Dos veces intentamos entrar a ver el campo del BEX y las carreteras no lo permitieron. |
El primer
viaje promovido por P. Beca para estudiar las posibilidades de realizar un
proyecto de arroz en las tierras de Puerto Casado y que tras inspeccionar
aquellas tierras vírgenes, con gran cantidad de árboles y enormes desniveles,
no me pareció que allí fuera interesante llevar a cabo ese gran proyecto
arrocero, ni siquiera una mínima experiencia de diez o doce hectáreas, como
habíamos previsto en el último acuerdo del grupo comprometido durante el primer
viaje. Pero cuando ya se fueron los otros compañeros de viaje, Eugenio y
Federico, en lugar de volver al pueblo para concretar con Hermosa el lugar de
la experiencia, decidí realizar un informe donde dejaba meridianamente claro
las dificultades del proyecto en Puerto Casado y la situación de inferioridad
técnica que aquel lugar presentaba frente a las ventajas de las tierras
situadas en la cuenca del río Tebicuary.
Mientras tanto
a P. Beca le había llegado una información muy interesante: el Banco Exterior
de España en Paraguay tenía una finca de unas 20.000 hectáreas
cerca de la capital, con un acceso medianamente bueno -hablando de Paraguay-, y
que tenía intención de venderlas “lo antes posible”. Como Beca había leído mis informes del primer viaje y conocía las grandes posibilidades
de llevar a cabo un proyecto arrocero en esa zona, me pidió que
realizara un segundo viaje para ver la finca y realizar un pre-estudio de
viabilidad. El viaje debía de ser rápido y efectivo, ya que el banco tenía muchas ganas de
quitarse de encima ese “lastre”, y pretendía aprovechar la primera oferta seria
que se le presentase. Así que había llegado de Paraguay en Noviembre y el
segundo día de Navidad estaba de nuevo viajando a este precioso país.
El vuelo fue
normal, si normal le llamamos a pasar media noche dando saltos y “zamarreones”,
pero por aquella época yo era ya un experto viajero y antes de despegar vi
cuatro asientos vacíos, una fila central trasera del 747, así que rápidamente
me cambié de sitio, me acosté a todo lo largo de los asientos, una vez en el
aire, y antes de que autorizaran quitarnos los cinturones. Eso se podía hacer
alguna que otra vez en los años 90, pero ya en este siglo la masificación de
los vuelos internacionales es tal y el “personal” está tan espabilado que no
hay forma de pillar una tira vacía para darte un viaje de primera, pagando
turista.
Hall del Hotel Guaraní, Obra de Oscar Niemeyer, el arquitecto que diseñó Brasilia. |
Tras 23 horas
de viaje y 14:30 horas de vuelo, llegué a Asunción y nuevamente me alojé en el
hotel Guaraní que, como podéis ver, tiene un hall precioso, diseñado por Oscar
Niemeyer y que está ubicado en el Centro Histórico de la capital. Para salir
por la noche no recomendaría el sitio, sin embargo, para la misión que llevaba
en este viaje, de hablar con el BEX, a menos de cien metros y con los
ministerios de Agricultura y de Exteriores, estaba situado en el lugar ideal.
Este hotel propiedad del IPS, -Instituto de Previsión Social, con el único
Casino de Juego de la ciudad-, ha estado cerrado durante varios años por no
tener empresas interesadas en asumir el valor de la remodelación. Ahora está
nuevamente abierto y he vuelto a alojarme este año, -2012-, con la ventaja de que el
nuevo director, Juan Sperati es un buen amigo y siempre es agradable tener “enchufe” en los hoteles ya que así no
se molestan si uno anda dando vuelta por allí, pidiendo un café, una hora antes de que abran
el restaurante, que suele ser mi problema en todos los hoteles donde me hospedo.
Oscar y su esposa Ana Iris Chavez, en la entrada, sin puertas, de la casa familiar. |
Después de la
siesta fui a ver a mi amigo Oscar Ferreiro y a su esposa Ana Iris para
llevarles un regalito, cerámica sevillana, que Maricarmen les había comprado.
