domingo, 21 de abril de 2013

DEL ARROZ AMARGO 3 AL AVION, LASER Y GPS Desde el ´37 Al ´54


ARROZ AMARGO  3  R.Beca lidera la transformación de las Marismas de la margen derecha del Guadalquivir.


En el capitulo anterior hemos analizado brevemente los primeros intentos serios de trasformación de las Marismas, sus fracaso y las causas que los provocan. 
El primer intento liderado por R. Fisher que empieza, en 1923, con su visita a las Marismas y que, tras ella, se queda para crear a finales del ´26 la empresa "Islas del Guadalquivir". Mientras, Fisher había comprado el Rincón de los Lirios, y había conseguido la opción de compra, de más de 60.000 has, de toda la Isla Mayor, las Marismas de Hinojos, de Aznalcázar y casi toda Isla Mínima.
Pero el proyecto nace con su premisa fundamental, falsa. Estas tierras no eran como las del Nilo y la idea de Fisher de transformar estas tierras para cultivos de regadío de toda índole era imposible pues su salinidad empeoraba cada vez que se regaba. El segundo fallo del proyecto es la enorme inversión inicial sin tener prevista la recuperación de capital para permitir el normal funcionamiento de la empresa.
Por otra parte su comportamiento agresivo con el medio y el menosprecio de la empresa con los intereses y la opinión de los vecinos, les lleva a los primeros enfrentamientos con ganaderos y agricultores de la Vega de la Puebla y del resto de tierras de Marismas de la margen derecha del Guadiamar por el cierre del Brazo de la Torre..   
El brutal desembolso en compra de maquinaria, la compra de terrenos y las labores de siembra habían terminado con los 20 M. de pesetas de capital social, otros veinte de la ampliación ampliación, más 10 de préstamo. ¡Y toda la siembra de otoño se había perdido con la mayor inundación de los últimos cincuenta años! Tampoco es que a Fisher le ayudara la suerte  en Febrero vuelven a inundarse nuevamente todas las Marismas  y vuelven a perderse todos los trabajos de preparación de terrenos para nuevas siembras. Estos desastres económicos más la negativa a concederles los beneficios de la Ley Cambó, provoca la especulación de las acciones y el abandono de buena parte  de los accionistas.
 El segundo intento, en 1929,  por parte de la Chispalense, (Compañía Hispalense de Valoración de Marismas, S.A.) tampoco prospera por las misma razones del anterior: excesivo endeudamiento, -al absorber todo el patrimonio y las deudas de "Islas del Guadalquivir-, y aunque ya vislumbran que el futuro estaba en el cultivo del arroz, seguían pensando que ese cultivo era sólo la transición al regadío generalizado.
Aunque sabemos que en las primeras experiencias las siembras fueron a boleo, ya que no conocían las técnicas del trasplante, que trajeron los catalanes de la Chispalense o los murcianos que habían buscado como colonos conocedores de cultivos de huerta y arroz. Pero en cualquier caso el proyecto, -aún con las prometedoras cosechas obtenidas de arroz y su incremento de superficies hasta las 1.600 has  sembradas en el ´32 y  repetidas en el ´33, que no se recogieron por problemas sociales y pecuniarios-, era inviable en aquel momento y no sólo por la inestabilidad social, -que era incontrolable-, sino por la rentabilidad económica. La producción arrocera española estaba lastrada por unos excedentes, invendibles en el interior ni en la exportación y el precio del arroz había bajado a unos niveles que hacían económicamente inviable el cultivo, pues superaba en mucho el costo de producción a su valor de venta.

En el tercer intento, en 1934, desaparecen la mayoría de los inversores y se crea una nueva empresa Ismagsa quedando al frente las dos personas, Plate y Patry, que aguantaron todas las tormentas que atravesaron las tres compañías, entrelazadas y  con una vinculación difícil de desentrañar, pero ese cambio de nombres, sí permitió el cambio de Dirección y de Estrategia en cada una de las distintas fases aunque fuera el mismo proyecto desde el ´27 hasta después del ´37, cuando toma las riendas R.Beca y Cía.
Ismagsa no tuvo la más mínima oportunidad de desarrollar alguna estrategia de transformación o colonización ya que el ambiente caótico y pre-bélico de la II República no le permite otra opción que arrendar las tierras para pastos.pero ¡por fin! los ingenieros agrónomos se dan cuenta que la  siembra continua de arroz es el único cultivo viable en esta Marisma, salada hasta el tuétano, y que el abandono de éste cultivo provoca el ascenso de la sal en pocos años, inutilizando nuevamente las tierras.Esto conocimiento y su aceptación, sirvió para que R.Beca no perdiera el tiempo y el dinero en experimentos y se dedicara de lleno al único cultivo viable en estas Marismas sin drenar.


 R.Beca lidera la transformación de las Marismas de la margen derecha del Guadalquivir.

