Viaje a Egipto del 28/07/2007 al 4/08/2008 de Mario, Pepe y Pepe hijo.
Habíamos hecho una reserva para el viaje saliendo desde Sevilla en vuelo directo a Abu Simbel, pero pocos días antes de la salida prevista, se produjo un atentado en esa zona desértica, donde murieron varios turistas alemanes, por lo que se canceló el vuelo directo desde Sevilla a Abu Simbel y tuvimos que cambiar por otro con destino Assuán y salida desde Madrid, incluida una visita en autobús a los Templos de Ramsés II y Nefertari. Desde el aeropuerto fuimos directos al barco donde nos dieron ya el alojamiento para las tres próximas noches, hasta llegar a Luxor.
Teníamos prevista la salida en autobús hacia el complejo las 3.30 de la madrugada, con el objetivo de ver la espectacular salida del sol, en el desierto, ya en los templos. Pero por motivos de seguridad no salimos hasta que nuestra escolta armada estuvo preparada algo más tarde y llegamos sobre las diez de la mañana. Por cierto a esa hora, ya no hacía frío, más bien “calorcito”. Allí si dejas una pala al sol a media mañana, a la hora de comer, puedes freír un par de huevos sobre la chapa. Pasamos todo el día entre la visita a los templos, al pueblecito aledaño, -donde Pepito y Mario se compraron y estrenaron una chilaba-, y en el regreso a través del desierto ya que los templos están a 280 km de Assuán.
Los Templos de Abu Simbel.
El conjunto monumental de Abu Simbel lo inició Ramsés tan pronto como subió al trono y construyo los dos templos excavando en la montaña, el primero dedicado al dios Solar Amón y a lo que parece el templo funerario de Ramsés II, -El Templo de un millón de años-, y el segundo a la Diosa Hathor y a su esposa real, Nefertari. Su construcción duró catorce años y a pesar de su magnificencia fueron abandonados en el tiempo por el pueblo egipcio y sólo a primeros de siglo XIX los exploradores europeos los revalorizan y limpian de arena, -al igual que la totalidad de los monumentos que hoy podemos disfrutar-.
Pero a mediados del siglo XX con la gran represa de Asuán, su situación se vuelve desesperada ya que las aguas los cubrirían totalmente. Se inicia entonces una gran campaña internacional para salvar estos templos y otras muchas edificaciones menores repartidas a lo largo del valle hasta la segunda catarata. La colosal obra, patrocinada por la Unesco, inicia los trabajos de trasladar las dos colinas de piedra, en el año 1963 y finaliza en el ´68.
En esta foto vemos una recreación fotográfica del antiguo emplazamiento, bajo el agua (lógicamente está simulada), y cómo ha quedado el complejo por encima de la lámina acuática del lago Nasser. |
Los Templos, escavados en la montaña, obligan a cortar en bloques, -para su traslado-, de hasta treinta toneladas tanto las gigantescas estatuas como la propia montaña y situarlos en su nuevo emplazamiento : 60 metros más alto y casi 200 metros más lejos.
El conjunto resultante, tras cortar la montaña a trozos y volver a unirlos como un puzzle , es tan magnífico como el original. Algunos de los templos, de obligado trasladado por la inundación, han sido donados a las naciones que colaboraron con la magna obra; como el Templo de Debod que disfrutamos en Madrid y que tantas veces vemos en anuncios publicitarios.
Resultó una pequeña variación entre la orientación de los originales, donde el sol penetra hasta el santuario; 61 día antes y 61 después del Solsticio de primavera y en los trasladados donde el fenómeno se reproduce un día antes de la fecha original, en cada uno de los dos casos.
La fachada del Templo de Ramsés II está presidida por cuatro colosos de 21 m de altura que representan al faraón coronado y a sus pies están las figuras de su mujer, Nefertari, su madre, Tuya y algunos de sus hijos. El interior nuevamente está ocupado por varias figuras del faraón y contiene las salas normales de los templos de la época: vestíbulo, sala hipóstila, pronaos y naos. En el muro norte aparece relatada la más famosa batalla de Ramsés II: La Batalla de Qadesh, al igual que la veremos grabada en cada uno de los templos que construyó y restauró a lo largo y ancho del país.
La fachada del Templo de Nefertari está adornada con seis colosos de 10 m, dos del faraón y cuatro de su esposa, con figuras menores de las princesas hijas de Nefertari, ya que ésta esposa no le dio ningún hijo varón al faraón que en total tuvo 45 descendientes reconocidos. Presidido por la Diosa Hathor, desde el Santuario que está precedido por el vestuario y la sala hipóstila.
Ramsés II.
