mondragón  y otras agrupaciones cooperativas basadas en ideas religiosas o políticas. Todo estos estudios, -que la mayoría hacen "chirriar" mis neuronas-, sólo eran el camino para llegar a cimentar firmemente mi propia idea del cooperativismo. En "La Ermita" necesitábamos una Cooperativa con los mismos objetivos que la Cooperativa Arrocera del Sur, cuyos estatutos, al igual que los de La ermita, me causan una amplia e interminable sonrisa. Yo no las considero cooperativas sino Sociedades de Garantía Recíproca ya que su única actividad se limita a solicitar préstamos y garantizar que todos paguen para que la cooperativa haga frente a los vencimientos con el BCA o para garantizar los préstamos personales de los cooperativistas que son avalados por la cooperativa  y garantizado el pago por sus propias tierras. El total de crédito avalado por una parcela tenía un límite, de acuerdo con el valor de las mismas. Pero, mis estudios y preparación cooperativista más que pensando en Ermita estaban destinados a diseñar el cooperativismo que necesitábamos en Isla Mayor para la defensa de nuestra cosecha y buscando el abaratamiento de los costes de producción. Nuestras cooperativas, pensaba, debían limitarse a la unión de varios agricultores arroceros en la búsqueda de un bien común, aprovechando la capacidad de gestión de las grandes empresas frente a las pequeñas, pero nunca viendo la cooperativa como una ONG donde los débiles deben vivir a costa de los más fuertes. La cooperativa es una gran tarta donde cada uno tiene el trozo que le corresponde, en función de lo que aporte a ella y el límite de sus funciones siempre consideré limitarlo a la formación de las cooperativas de 2º grado. Este tema lo trataremos ampliamente cuando hablemos del cooperativismo que pusimos en marcha en Las Marismas, también a finales del ´79. En aquel momento nuestra prioridad era clarificar los temas que afectaban a nuestra “cooperativa-comunidad-sociedad agraria de transformación" y dividir las distintas funciones de los diversos órganos directivos, con un enlace común, el presidente de Cooperativa, Ermita y SAT,  porque al fin y al cabo todo partía de la SAT.

Pero no fue hasta diciembre de 1981 cuando empezamos a preparar lo que iba a ser la Comunidad de Regantes. Campins propuso que se tomaran, de forma provisional, los estatutos de la Comunidad de Mármol, a la que él pertenecía,  para regirnos por ellos mientras aprobábamos los nuestros. Apoyé la creación de una gestora que empezara a preparar estatutos ya que rechacé de plano los estatutos del Mármol y Minima. Tanto unos como otros tenían un sistema de votación que era poco adecuado a nuestra comunidad: En ellos para obtener un voto tienen que reunirse un mínimo de 5 has, sean de uno o de varios  comuneros y para el segundo y siguientes tienen que sumarse en múltiplos de 5 has. Eso en nuestra comunidad, con una SAT que estaba en puertas, significaba que la Comunidad podía caer bajo el control de una sola empresa y esa experiencia ya la hemos sufrido. Por lo que a pesar de tener una gestora, en la que no estaba, dediqué muchísimas horas a estudiar nuestros Estatutos pues no quería caer en esa “trampa” ni tampoco establecer una distribución de votos donde los pequeños agricultores dominasen en una empresa que es puramente económica. De esta forma “volví a inventar” lo que la CHG ya había obligado a aplicar en 1945 a las comunidades en formación de aquella época para evitar que la Cia. R. Beca fuese dueña absoluta del control de las aguas comunitarias y de sus presupuestos. Hace poco, al escribir sobre las comunidades primigenias de Isla y leyendo el libro de Arteaga comprendí que nuevamente estaba inventando algo que, por otra parte, ya se había sobrepasado y olvidado, pues la nueva élite arrocera había aprobado unos estatutos a su conveniencia, pasando a manejar las comunidades entre los “mandamases” de la zona.