Una vez iniciada la Guerra Civil, Ismagsa queda desmembrada con la sede en Madrid y la Gerencia en Cataluña, pierde la posesión real de los terrenos, ocupados por el ejercito de Franco, y a petición expresa de Queipo de Llano es cuando entra en escena Rafael Beca Mateos, una persona reconocida por su valía y su honradez, además, su industria de exportación de aceitunas, siempre fue solvente y valorada por los poderes económicos, de ahí que, Queipo de Llano, junto con el alcalde de Sevilla, Ramón de Carranza, -ambos con importantes intereses privados en esta zona de marismas-, solicitan su implicación total en la reactivación del cultivo del arroz en Las Marismas de la margen derecha del río Guadalquivir. 
Y aquí empieza el cuarto y definitivo intento, de 1937, de transformar las Marismas en zona arrocera que esta vez sí triunfa en base a una serie de premisas totalmente distintas a todas las anteriores.

a) R..Beca no tiene dudas sobre la utilización correcta de los terrenos y desecha cualquier otro cultivo que no sea arrozal y las tierras que no podía utilizar para arroz, por diversas razones, las destina a pastos.
b) Dedica todos los recursos económicos iniciales, de la empresa y de otras compañías que le acompañan, a un solo fin: el cultivo, elaboración y comercialización del arroz. No invierte una sola peseta en compra de terrenos, sino que va arrendando a Ismagsa las hectáreas que puede ir cultivando, empezando por llevar las tierras directamente con su equipo y más tarde va colocando algunas parcelitas a personal capacitado, hasta 1942. En estas fechas, absorbe Ismagsa, mediante la comprar de las acciones de esa compañía, y por lo tanto se hace con el control absoluto de Las Marismas de Isla mayor y Aznalcazar (excepto la Veta de la Palma, de Bemberg) y cambia la estrategia de su empresa, R. Beca y Cia. pasando de cultivador directo a inmobiliaria, una vez que el producto neto del arroz y las ventas de la tierra transformada le permitía mantener un flujo racional de tesorería.
c) Tenía toda su producción vendida a un precio 8 o 10 veces superior a los que podían conseguir los colonos de la Chispalense, - que según nos contaba Luis Yañez lo vendían por debajo de 5 céntimos kilo con tal de no entregarlo al molino que les descontarías sus créditos-.
d) Puede aprovechar toda la infraestructura anterior, desarrollada por "Isla del Guadalquivir", "Chispalense" e "Ismagsa", que aunque estaba muy deteriorada le permite ir aprovechando la parte mejor conservada para su primera fase y paulatinamente, con los beneficios, ir renovando y reformando lo mucho que anteriormente se había construido.
e) Por último es digna de admiración su capacidad de liderazgo, su racionalidad en las decisiones empresariales y su arrojo. "Hay que ser  un "tío bragao y templao" (como se diría en Isla Mayor) para coger una maleta con dos millones de pesetas, -su equivalente actual debería estar alrededor de los dos millones de euros-, atravesar en tren la España de los años de la hambre y la Francia ocupada por los nazis. Se jugaba algo más que el dinero, se jugaba la vida. Eso para un hombre bien situado económica, social y políticamente no es nada corriente ni tampoco aconsejable.

A él le asignó el destino, en esta magna obra, el papel de "insensato", según la élite económica sevillana, que  consideraba este nuevo intento como una utopía e incluso una auténtica locura. Nadie esperaba, en aquel momento, que el proyecto de R.Beca llegara a buen puerto, dada la reiterada persistencia de los acentuados fracasos extranjeros, incluso a pesar del decidido apoyo del poder político de la época. Franco visitó la zona por dos veces, para demostrar su deseo de que triunfase aquella empresa vital –para “el país y el campo andaluz”-, en aquellos momentos de desastre social y de hambruna generalizada. Su primera aparición fue en 1939 –recién terminada la guerra-, promoviendo un impulso al cultivo del arroz y su apoyo a la colonización. La segunda en el 53, para dar su espaldarazo final a este proyecto de iniciativa y capital privado, además de inaugurar la bomba de elevación de aguas sobre el Guadalquivir en el sitio denominado La Mínima, en aquel momento, la más moderna del país..


Alfonso XIII y Canal del Mármol. Año desconocido

R. Beca empezó los cultivos de arroz en las zonas ya desalinizadas y que contaban con mayor estructura realizada y operativa. Trasladó las oficinas centrales al poblado de Alfonso XIII que, en ese momento era el centro de  los terrenos a cultivar. En los años ´37 y ´38 arrendó los terrenos pegados al río desde el Rincón de los Lirios hasta el canal de desagüe que linda con las tierras de Queipo.
En el ´37 siembra las tierras cercanas al río, dependientes del riego del canal del Mármol, unas 750 has, y a partir del 38 aumenta la superficie hasta las 1.500. Aumentando y disminuyendo paulatinamente hasta llegar al año ´42 con unas 2.000 has, (según las cifras de la Cia. llegaron a 2.600) siguiendo la siembra de arroz por la linde derecha del río. Yo me quedo con la cifra de 2000 has, -de Grande Covian en el ´42-, porque mantenía la misma superficie total de siembra, pero probando distintos pagos para comprobar la feracidad de las tierras más alejadas del río, tanto en el frente de Alfonso XIII como en el de Villafranco. Los datos que maneja Matias son de diversas fuentes y bastante diferentes, pero me quedo con los de Grande Covián que no va sumando las nuevas tierras que se incorporan sino que, a su vez va restando las que va abandonando. Y ello por un razonamiento sencillo: R.Beca no quería revalorizar las tierras de Ismagsa, pues pensaba comprar las acciones al menor precio posible y  sólo después de comprarla o controlarla, lanzarse de lleno a la colonización, como hizo más tarde a partir del ´42. Por esa razón pienso que no aumentaría la superficie sembrada, -sólo las pequeñas cantidades imprescindibles por los cambios de superficie y a la misma vez comprobar que no se iba a estrellar en las tierras interiores menos regadas y menos drenadas.
Durante los primeros años, que R.Beca llevaba directamente las tierras arrendadas con su equipo de jefes, capataces y gente de confianza, traían de la zona arrocera valenciana los braceros necesarios para los trabajos de planta y recolección. Por otra parte contaría con algún experto que lo asesorara como, Ramón Ferrando, a quien encargó visitar Italia y traer de allí las semillas para la siembra del primer año. Esa es la estructura que mantuvo hasta el ´42 cuando R,Beca y Cía absorbe a Ismagsa por el control de la mayoría de las acciones y los votos de ésta. Y sólo entonces destapa su verdadera estrategia de transformación y colonización.