Ramses II es uno de los más famosos faraones de Egipto, que vivió casi 90 años, y disfrutó de uno de los reinados más longevos de la historia egipcia, gobernando durante 66 años. Su fama es tan duradera, que treinta y dos siglos después, en París, se le rinden honores de Jefe de Estado, cuando su momia es llevada a Francia para hacerle unas radiografías con el fin de realizar un estudio sin violentar su cadáver.
Es el faraón de la película épica-bíblica “Los Diez Mandamientos”, encarnado por Yul Brynner y magistralmente dirigida por Cecil B DeMille, salpimentada con muchos pasajes bíblicos, no históricos, que ayudan a conseguir esta fantástica super-producción.
Foto testimonial de mi presencia en el Templo de Ramses II en Abu Simbel |
Otra perspectiva del Templo con Mario en primer plano. |
Como su padre, Seti I, fue un rey guerrero, posiblemente obligado para recuperar y mantener la integridad del país. El poderío egipcio había sido arrollado por la invasión de los hicsos, tribu del Norte con tecnología superior, -carros de combate y hierro frente a cobre-, que tras la conquista absorben su cultura y crean las dinastías XV y XVI con faraones hicsos, mientras los restos del ejército egipcio expulsados hacia el Sur, se habían refugiado en Tebas y empiezan su “Reconquista”. Tras cruentas batallas y muchos años de lucha, Amosis I termina su expulsión y inicia el Imperio Nuevo fundando la dinastía XVIII, una de las más brillantes de toda su historia. Después de expulsar a los hicsos el país se relaja llegando al reinado de Akenatón, cuya mayor preocupación era restaurar el poder del faraón sobre los sacerdotes tebanos, que dominaban el gobierno, ya que eran los intermediarios de los dioses, dominando así a los reyes de la XVIII Dinastía. Para terminar con su dominio, crea un Dios hegemónico que es una avanzadilla del Monoteísmo, que fortaleció las futuras religiones emergentes en período de gestación en el pueblo esclavizado por el faraón que más tarde se rebela contra Ramsés II, llevando a cabo el “Éxodo” y afianzando la religión judía con un solo Dios: Yavé.
Ramsés y su padre, Seti I, habían devuelto los dioses tradicionales y la hegemonía de Amón y de los sacerdotes tebanos, pero ya controlados por el poder real que tiene que dejar constancia del mismo con demostraciones de fuerza, tanto en el Norte contra los Hititas como en el Sur contra Nubia. Su larguísimo reinado le permitió fundar su propia ciudad, Pi-Ramsés, mas cerca del Delta y de los problemas del Norte, alejándose a la vez de los poderosos sacerdotes tebanos. Su capacidad constructora fue superior a la de cualquier otro faraón. Pero de todas sus obras la que más me impresionó fue la sala hipóstila del Templo de Karnak. Aquellos monstruosos pilares de más de veinte metros de altura, tan anchos que se necesitan varios hambres para abarcarlos y en cuyo capitel de flor de loto, abierta, caben de pie cincuenta hombres y cuya necesidad arquitectónica no termino de asimilar, pero indudablemente son “acongojantes” y muestran el poderío faraónico sobre las insignificantes hormigas en que nos convertimos bajo su imponente presencia.
La Batalla de Qadesh.
La Batalla de Qadesh fue posiblemente la más importante del faraón Ramsés II. Se enmarca dentro de la guerra contra los Hititas con la que había ampliado sus fronteras hasta la actual Siria, donde estaba situada la ciudad de Qadesh. El rey Muwatallis aprovechando la fuerza y juventud del faraón, -que no escuchó los razonamientos de sus generales-, le tendió una trampa permitiendo que los carros capitaneados por el joven rey rompieran sus filas de infantería y se alejaran del grueso de su ejército. Llegó un momento, según las afirmaciones del faraón, que se quedó solo rodeado por el ejército hitita y él ayudado por el Dios Amón atacó, rompiendo el cerco y reuniéndose con su infantería y batiendo en retirada a los enemigos.
La versión hitita afirma que el faraón se salva gracias a un cuerpo especial egipcio que logró llegar hasta los acorralados carros, pero fueron derrotados y puestos en fuga, salvando al faraón en su huida. Lo cierto es que aquella batalla, -la primera contienda documentada de la historia por las dos partes-, detuvo el avance de las tropas egipcias y obligó al faraón a la firma de un tratado de paz, -también el primero que queda recogido por escrito en los anales de la historia-, que duró casi veinte años.