Los encontré en casa de un amigo comentando la última peripecia de Oscar. El
Gobierno Sur-Coreano lo había invitado a un certamen de poesía, no recuerdo los
detalles, y al pasar la aduana fue retenido por un error informático. Existía
una orden contra Oscar Ferreiro (en realidad era Ferreira como se aclaró al día
siguiente) por la emisión de un cheque sin fondos. No fue llevado a
dependencias policiales porque el comisario jefe era amigo suyo, pero tuvo que
pasar toda la noche sentado en el sillón de su despacho y perdió el avión a
Seúl que no pudo realizar hasta la salida del próximo vuelo.
Este Domingo,
27 de diciembre de 1992, se celebraron las elecciones a la presidencia del
Partido Colorado -entonces partido mayoritario del país- que, en realidad, lo
que se juega hoy aquí es la próxima Presidencia del Estado Paraguayo, ya que el
candidato a presidente presentado por el Partido Colorado será, con total
seguridad, elegido Presidente de la Nación.. A pesar de la poca experiencia electoral, ya que la
democracia se inicia tras el golpe de estado del 1989, el ambiente en las
votaciones lo he visto tan normal como en un país con mucha tradición
democrática. Sin embargo, en las altas esferas esta normalidad no es tal. El
resultado de las elecciones publicado en la prensa en la mañana del lunes daba
la victoria a Argaña sobre Wasmosy, por una amplia mayoría de 6 ó 7 puntos
porcentuales. Como el resultado no era del agrado del Sr. Lino Oviedo y de
algún que otro capitoste, por considerar a Argaña un hombre de Stroessner,
trasladó las urnas a la
División de Caballería –refugio de los tanques en Paraguay-,
y repitió el recuento de papeletas, dando un resultado exactamente igual,
aunque al contrario, por lo que la
Junta electoral Central del Partido Colorado declara vencedor
a Wasmosy, quien efectivamente salió elegido presidente de la nación en las
siguientes elecciones.
En aquella
ocasión tuve clarísimo que era un golpe
de Estado camuflado pero no se aclaró hasta hace un par de años, cuando uno de
los que intervinieron, Calé Galaverna, lo reconoció públicamente, con la
tranquilidad más absoluta y sin ninguna repercusión posterior para nadie. En la
práctica estas manipulaciones
partidarias no afectaban al proyecto pues la política a seguir será la
misma sea quien sea el presidente, -entre estos dos candidatos-, porque son del mismo partido y ambos son
empresarios y ganaderos.
Breve reseña histórica del Paraguay Moderno.
Esta era la superficie ocupada por el Gran Paraguay, que con repartos de tratados, guerras y latrocinios queda reducido amenos de la mitad. |
La anarquía
subsiguiente obliga a los empresarios y terratenientes a buscar un líder que
mantenga la paz y el orden interior y todo el poder político y militar recae
sobre Gaspar Rodríguez de Francia, que inmediatamente se convierte en Dictador
y cuyas tropelías fueron denunciadas en la obra del Premio Nobel, Roa Bastos,
“Yo El Supremo”. A pesar de su indudable valor histórico y literario confieso
no haber podido terminar su lectura, por una prosa a mi juicio enrevesada. Otro
tanto me ocurrió, en su momento, con nuestro magistral Don Quijote de la Mancha , con dos
infructuosos intentos de ponerle fin.
Tras esta
dictadura que encierra a Paraguay en su propia frontera, quedando como cortijo
privado del dictador y de sus cercanos acólitos, le suceden Los López, padre e
hijo, que más paternalistas que Francia, no por ello dejan de ser dictadores.