Molino arrocero construido por la Chispalense en 1931 y que R.Beca puso a trabajar a todo rendimiento  a partir del ´38

Pascual "el molinero" era su apodo por derecho propio y el de su padre. Ambos fueron contratados por R.Beca  para  modernizar, ampliar y aprovechar al máximo la capacidad de molienda de aquella vieja maquinaria, que tal vez recordéis que le prendieron fuego en el ´33 después que la Chispalense cortara el agua de riego a las parcela de arroz de los colonos


Este era el corazón de la fabrica de papel y pasta de celulosa que R.Beca montó para aprovechar la paja del arroz para fabricar papel de estraza y la cascarilla para generar energía eléctrica y servir de vapor a la papelera.


Durante 1942,  una vez controladas las acciones de Ismagsa, R. Beca traslada el centro neurálgico del proyecto,- como ya tenía planeado y adelantado-, más hacia el Sur de Isla Mayor a fin de acercar las viviendas, que se iban a construir por el INV, al lugar donde se iban a realizar las grandes ampliaciones . El nuevo pueblo que nació con el nombre del Puntal y en 1953, con la segunda visita de Franco, cambia su nombre a Villafranco del Guadalquivir, hoy, Isla Mayor.

Edificio multiusos del Municipio de Isla Mayor, antigua nave papelera y pasta de celulosa


Este edificio municipal destinado a todo uso, especialmente biblioteca y salón de actos, es la única obra de fábrica que quedó en pie de todo cuanto había construido en la papelera. Los terrenos ocupados por la papelera y los almiares los habíamos comprado Federico Clar y yo para realizar una urbanización digna del centro de nuestro pueblo. Empezamos por la demolición de todas las obras, menos la casa del guarda, habitada de forma fraudulenta por un individuo que tenía que haber expulsado la vendedora, pues compramos libre de cargas y gravámenes y como no lo hizo fue adquiriendo derechos, reforzado por la luz y el agua gratis que le regaló el alcalde, de aquel momento, a costa de todo el pueblo y  respetamos, esta vez por gusto nuestro, la nave donde estaba montada la fábrica de papel y de pasta de celulosa, que había sido construida por Alfredo Newman y que, como todo lo demás, estaba hecho con hormigón armado. Dejamos pues, tan solo, la nave principal del edificio, construida en 1942, como memoria futura de aquella empresa precursora de nuestra actual Isla Mayor. Siempre sostuve que era la única "Catedral" de la que podíamos presumir, de nuestras grandes obras del pasado.


Casa bombas de Mármol, actual

Cuando R. Beca reinició el cultivo del arroz mediante el arrendamiento de tierras a Ismagsa, empezó sacando del río, con la ayuda de unos buzos, las dos bombas que el río había socavado y derrumbado. Rehabilitó la casa de bombas, también destruida y reparó los canales, que aunque abandonados, no habían padecido el deterioro que las casas de bombas. Sembró unas 750 has regadas a través del canal del Mármol y eran las tierra más cercanas la río que van desde El Rincón de los Lirios a la parte posterior de Alfonso. Eran tierras ya explotadas con anterioridad en el cultivo de arroz, durante cinco o seis años,  y por lo tanto bastante desaladas por lo que la cosecha de ese año fue de más de 6.000 kg/ha, espectacular, en plena Guerra Civil, teniendo en cuenta las carencias tan brutales que tenían de semillas, abonos y maquinaria indispensable. Todo el sistema mecanizado de las anteriores empresas estaba deteriorado y los trabajos en el arrozal volvieron a los sistemas tradicionales del siglo anterior y que continuaron así a lo largo de los siguientes años, hasta los ´60 cuando ya iniciamos una modesta modernización del cultivo que ya contaremos con detalle en los próximos capítulos.

Bomba de desagüe de Jordana.
Cuando Fisher prepara la canalización de Isla Mayor, tenía previstas tres bombas de elevación del río, El Mármol, Mínima y Queipo, para regar las 13.000 has que quería transformar en riego en las primeras fases y dos bombas para desalar los lucios y las granes precipitaciones invernales que ocurrieran mientra el Guadalquivir tenía niveles muy altos. Ya tenía toda esa zona cerrada de muros para evitar las riadas y le hacían falta esas bombas para poder desaguar incluso en las peores circunstancias.
Esta que vemos en la foto, la bomba de Jordana, situado justo a la entrada del pueblo servía para sacar las aguas de la mitad norte de Isla Mayor a través del canal de Casa Riera y los otros desagües, por ellos construidos. 
La segunda, la bomba de la Ermita, situada un par de km del Puntal, en dirección sur, serviría para desaguar la zona central de Isla Mayor y especialmente los lucios de Vuelta de la Arena, El Sapillo,
Veta la Mora y Coto los Patos. Esta bomba con dos grupos elevadores de unos 2000 l/seg, cada uno, re-elevaba el agua a un distribuidor que le permitía desaguar en el Brazo de la Torre o aprovecharla para el riego ya que enlazaba con el canal de Mínima que riega Calonge y Reina Victoria. Este canal de riego, construido hasta este punto por "Islas del Guadalquivir", con sus enormes máquinas, a partir de aquí se construyó con 360 borricos, con angarillas, que portaban la tierra extraída al saca-tierras lateral y la subían al muro hasta conseguir dos muros que deben tener unos tres metros de altos, tres de coronación y seis de base.


Casa de Bombas de Queipo de Llano.