"Por esa razón preparando los Estatutos de la Comunidad de Ermita, a los que dediqué muchas horas, intenté aplicar un sistema de votación, equilibrado desde el punto de vista democrático pero viable desde el punto de vista económico. En los estatutos de Ermita, si no recuerdo mal, tienen un voto por cada agricultor, la mayoría de los regantes:
1º voto.- Desde 2.5 has hasta las 12.5 has (las parcelas oscilaban todas entre las 9 y las 12.5 has, aunque había agricultores con más de una parcela)
2º voto.- Se tenían 2 votos entre las 12.5 y las 25 has.
3º voto.- Se tenían 3 votos entre las 25 y las 50 has
4º voto.- Se tenían cuatro a más a partir de las 50 has. Uno más por cada 50 has

De esta forma se evita que el control quede en manos de dos o tres grandes agricultores (y era el caso de  Cantarita), pero también había que evitar que una Comunidad, que es una empresa dedicada a una actividad puramente económica quedase en las manos exclusivamente del pequeño agricultor con intereses claramente distintos. Para tomar las grandes decisiones o cambiar los Estatutos había que contar con 2/3 de los votos, por lo que era imprescindible un acuerdo de consenso."

Párrafo tomado del post sobre las comunidades primigenias de Isla Mayor.
http://pepehermano.blogspot.com.es/2015/01/historia-de-las-asociaciones-en-isla.html

No recuerdo si fue ésta o algunas de las reuniones siguientes que duró 6 horas y media. Empezamos a las diez de la mañana, paramos a comer y estuvimos hasta las 6.30 de la tarde. Y no puedo averiguarlo porque mi secretario, Juan Zabala, resumía en dos o tres páginas una reunión donde yo había hablado durante dos, tres o seis horas. Y es que las actas solía escribirlas no al terminar sino antes de empezar la siguiente. Realmente las actas nunca me preocuparon siempre que llevasen el contenido de los acuerdos importantes.

También en aquella reunión se aprobó que regaría Mingochao con 120 has y 100 de los Peñas. Ya teníamos la  Concesión de Aguas para la totalidad y contábamos con el visto bueno de la Comisaría de Aguas. Ya estaba construida la nueva casa de bombas, con tres bombas de 3000 l/seg. Como dato anecdótico si se mira el azulejo del 25º aniversario de la cooperativa, aparece la primera Junta y la que realizó el acto conmemorativo, pero los que construimos la casa de bombas y pusimos en Orden aquel tremendo desastre, se nos ningunea olímpicamente. Aunque ese es un tema que nunca me preocupó, ni me preocupa, y que se puede comprobar ya que no existe ninguna placa en las distintas obras que inicié o terminé, ni por desgracia, quedó constancia fotográfica de las Juntas Rectoras que las realizaron y eso si que me sabe mal, ya que lo que no nos merecemos a nivel individual si lo tenemos merecido como grupo.

2ª casa de bombas que obligamos a pagar a Cantarita antes de permitir su riego.

Seguíamos en guerra con la Comunidad de Minima que no nos dejaba ampliar los túneles bajo su canal de riego por lo que lo único que pudimos hacer fue profundizar el existente y llegar a acuerdo con Castroviejo, el Patronato de Doñana y la CHG, para desaguar al Brazo de la Torre, lo que al final era un perjuicio para todo el sector ya que las aguas de este brazo vierten al río en la parte final del tapón salino, pero la cabezonería de las Juntas Rectoras de las tres comunidades y la habilidad como abogado de Celestino nos mantuvo semi-paralizados muchos años.


Es curioso que no aparezca la Junta que realizó esta obra y que estuvo, 14 de los 25 años, al frente de la Comunidad, desde su fundación hasta el aniversario. 

Sin embargo, con esta placa de agradecimiento a Rafael Angel Grau me siento satisfecho. Muy pocos tienen una idea completa del sufrimiento de Rafael Angel en la lucha diaria con los regantes, que pedían desesperadamente más volumen de agua de riego para poder compensar la salinidad y obtener una cosecha decente.




La parte interior de todo lo subrayado en rojo fue la superficie que sembramos en el año 1981. También podéis observar de un solo vistazo la diferencia de la planificación de Cantarita con la del resto de la zona arrocera, que es una enorme chapuza.