La Presa de Assuán o Lago Nasser
Sentado en la barandilla del muro de contención de la presa Alta de Assuán. |
Assuán es la última ciudad de la margen derecha del Nilo, situada en la primera catarata, y en ella aterrizamos para iniciar el recorrido por Egipto. En ella estaban situadas las grandes canteras que se usaron para las monumentales obras egipcias. En una de ellas se puede contemplar el obelisco inacabado, situado en la cantera, agrietado, y de no ser así sería la piedra tallada mayor del mundo, pero seguramente estaría en Roma, -donde se encuentra su pareja-, Berlín o Londres.
Al escribir sobre las presas de Itaipú y Las Tres Gargantas las comparamos con la de Asuán que si bien es más modesta en la obra, 111 m de altura y en su capacidad hidroeléctrica, 12 turbinas de 175 MW, frente a las 21 de 750 MW de Itaipú y las 26 de 750 MW de las Tres Gargantas. En cambio, su capacidad de almacenamiento de agua es descomunal. La parte represada se llama el Lago Nasser y tiene una extensión de 6000 km2, llegando la retención del agua hasta 480 km de la represa. Puede represar más de 150 kms3 de agua, aunque en otros lugares su capacidad total se cuantifica en la mitad. De todas maneras no debe ser fácil medir su capacidad y sea cual sea es, por ahora la mayor del mundo en capacidad embalsada. Por la estimación prudente es la mayor del mundo , por la optimista su capacidad iguala la suma de Itaipú, las Tres Gargantas y todas las presas de España.
Por la parte trasera de este templo semi-inundado se nota la rampa construida para salvar las partes más importantes del mismo. |
Esta descomunal represa,
realizada con tecnología rusa, anegó una gran cantidad de templos
declarados Patrimonio de la Humanidad de la Baja Nubia, entre ellos,
Abu Simbel, el más importante construido por Ramsés en el Sur de
Egipto y el Templo de la diosa Isis.
El Obelisco inacabado. Posiblemente la mayor piedra tallada en Egipto con 42 m de largo y 1.200 tm de peso |
El Templo de Isis en la isla de File.
Templo de Isis, en 1932, en la Isla de File. En las paredes las marcas de las inundaciones. |
También tuvo que ser trasladado, por la construcción de la gran represa, desde la isla de File a la de Agilkia, situada en un lugar cercano.
Aunque la parte más antigua data del siglo IV a.C. se terminó en el siglo III d.C. Este es uno de los últimos templos construidos o reformados en Egipto durante la época de los ptolomeos y en él tienen mucha importancia las aportaciones de los Emperadores romanos de la “gens” Julia y la de Trajano con su templete el “quiosco de Trajano”.
Quisco de Trajano. Wik. |
Aquí se ha encontrado la última inscripción jeroglífica de tiempos de Trajano y el último texto demótico escrito en Egipto. Poco después la expansión de la religión cristiana ortodoxa por todo Egipto llegó como una grada de discos en un campo virgen. Arrasaron con todo vestigio, que encontraron, de otras religiones borrando unas con martillo y cincel y destruyendo otras con pico y pala. Menos mal que no se habían inventado los bulldozer, pues de ser así, no hubiese quedado piedra sobre piedra. Los musulmanes, tal vez, no fueron tan destructivos pues ya esa labor la dejaron avanzada los cristianos, sin embargo, dejaron que la arena borrara todo vestigio de la primera civilización de nuestra cultura occidental.
Acceso porticado al templo dedicado a la diosa Isis. wikipedia |
Hace más de veinte años le regalé a mi hija Mar un libro de Christian Jack titulado Por Amor a Isis, donde describe una historia de final del imperio Romano, que ya no recuerdo, pero que hacía referencia a la vida del templo y sus sacerdotisas. Lo que sí recuerdo es el Nilómetro, que era una escalera lateral del templo que llegaba desde el nivel más alto al más bajo del río. En función de la altura conseguida con la inundación anual los sacerdotes podían prever, con cierta antelación, cómo iba a ser la cosecha del próximo año.
Siempre he sentido una gran curiosidad por la cultura egipcia por lo que en mi biblioteca pueden pasar fácilmente de cincuenta los títulos referentes a los egipcios y Christian Jack, con no ser uno de mis autores preferidos, si ha sido el más prolífico y creo tener la mayoría de sus obras.
La Diosa Isis es una de los principales dioses del panteón egipcio. De origen desconocido, hermana de Seth y de Osiris, -con el que a la vez está desposada- y madre de Horus. Es la diosa protectora, la gran Madre de la Humanidad, venerada en todas las épocas de la antigua cultura egipcia, con poderes mágicos, ya que recoge uno a uno los trozos de su marido, Osiris, que su hermano y enemigo Seth había esparcido por todo Egipto, los une, y le devuelve la vida. La única parte que no encuentra es su órgano viril, pero a pesar de ello, queda embarazada “sin conocer varón” de su hijo: el Dios Horus. En aquellos tiempos, en que el hombre estaba creando a los Dioses, las similitudes entre las diosas madre se repiten más de una vez a lo largo y ancho de la geografía del entorno mediterráneo.