En la siguiente campaña de 1938 se aumentó la superficie en unas 900 has en la zona de Queipo, que continuaba hacia el Sur de la Isla, saltándose Isla Mínima que no pertenecía a la Chispalense ni tampoco a R.Beca que la compraría más tarde  junto con José Escobar, cuyos herederos aun la  conservan como una explotación eminentemente arrocera. Beca seguía arriesgando lo mínimo, En Queipo contaba con las infraestructuras antiguas y fue arreglando y modernizando las instalaciones existentes y sembrando sobre superficies ya desaladas, -al menos en su mayor parte-.


Segunda casa de bombas al Brazo de los Jerónimos, que se conserva y utiliza en la actualidad-


Esta es una foto actual de la segunda bomba montada sobre el Brazo de los Jerónimos para regar las nuevas tierras transformadas en Queipo y desde entonces no ha dejado de ser utilizada y que con un buen mantenimiento, se conserva en perfecto estado de funcionamiento. A partir del ´38 y hasta el ´42 la política de R.Beca fue la de continuar con el arrendamiento de las tierras de Chispalense, utilizando para arroz las zonas ya probadas y dejando para ganadería o subarriendo las partes lejanas y no conectadas a la red de canales de riego. La nueva empresa aprovechó la amplitud de los arrendamientos y de zonas de fácil ampliación a arrocera para ir probando tierras más alejadas del Guadalquivir, que guardaban en sus entrañas mayor concentración de sales, para comprobar que eran tierras útiles para arrozal unas vez que estuvieran desaladas, tras unas cuantas campañas de riego del arrozal. No existe una regla fija para calcular los años necesarios para convertir los lucios en fértiles tierras de arrozal, pero mientras una veta queda lista para producir cosechas normales en un par de años , conozco lucios que después de veinte años todavía daban muchos problemas para realizar un cultivo normal. Es más, tras cincuenta años de riegos ininterrumpidos, los antiguos lucios sufrirán mucho más que las partes altas,  en los años que aumenta la salinidad en el río, puesto que las vetas son menos salobres debido a que han tenido un drenaje natural centenario. En cambio, he notado últimamente, que esos mismos lucios que dan peor cosecha durante los años problemáticos de agua salada, en contrapartida, los años que tenemos agua de calidad excepcional  y un tiempo adecuado son capaces de dar más producción que las zonas que siempre hemos considerado como mejores.  



Núcleo del Poblado Queipo de Llano. Y totalidad de lo construido en aquella época.