Con posterioridad a la publicación del post, me rectifica Juan José Campanario y me dice que según los cuadernos de R.Angel Grau, y los datos de cobros de derramas en ese año 1981, regaron 456 has más en Cantarita que no están concentradas en un lugar concreto y yo le creo, pues me fío más del Diario de R.Angel. Los años 1980 y 81 fueron años de negociaciones con todos los que directa o indirecta-mente tuvieron relación con “la Ermita” desde su creación. Recuerdo como la más difícil, las negociaciones con R. Beca, al que nombrarle "la Ermita era nombrarle la bicha". Pasados algunos años y tras una de las discusiones telefónicas más agrias que he tenido en mi vida, Pedro Beca, llegó a conocerme y saber el tacto que debía de usar para mantener una relación cordial conmigo, lo que resulta extremadamente fácil, si cada uno respeta el espacio y la honorabilidad de su oponente. Menos mal que estaba el Laudo, que por cierto el árbitro Sr. Capote nos pegó un “capotazo” de 7.391.460 Ptas. de las que cooperativa tenia que pagar el 50 % del total, más costas y gastos y así mismo hacernos cargo de cuantos gastos nos hubiesen ocasionado peritos y pruebas testifícales usadas en nuestro favor. Esta “receta” nos llegaba en septiembre del ´80 y en febrero del ´81 ya estábamos liquidando la cuenta con Beca


Podéis observar que este documento es una fotocopia del original y que yo llevaba conmigo en las negociaciones para ir tomando nota de las observaciones para comprobar las cantidades y más tarde explicar a la asamblea.

Simultáneamente estábamos negociando con Herba el pago de las 750 has mediante la obtención de un préstamo al Banco de Crédito Agrícola. La casa Herba llevaba más de cinco años esperando que le cooperativa le pagase las tierras vendidas y aunque amenazaba, la mayoría creíamos que no actuaría contra la cooperativa. Tanto es así que recuerdo un cooperativista, al que no voy a nombrar, que votó contra la petición del préstamo al BCA ya que razonaba que si no podíamos pagar, el banco ejecutaría mientras que Herba, no lo iba hacer. Sin embargo los agricultores de la B, que eran las 750 has a las que afectaba este préstamo, voto sí a la propuesta y en Febrero de 1982 pudimos liquidar con la propiedad. Tras entregarle los 80 millones del BCA y rebajarnos parte de los interes flataban, para la total liquidación, 8.300.222 ptas que las regularizamos mediante la entrega de dos letras de cambio con vencimiento en el mismo año.

El documento tiene fecha 8 de Febrero de 1982

Por los datos manejados podemos pensar que tampoco fue fácil esta negociación ya que desde la compra en el año ´76 a la fecha del documento 02-82 habían pasado cerca de seis años y en la parte superior del documento vemos más de 16 millones de intereses. Sólo pudimos quitar un pico de los interés del capital aplazado y conseguir una bonificación de 4 millones como ayuda a pagar los intereses del BCA.

También teníamos un acuerdo entre cooperativistas y la propiedad de las operaciones C y D, San Ramón y Rivero para los pagos de las fincas, que si no recuerdo mal fueron las que menos problemas plantearon ya que los agricultores llevaban bastante bien el cumplimiento de sus compromisos.

Inicio de la tercera gran crisis. Esta vez afectaba a todo el sector arrocero de las Marismas.

Recién terminadas las negociaciones para realizar los pagos tanto a R.Beca y Cia como a Herba, -mediante el préstamo al BCA-, en Marzo del 82  convocamos una Asamblea Extraordinaria para explicar la situación de las Reservas Hídricas de la Cuenca. En esa fecha los embalses de Regulación General estaban al 38% de su capacidad por lo que no podían garantizar los riegos del sector arrocero, aunque faltaban las tradicionales aportaciones de primavera que muchos años han sido suficientes para poder realizar los riegos normalmente. Pero ese año no tuvimos la suerte de una primavera lluviosa y la Confederación sólo nos garantizaba 20 m3/seg. en la Presa de Alcalá para todo el sector que necesitaba unos 30 m3/seg. Con ese volumen de agua podemos observar en el cuadro que estuvimos regando la mayor parte de la campaña con una salinidad media de 2 grs/l de sal. Estas cifras, en una tierra buena, como puede ser la Vega de Palma del Río, se puede cultivar arroz durante un año, como se ha demostrado en una experiencia realizada por Manolo Aguilar, durante la Campaña de 2013, pero en "La Ermita -exceptuando las vetas junto al río- esa salinidad es mortal en caso de llegar hasta el final. El resultado definitivo de esa campaña fue malísimo pero se salvó una parte de la cosecha gracias a una tormenta de verano, -llovieron 70 l/m2 el dia 27 de Agosto- que provocó una renovación total del agua y una bajada de la salinidad a niveles normales. De no haberse producido estas lluvias, más de la mitad de la Comunidad no se hubiese segado. Llovió durante es espigado y floración, la época cuando es más necesaria una salinidad aceptable para esta tierras nuevas, es decir como máximo 1.5 grs/l.