Baño en el Nilo y visita al pueblo Nubio.
Bautizo en el Nilo. Los dos hicieron de Juan el Bautista. |
Excursión en camello al pueblo Nubio, donde dimos más cabezazos que durmiendo en una silla. |
Lawrence de Arabia en versión turística valenciano-andaluza. |
En casa de una familia nubia, preparada para atender al turismo donde nos dieron una taza de té con pastas y pintaron con hena a Pepito y Mario. Tenían una pequeña fuente con cocodrilos.
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Tras el baño no acercaron a un pintoresco "turístico" pueblo Nubio, donde nos invitaron a tomar té y nos mostraron las costumbres centenarias de este pueblo. Al fin y al cabo las mismas que los antiguos egipcios pues Nubia ha sido siempre parte o disputa del Alto Egipto.
Nuevamente regresamos al crucero y esta vez si fue ya para partir río abajo camino de Kom Ombo, Edfú y Menfis o Tebas.
Este es el mercadillo que teníamos al llegar Kom Ombo y hasta allí solamente bajé, ya empezaba a saturarme de piedras. |
El domador de serpientes en el mercadillo de Kom Ombo, con una cobra ó Aspid de Cleopatra. |
Templo de Kom Ombo.
Esta es la imagen más importante de Kom Ombo, ya que este templo está muy deteriorado. Está tomada desde la cubierta superior del barco. |
Este templo consagrado a “Horus el viejo” y a Sobek, el Dios cocodrilo, también es de la época ptolemaica con la posterior participación de los romanos, que se nota en algunos detalles como los pilares compuestos de varias piezas ensambladas, o los muros perimetrales para evitar riadas.
Este templo lo inician los faraones de la XVIII dinastía con nuevas aportaciones hasta la época de los ptolomeos, lo que significa más de mil años desde su inicio hasta su finalización.
Es el único templo de Egipto que tiene dos parte simétricas destinadas cada una a uno de los dos Dioses. En el muro exterior del edificio se pueden observar todos los instrumentos quirúrgicos que se usaban en la medicina de la época, pero hace falta un poco de imaginación para poder identificarlos.
Templo de Edfú
Es otro templo de la época ptolemaica. Está situado cerca del río un un altozano para evitar las inundaciones del Nilo. En su momento fue el mayor edificio religioso de Egipto y gracias a que quedó enterrado en arena hasta mediados del XIX se ha conservado con sus figuras y estátuas.
La dinastia ptoloméica fundada por Ptolmeo I, el general que dejó Alejandro Magno en Alejandría, -cuando él partió con su ejército a conquistar el Imperio Persa, Persépolis; llegando en sus conquistas hasta la India-, y que se quedó con esa parte del imperio cuando sus generales se lo repartieron, tras su muerte.
Esta dinastía duró unos trescientos años y finalizó con Cleopatra VII, la Gran Cleopatra que enmoró a Cesar y a Marco Antonio y que fue el último Faraón de Egipto. Su sucesor, Cesarión, el hijo que tuvo con César, desapareció siendo muy joven, seguramente eliminado por Roma que ya no estaba dispuesta compartir ese reino con ningún otro rey.
El Primer Pilono, donde vemos al Faraón Ptolmeo III venciendo a sus enemigos y en el centro bajo la protección del Dios Horus. |
Patio entre los dos pilonos. Está rodeado de palmeras de diversas especies y en las paredes hay escenas de adoración a Isis y a Horus. |
Aquí puse a Pepito bajo la protección del Dios Horus, pero él prefiere la del Dios de los Cristianos. |
La dinastia ptoloméica fundada por Ptolmeo I, el general que dejó Alejandro Magno en Alejandría, -cuando él partió con su ejército a conquistar el Imperio Persa, Persépolis; llegando en sus conquistas hasta la India-, y que se quedó con esa parte del imperio cuando sus generales se lo repartieron, tras su muerte.
Esta dinastía duró unos trescientos años y finalizó con Cleopatra VII, la Gran Cleopatra que enmoró a Cesar y a Marco Antonio y que fue el último Faraón de Egipto. Su sucesor, Cesarión, el hijo que tuvo con César, desapareció siendo muy joven, seguramente eliminado por Roma que ya no estaba dispuesta compartir ese reino con ningún otro rey.
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