Este poblado de Queipo de Llano fue idea de R. Beca y seguramente consiguió que las 8 ó 10 casitas que había las construyese el INV. En la actualidad sólo una conserva una presencia aceptable, la que se ve en primer plano, pues sería conservada por los Ragas, propietarios de las tierras que rodeaban este núcleo y que la utilizaban como vivienda durante las temporadas que pasaban en el poblado cuidando de su cosecha y ahora, tras la venta de toda la finca a un conocido torero, la usarán para el guarda de la casa de bombas. Todas ellas estuvieron ocupadas por gente conocida y cada una tiene su historia, pero este no es el objetivo de este trabajo, por lo que evitaré utilizar los apellidos el máximo posible, ya que lo que quiero evitar son los agravios comparativos. Podría recordar cien familias de los fundadores de los pueblos y diseminados de las Marismas, pero ¿ y los otros cientos que no conozco o no recuerdo? Solución, hablemos de transformaciones no de historias personales. Para ambientar cada momento me basta con utilizar las memorias de mi familia por lo que nadie puede darse por "no aludido"
Para nombres podéis contar con dos libros de Matias que son testimoniales y excepcionales: "La Isla Mayor del Guadalquivir a través de sus personajes" y "Páginas arrancadas en el Municipio de Isla Mayor" cuyos listados de sus apéndices no tienen desperdicio.
Y ahora para ambientarnos en la vida de aquellos primeros colonos nos transportamos, mentalmente, al Poblado Queipo de Llano en el verano del ´46. Mi esposa, Maricarmen, fue llevada a las Marismas por su padre, tíos y abuelo a la casa-choza que habían construido a un km del poblado. Ella tenía entonces 18 meses y lógicamente no tiene recuerdos de esas fechas pero tiene en su memoria los recuerdos de aquellos años, que le contaron sus mayores .
Al abuelo de Maricarmen, Cayetano, le habían dado en arrendamiento una parcela, de unas 7 has, de lo que más tarde sería la Fundación Queipo de Llano y que mantiene el arrendamiento como un bien transferible de padres a hijos. Junto a ellos había otros cinco a seis colonos en las mismas condiciones y otros, que habían accedido a la propiedad mediante la compra de sus parcelas.
El año anterior, mi suegro José y su cuñado Luis, habían salido, desde Hernán Valle, en un carro con dos mulas y todos los aperos y enseres que iban a necesitar para establecerse en aquel erial que, con anterioridad a Fisher, sólo para ganadería se había utilizado. Tardaron una semana en el desplazamiento, desde unos noventa kms más allá de Granada hasta unos treinta kms más abajo de Puebla del Río. Una vez allí contrataron a un constructor de la zona que les construyó una choza, con los interiores de una casa, es decir, los pilares y el techo eran de madera, pero las paredes eran de ladrillo y cemento, enlucidas y encaladas. Tenía cielo raso, para separar la zona habitable del techo y la diferencia con las casitas era, que la choza, tenía el techo de castañuela. Aquel constructor mantenía que eran mucho mas frescas que las de uralita e incluso que las de tejas que empezaban a construirse en el entorno. Cuando yo la visité por vez primera, casi veinte años después de su edificación, seguía siendo un lugar agradable donde vivir y un hogar en el que la calidez de sus gentes invitaba a volver cada vez que fuera posible. Y tanto era así, que si yo tenía un invitado para comer, lo llevaba con más tranquilidad a casa de mi suegra que a la mía, donde mi madre me reñiría por no haberla avisado. Ese problema no existía nunca con Casta, mi suegra, aunque llegásemos al final de su comida, no le causaba el menor incordio. Sacaba lo que tenía con la mayor tranquilidad y amabilidad posible. Ese don lo heredó mi esposa y mis amigos saben de su buen hacer y de la paz y tranquilidad que  se respira en mi casa, aun en momentos malos para la familia.
El abuelo Cayetano estaba bien apoyado por toda familia para llevar adelante todo el trabajo de aquel pañuelo de tierra, aunque daba más trabajo que brazos tenían para atenderlo. A pesar de tener un hijo y cinco hijas, dos de las cuales vivieron con él en el campo, Casta y Rosario, las demás apoyaron con el esfuerzo de sus maridos en los momentos de preparación, planta y siega, teniendo algunas veces que contratar mano de obra eventual, porque el abuelo Cayetano no permitía a sus mujeres trabajar en el campo. Me contaba mi suegra que a la hora de comer, el rancho era para todos igual, fueran de casa o braceros o algún necesitado que acudía ocasionalmente en busca de aquella mujer que disfrutaba ofreciendo un plato de comida a cualquiera que lo pidiese. No disponían de capital para poder permitirse estos dispendios, pero en cambio, la huertecilla de mi suegro, siempre a tope de tomates, pimientos, cebollas, lechugas, melones, sandías etc. más los pollos, pavos, patos y ánsares de Casta, y las cabras además del  rebaño de ovejas y corderos, que nunca faltaba, les permitía cierta liberalidad para ayudar a gente muy necesitada. En aquellos terribles años los temporeros que no encontraban pronto trabajo pasaban mucha hambre pues venían de sus pueblo sin recursos que les permitieran mantenerse unos días.
Al principio, el único camino viable, -de comunicación con la civilización-, era la linea de vapores de Sevilla a Sanlúcar que les permitía desplazarse a Coria para comprar los artículos más necesarios  de los que no podían auto-abastecerse y entre ellos venían alguna caja de quesos, embutidos y conservas. El pan era un lujo del cual no siempre podían disponer. Tampoco podían caer malos, pues el médico más cercano estaba en Coria y el barco pasaba cuando pasaba. También la cacería era una parte importante de la dieta. Luis y el abuelo grandes aficionados a la caza, proveían de patos, gallaretos, ánsares, polluelas etc.  y aunque  el pescado no era básico en su dieta, -a pesar de la riqueza ictícola que había en la zona-, algo aprovechaban, -las lisas o albures le encantaban al abuelo Cayetano-. Cuenta Maricarmen que, cuando cortaban el agua de riego,  en el hoyo del sifón de la entrada del canal principal, se reunían cientos de kilos de albures, carpas o tencas, camarones y anguilas. Se podían coger a cubos, incluidas las escurridizas anguilas, dada la densidad en la que quedaban en ese bajo, tras la retirada de todas las aguas del canal. Y aunque ella no me comentó nunca, pues no le llamaría la atención algo que no aprovechaban absolutamente nada, yo sé que las paredes de la compuerta de entrada, al canal secundario, estarían negras por la enorme cantidad de angulas y el suelo también tendría cubierta la poca agua que filtraba con cientos de miles de angulas y camarones. Los camarones  y los albures eran muy apreciados por todos los habitantes de la Marisma, mientras que despreciaban las angulas y las anguilas y las carpas o tencas, llamadas panarras, en estas marismas..


Iglesia y escuela del poblado de Queipo de Llano.