Salinidad del agua de Ermita en 1982 




Este cuadro y la nota inferior entre-comillada y en cursiva está tomado del post abajo referenciado como: http://pepehermano.blogspot.com.es/2013_06_01_archive.html

"Este documento, interno de la comunidad de la Ermita, preparado por Rafael Angel Grau,- mi gran amigo y maestro en los temas de agua y que ya no está entre nosotros-, se refiere a la salinidad tomada en dos puntos clave: el primero en la toma principal de la casa de bombas, el Brazo de los Jerónimos y el segundo en el Puente de San Ramón, donde ya se han mezclado las aguas elevadas por la bomba de re-elevación de "Zabala".
En la primera columna (Brazo de los Jerónimos) podemos ver la salinidad del agua de desagüe de las tierras de la Comunidad de Mínima, la de Escobar y la del Poblado. La salinidad de salida de los campos nos da idea de la media de la salinidad de entrada y vemos de inicio el problema de riegos que sufrimos ese año, que nos obligarían a llenar sin soltar agua en Alcalá.
La fecha primera indica el día de inicio de los riegos de la  Comunidad de Ermita esa campaña, el 10 de Mayo, y una salinidad de 1.4 gr/l a 1.6 gr/l en los desagües de esas comunidades de los diez primeros días quiere decir que la comunidad de Mínima empezó a regar con una salinidad de 1 gr/l en marea baja y cerca de 2 gr/l en marea alta, ya que cuando se empiezan los riegos no tenemos la posibilidad de parar en marea alta ya que entonces el nivel de altura necesario de los canales no llegaría en los finales de riego.
Seguramente ese año tampoco soltaron agua por la presa de Alcalá para el llenado con lo que la salinidad subió rápidamente al sacar más agua del rió que las aportaciones desde le presa. Aclaro que durante el llenado las tablas tardan varios días en llenarse y por lo tanto no hay desagüe que compense la enorme elevación de aguas del río. Vemos la subida progresiva de la salinidad que llega a su cúspide el 4 de Junio con 2.07 gr/l. El no soltar agua por la presa de Alcalá, en los años de escasez de agua,   es un enorme error en la correcta utilización  de caudales ya que sube la salinidad a una velocidad endiablada y ya no se estabiliza hasta que no se suelta toda el agua que se ha ahorrado. En este caso no se arregló hasta una fuerte tormenta, -gracias a la cual se salvó una parte de la cosecha-, el día 27 de Agosto. Sin ella dudo mucho que la mitad sur de la isla hubiese cosechado un promedio de 3000 kg/ha.
También podemos observar que la Ermita regó a unos 2 gr/l desde el inicio de los riegos ya que el agua que re elevamos en la bomba toma de "Zabala" daba como resultado una subida de 0.4 ò 0.5 gr/l a la que provenía del Brazo de los Jerónimos."

Para conocer mejor los problemas de riegos generales del sector arrocero  se pueden consultar los cuatro capítulos del blog destinados a dar esa visión general, de los problemas en el tiempo y las posibles soluciones.

El dragado del río, los problemas de salinidad y las propuestas de soluciones: antes y ahora.
Publicados en Junio, Julio y Agosto de 2013

A la mala cosecha del año ´82 se le sumó el desastre total del ´83, el primer año en la historia de la Isla mayor que no sembró nada por falta de agua. Todo el trabajo de negociación finalizado durante el ´81 y ´82 se nos vino abajo pues los agricultores no podían tener dinero para cumplir sus compromisos de pago pues alguno no había recogido cosecha en un año y otros en dos. La mayoría habíamos cambiado el dinero en el ´82 pero tuvimos que buscar préstamos para afrontar los gastos generales de las explotaciones, manteninmiento de las instalaciuones de riego, los gastos de casa y los pagos de otros préstamos anteriores pedidos para regularizar la parte pendiente desde el ´77, ´78 y´79.