Con cinco añitos empezaron a llevar a Maricarmen a esta escuela mixta,  donde los párvulos se sentaban junto a los más mayorcitos, ya que había una sola maestra y un solo local. Dª Angeles más que una maestra era una segunda madre de todos aquellos niños.
Cuando llovía no había posibilidad de llevarlas, a ella y a su hermana pequeña Pepi, en moto o en bicicleta y entonces la única alternativa era las botas de goma y caminar aquel km de ida y vuelta haciendo patinaje y no precisamente artístico. Aquella voluntariosa maestra, seguramente monja seglar, llegado cierto momento, le dijo a la familia que ella ya tenía muy  poco que enseñarle a Maricarmen y que la alternativa razonable era llevarla a un colegio interno, que ella se comprometía a buscarle. El exceso de super-protección que ejercía mi suegra sobre sus hijos impidió que ella o cualquiera de los otros dos hermanos tuviesen la más mínima oportunidad de formarse para poder salir de aquel agujero insalubre y aislado, como era cualquier sitio interno en las Marismas, hasta que abandonaron el campo y fueron al Puntal.
Pero antes que esto sucediera, en aquel remedo de pueblito, Queipo de Llano, llegó un momento que su situación empeoró para la normal convivencia de los niños con la llegada de las prostitutas a las que el Gobierno Civil  de Sevilla había obligado a abandonar la  capital y se habían establecido en un pequeño campamento de tiendas de campaña de lona  o de chapas de bidones cortados a menos de cincuenta metros de la escuela. La maestra mantenía un férreo control sobre los niños a los que no dejaba salir solos a jugar frente al aula. Incluso comía con ellos, lo que no le costaría esfuerzo alguno puesto que eran su única familia.
Un día los perros de Luis encontraron el cadáver de un bebé en el canal de riego a su paso por la choza. Lo sacaron y denunciaron el macabro descubrimiento a la Guardia Civil, que al poco tiempo averiguó que la madre era una de aquellas desafortunadas mujeres que lo había parido dentro del agua, justo en la casa de bombas de la foto superior que tiene los tubos pintados de rojo y lo había abandonado a una muerte segura. El agua lo había arrastrado  a lo largo de un km, había atravesado dos grandes compuertas, pasado el sifón y detenido por una pequeña válvula de entrada al campo donde los perros lo encontraron, frente a la choza, con el normal trauma que les creó a los pequeños, a los que imagino no dejaron ver, pero no pudieron evitar que se enterasen.
Algún tiempo después, decidieron que había llegado el  momento de sacar a los niños de allí  de forma que por lo menos pudieran acudir a algún colegio en Villafranco y el abuelo Cayetano compra una casa en el pueblo y monta un despacho de pan y una tienda "de todo un poco". Con esta salida, se consolida la diáspora, que a tantas familias asentadas en el campo les fue sucediendo, conforme las necesidades de mano de obra disminuían y aumentaba la demanda de un mejor nivel de vida y sobre todo de obtener la posibilidad de dar algún tipo de formación a los nuevos miembros de la familia. Mis suegros se quedaron en el campo cuidando la parcela y los animales, el abuelo con su hija menor, Rosario, se llevaron los niños al pueblo y el resto de la familia estaba ya esparcida por España. Una hija, Anita, que vive todavía, en Benalúa de Guadix,  el pueblo de su esposo, Dodo, que tenía allí una pescadería. Otra, Carmen con su esposo Juan, se fueron a Esparraguera, Barcelona y la tita Pepa, con su esposo Gabriel, fueron a trabajar a un cortijo de Córdoba. Aquella parcelita de tierra no dio nunca más que para el sustento de los que allí trabajaban y ganaban su sueldo, aunque no lo cobrasen y todo quedaba en la casa donde vivían, los que allí hubiera  en cada momento.
Cuando el abuelo se llevó a los niños al pueblo, Maricarmen tenía 13 años y ya había perdido la oportunidad de llegar a tener una formación académica superior. Una vez en Villafranco tuvo ocasión  de ir a las clases que  José Olivencia y su esposa daban a los niños mayores que no habían tenido la oportunidad de seguir los cursos normales desde su primer año.


Depósito de agua, que se mantuvo hasta finales del siglo XX, cuando se decidió sustituirlo por un parque.

Cuando los niños llegan, la vida en el pequeño pueblo de Villafranco,   no era la de una ciudad pero ya tenía algunos servicios indispensables, como farmacia, médico, panadería, pescadería, carnicería y .agua potable, -había que ir con cántaras a comprarla al gran depósito o los que vivíamos en el campo, si teníamos cubas, íbamos con el carro-cuba, la  llenábamos y teníamos agua potable para la casa y los peones-. Otros, con menos suerte y más alejados del pueblo hacían un agujero de sesenta o setenta cts en el suelo, al lado de un muro del canal de riego y bebían del agua que filtraba a través del barro y un poco de arena que colocaban en el fondos. Algunas veces ese charco lo trataban con cal viva para exterminar las bacterias y gérmenes y otras veces caían en graves enfermedades provocadas por la ingesta de agua contaminada por todo lo que se os pueda ocurrir y algo más.
Por esas fechas construyeron un sanatorio anti-palúdico, cuya enfermedad había sido una constante epidemia pero que por esa época, la mejoría de las viviendas y el uso de pesticidas estaba ya erradicando el paludismo de la zona, por lo que el sanatorio quedó como casa del médico, Don Juan, y lugar de consulta. Teníamos la suerte de contar con un magnífico médico de medicina general con un ojo clínico admirable. Sólo nos atendía 365 días al año y durante las 24 horas de cada día. Hasta rayos X llegaron a montarle, lo que le costó la vida, pues nuestro galeno, jamás tomó en serio las precauciones imprescindibles para manejar el aparto y falleció de un cáncer producido por los rayos gamma.
También por esos años montaron un cine de verano, dentro del solar ocupado por la fábrica de papel , que regentaba Pecillín y al que no recuerdo haber ido nunca, no sé si porque fue anterior a mi llegada o simplemente no lo recuerdo, pero Maricarmen lo recuerda perfectamente. Más tarde Sosa montó el cine de invierno y algunos años más tarde amplió a una sala de verano.


Gañanía de Villafranco

El INV construyó dos calles con casas para los colonos, que por cierto no les entregaron sus escrituras hasta  bien entrados los ´90, después de volverlas a re-construir, pues tenían aluminosis  las viguetas "castilla" conque se construyeron, como  casi todas las casas de después de la Guerra, que coincidieron con el bum de la construcción y las fábricas de viguetas no podían abasecer la demanda, por lo que usaban un acelerante de aluminio, que a la larga, unido a la humedad, ataca a las cabillas corrugadas interiores llegando a desintegrar el acero y el hormigón que las rodea. Pues para entregarle las casas del INV, 50 años después a sus ocupantes, -que no sólo eran colonos, sino que también había guardias civiles, comerciantes y trabajadores por cuenta ajena-, las arreglaron y les dieron las escrituras. Algo que no entenderé nunca, porqué la Junta de Andalucía no aplicó el mismo rasero a los que habíamos hecho nuestras casas, junto a esas, pero con nuestro dinero y esfuerzo personal. Tuvimos que solucionarnos el problema de la aluminosis a nuestras expensas, mientra que a ellos, no sólo les pasaban la casa por un pequeño arrendamiento pagado a lo largo de esos años sino que además se las arreglaron gratis.
Pues junto a las "casas de los colonos" también se construyeron varias gañanías, con la función de albergar a los trabajadores temporeros que acudían a cientos en la planta y la siega. Estas Gañanías, cuyas puertas de entrada están tapiadas en la foto, tenían un pasillo central, cuartos a los lados y al final unos baños cuyas deposiciones caían sobre el estercolero del vecino, puesto que no había alcantarillado.
En esa década, de los ´50, se desarrolló el núcleo central del pueblo, pues se hicieron las casas de colonos entre los dos puentes y las calles principales, Bueno Monreal y un poco más tarde Virgen del Carmen.
En esos años convivíamos con los presos políticos que quedaban en Villafranco. Aunque la Iglesia , hoy capilla del Rocío, ya estaba construida y oficiaba los actos litúrgicos, recuerdo algún domingo por la mañana acudir, con mi madre,  a la misa que se oficiaba en un pequeño almacén junto al cuartel de la Guardia Civil y cuando entrábamos, ya estaban los presos políticos sentados en las últimas filas, imagino que acudían obligados a oír misa. También luego debían de estar libres por las calles pues de las pocas cosas que recuerdo de esos años hay una que no se me borra de la memoria; el espectáculo gratuito que nos ofreció, una tarde-noche, la Benemérita  en la cola del cine de verano de Sosa. De pronto la gente que estaba en la cola salió corriendo en todas direcciones y en el centro de la misma aparecieron un par de guardias, porra en ristre, repartiendo porrazos a diestro y siniestro. No creo que hicieran muchas distinciones, entre presos, peones o colonos que allí pillasen. Yo estaba alejado unos pasos y vi aquel atropello desde la seguridad de la lejanía. Ignoro los motivos que provocaron aquella reacción y tampoco si tuvo consecuencias para algún preso. Yo vivía en el campo durante el verano y en los Salesianos de Alcalá de Guadaíra, el resto del año, y poco a nada me interesaba de lo que ocurría en el pueblo. Pero no tengo conciencia de ningún problema acaecido por culpa de aquellos presos políticos, de los cuales puedo dar fe  como excelentes personas, de aquellos que se quedaron a vivir allí y fueron tratados, por el resto de habitantes,  como otro colono más. Es más, entre los colonos valencianos eran más frecuentes los de ideas progresista y republicanas que del bando en el poder. Habían luchado casi todos en el ejército republicano que los reclutó en la contienda, puesto que Valencia estaba en esa parte de la dividida España. Aunque, la extrema situación vivida y la represión parcial  había convertido a la inmensa mayoría en personas dedicadas a lo suyo  y absolutamente apolíticos. En lineas generales al agricultor le preocupa, su campo, el precio de sus productos, el tiempo que vaya a  hacer los próximos días y, además, si es arrocero en la Isla, los grados de sal que pueda tener el estuario y por lo tanto su agua de riego.


Casa, de los cuarenta, en la Marisma con su almacén y establo ya convertido en cochera.

Retomamos el ´42 y a los inicios de la colonización de R.Beca. Cuando éste logra atravesar la Francia ocupada por los nazis y toda España con la maleta llena de billetes de todos los colores y procedencias, y compra la mayoría de las acciones de Ismagsa, su política de cultivo y transformación de las Marismas sufre un cambio radical.
Había estado cultivando directamente o arrendando a algunos colonos y empresas medianas las tierras que él, a su vez, había arrendado en el ´37 y ´38  a Ismagsa, pero tras la absorción de esta empresa por "R. Beca y Cía, S.L. Industrias Agrícolas", a finales de 1942, su política inicial de cultivo directo y el resto controlado, paso a una clara política de parcelación y venta de los terrenos ya desalados. A los primeros grupos de valencianos, que va creciendo paulatinamente desde el 42, a los que ofrecía tierras muy baratas,  cediéndolas en arrendamiento con la opción de compra y en unas condiciones que las hacían muy atractivas y servían de reclamo a las nuevas remesas de emigrantes, como realmente así ocurrió. Acto seguido pasó a la venta mediante un  sistema que permitía la auto financiación en cuatro a cinco años,
El grupo de agricultores que compró en las primeras tierras entre el Cruce y Alfonso optaron por la alternativa de edificar sus propias casa en el campo, de las que nos quedan hoy unas cuantas muy representativas y que están en su mayoría habitadas por los colonos o sus primeros descendientes. Otras, las menos, vendieron casa y tierras y los descendientes prefirieron otro empleo menos duro que, en aquella época sin mecanización, resultaba para colonos y braceros. Algunos hijos de arroceros se dedicaron a profesiones liberales. De todas formas siguen viviendo en ese campo algunas de las familias más representativas del inicio de la colonización y prefiero no mentar nombres porque me sabría muy mal dejar de mencionar a los que no conozco o no recuerdo que tienen los mismos méritos que los que yo conozco y aprecio y continúan en la brecha.


Calle de las casa construidas en el ´51. Foto actual.

Mientras, los colonos que compraron alrededor de Villafranco prefirieron en su mayoría construir sus casas directamente en el pueblo y ese sería el núcleo formado entre el puente del Bar Isla, -puente de Jordana-, y el puente del canal de Casa Riera. Otros colonos posteriores fueron directamente al campo, en Mínima, Queipo, Toruño, vuelta de la Arena, El Metálico, etc. primero vivieron unos años en el campo y en cuanto se lo permitió su economía se pasaron a vivir al pueblo.
Al principio, junto con las casa del INV, el Molino y la papelera, también la empresa crea un mercado, frente a la papelera, donde podíamos abastecernos de todo lo necesario, y allí teníamos, pescadería, carnicería  ultramarinos ferreterías, tiendas de ropas y hasta estanco.
Recuerdo las enormes moscas negras posadas sobre la carne que no volví a ver hasta retornar a pueblos, en decadencia, en el Chaco o barrios marginales, como el Mercado 4 de Asunción, o cuando visité China en el 2007, en una carnicería, en medio de la calle, junto a un magnífico centro vacacional y en una pequeña ciudad de más de ocho millones de habitantes.

Chalet de R.Beca en Villafranco
Este chalet donde imagino que primero R.Beca y más tarde su hijo Pedro, comían y descansaban cuando estaban por las Marismas. Yo lo recuerdo como la casa de la familia Parra, pues allí vivieron durante muchísimos años y allí criaron a sus lindísimas hijas que siempre fueron muy cercanas a mi familia.
A partir de primeros del ´43, una vez ya con el control de Ismagsa, mediante la fusión-absorción con R.Beca y Cía  el capítulo de la colonización se abre en serio y ya no se dedica a comprobar calidades de los diversos suelo y pagos, sino que empezando por lo más viejo y continuando por la tierras de nueva transformación a riego, la parcelación y venta es el negocio claro de la compañía.
Entre el ´42 y el ´50 aumenta la superficie regada hasta las 4.600 ha, ampliando los riegos de Mármol, Queipo y utilizando las antiguas instalaciones de Mínima. Beca venía utilizando, parcelando, arrendando y vendiendo, todos sus terrenos de Isla Mayor de Norte a Sur, llegando desde el Guadalquivir hasta el cierre del Guadiamar.

Entrega de la Gran Cruz de la Orden Civil del Mérito Agrícola a D.Rafael Beca Mateos

El 18 de Julios de 1952 se le concede a Rafael Beca la Gran Cruz  de la Orden Civil del Mérito Agrícola, mezclada esta merecida distinción, con toda una parafernalia patriotera y acompañada por tantas distinciones que pienso no le hace justicia ese galardón multitudinario a la tremenda y difícil labor colonizadora que realiza en las Marismas, tras los reiterados fracasos de grandes ingenieros respaldados por enormes capitales extranjeros. Realmente el valor de esta obra se lo reconoce Franco cuando en 1953, vuelve a Isla Mayor a inaugurar las bombas de Mínima y a solicitar de R.Beca la colonización, es decir el reparto de esas nuevas tierras entre el máximo posible de familias.
R.Beca había tomado buena nota de ese deseo, -que además pienso que estaba ya en su iedea inicial cunado aceptó el reto de colonizar las Marismas-, y cuando llega Franco ya había parceladas más de 6.000 has de arrozal con 270 nuevos propietarios y otros tanto en camino de tener su propia parcelita de arroz.
En la foto superior sólo reconozco a R.Beca, por su banda, y a Emilio Marí, primero por la izquierda, que formó parte de se núcleo inicial de colones valencianos, expertos arroceros, que se dejaron allí su vida cambiando aquella marisma inhóspita e insalubre por la zona arrocera más moderna de España.


Busto de homenaje del Pueblo de Isla Mayor a D. Rafael Beca Mateos.
Este busto, situado en el parque que lleva su nombre, cerca del chalet donde pasó grandes momentos de gloria e incertidumbre y a la avenida principal del pueblo, Avenida de D. Rafael Beca,  es la muestra de agradecimiento a este insigne hombre del que ni siquiera a sus detractores si los tiene, que los tendrá, he escuchado hablar mal.
Conclusiones.
Podemos dividir sus actuaciones entre partes de acuerdo a las políticas por él establecidas:
-Desde 1937 al ´42.- R. Beca arrienda las tierras a Ismagsa y destina todo su capital al arreglo de las infraestructuras de riego existentes y a pesar de tener en el ´38 ya 1.600 has en cultivo directo con sus propios medios y personal, salvo honrosas excepciones, Patry, y procura ir probando otras tierras pero procurando no pasarse de un total cultivado superior a las 2.000 has a fin de no revalorizar las acciones de Ismagsa.
- Desde 1943 al ´49.- Una vez absorbida Ismagsa por R.Beca y Cía., inicia una agresiva política de parcelación para la venta de los terrenos transformados, empezando por dar tierras en arrendamiento en condiciones excepcionales a los nuevos colonos, mayoritariamente valencianos, para que hagan de reclamo a la gran cantidad de agricultores arroceros que necesita para llevar a cabo una colonización rápida y rentable. A partir del 47 la masa de inmigrantes es ya muy importante y en el ´49 había llegado a la transformación de unas 5.000 has de las cuales más de 4.000 ya tenía adjudicadas y en cultivo.
- desde 1950 al ´53.-  A partir de aquí vienen las grandes zonas nuevas, Toruño, Mínima y Calonge, con la posibilidad de aumentar las superficie en unas 500 has anuales puesto que la infraestructura dependería de una nueva casa de Bombas, la de Mínima, para la que se contaba con autorizaciones, previstas hasta de 20.000 l/seg y la puesta en riego del Toruño, iniciada el año anterior fue la de mayor impacto en el nº de has puestas de una sola vez.
A finales de 1953 fallecía R. Beca y tomaba el relevo su hijo Pedro, con el que tuve ocasión de negociar la re-financiación del Coto de los Patos, que será tema de otros capítulos, si el tiempo y las autoridades lo permiten.

2 comentarios:

  1. Extenso y lleno de detalles, todo un lujo para los que saben apreciar la buena historia de Isla Mayor contada desde este tu blog. Mis felicitaciones Pepe Hermano.

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  2. Gracias Manolo. Como has podido comprobar es una recopilación de los hechos acontecidos durante mi vida en Isla Mayor y en algunos caso los cuento en primera persona. De esta forma, en el improbable caso, que decidiera escribir la historia contemporánea de Isla Mayor desde la perspectiva de un colono que participó activamente en su transformación, no tendría más que enlazar cronológicamente los hechos en lugar de presentarlos en temas homogéneos.

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