Carlos Antonio López fomenta una política económica estatal, controlando las
únicas fuentes de riqueza paraguayas: la carne, la hierba mate y las maderas
nobles. Además desarrolla una incipiente modernización de la industria,
llegando a ser el país un buen productor de acero, ferrocarriles y algún
armamento. El Presidente envía a su
hijo, Francisco Solano López a formarse en Francia, con la idea de que absorba
cultura, técnicas, educación militar y política. Francisco convive con una
época colonialista francesa y coincide con Napoleón III al que quiere emular
una vez en Sudamérica, así crea un pequeño pero bien formado ejército, sin
lugar a dudas el mejor de Sudamérica. Al partir de Francia rumbo a casa trae
consigo una cañonera, mostrando ya que no pensaba dejarse avasallar por los
países periféricos, mucho más poderosos que el suyo. Una serie de desaciertos
políticos, -ayuda a una facción uruguaya para tomar el poder en el país-,
se le vuelven en contra y
desencadena la Guerra de la Triple
Alianza. Esta contienda fue más una “masacre” y un “latrocinio” a la integridad
territorial de Paraguay que una guerra tradicional con vencedores y vencidos. Aquí
sólo hubo vencedores y muertos. Ni siquiera Atila dejó a ningún pueblo tan
aniquilado como brasileños y argentinos dejaron a los paraguayos. No quedó vivo
ni un solo varón -exceptuando los tullidos, los niños y los ancianos- de la
población masculina paraguaya, masacrada en un 80 por ciento. Ante tan drástica
disminución de la población, el nuevo presidente, exhortó a las mujeres en edad de procrear a repoblar
el país y se crearon unas cartillas, donde cada mujer controlaba los días
óptimos de fertilidad a fin de cohabitar con los pocos hombres capaces de
embarazarlas.
Todavía no se
había recuperado Paraguay de esta devastadora masacre cuando se vio envuelta en
otra terrible contienda, la guerra del Chaco, que se llevó la vida de otros
cincuenta mil jóvenes paraguayos. La Guerra del Chaco sirvió para fijar
definitivamente el territorio paraguayo, exento de usurpación por parte de
brasileños y argentinos, y que con la mediación Norte-Americana se le
concedieron tres cuartas partes del territorio en litigio con Bolivia. Sobre
esta guerra hemos tratado más ampliamente en el capítulo anterior dedicado a Carlos
Casado del Alisal. (….)
Tras la nueva
y devastadora guerra el país queda totalmente arruinado y los gobiernos son
incapaces de controlarlo ni política ni económicamente, por lo que se suceden
sus gobernantes a una velocidad vertiginosa, hasta que un golpe de estado del
general Gustavo Stroessner, en 1954, termina con estas alternancias -más o
menos manipuladas por el ejército y las grandes familias- y se mantiene en el poder
hasta que su consuegro, Andrés Rodríguez, general en jefe del Ejército, lo
derroca y tras una cruenta batalla en la que mueren unas cien personas, lo
extradita a Brasil, donde termina sus días apaciblemente.
El nuevo
Presidente golpista, convoca elecciones democráticas a los tres meses de ocupar
el poder, dando libertades desconocidas hasta entonces: la libertad de prensa y
la partidaria. Todos los partidos políticos, excepto el comunista, fueron
legalizados y autorizados a participar en las elecciones. Andrés Rodríguez, que
se presentó a presidente por el Partido Colorado las ganó con más de 75% de los
votos. Lógicamente los partidos no habían teniendo tiempo de estructurarse y
crear un estado de opinión por lo que realmente las primeras elecciones libres
y democráticas son las que empezaron el 27 de Diciembre de 1992 con la elección
partidaria del Presidente del Partido Colorado, Juan Carlos Wasmosy; quien al año siguiente se presentaría a la
presidencia de la nación, ganándolas por amplia mayoría y que casualmente pude
presenciar y tomar mis propias conclusiones. Pero como ya he comentado estos
resultados eran fraudulentos, -desde su inicio-, porque nuevamente había intervenido el ejército en
la elección del presidente del partido Colorado. Lino Oviedo había hecho con su
amigo Wasmosy como el Cid con su joven amigo el príncipe Sancho, después Rey:
ni quito ni pongo Rey pero ayudo a mi señor, y les dio la vuelta a los
contendientes quedando Sancho arriba. Se llevó las urnas a la División de
Caballería y le dio la vuelta al resultado.
Desde entonces
Paraguay ha tenido seis presidentes:
Wasmosy, Raúl Cubas, Luis Ángel González Machi, Nicanor Duarte, Fernando
Lugo y tras su destitución, este año 2012, Federico Franco. Ha sufrido tres
golpes de estado, de los cuales he presenciado dos y ha padecido un magnicidio,
ya que el Vicepresidente de Raúl Cubas, Luis María Argaña, fue asesinado a
menos de cien metros de la oficina de Carlos Casado S.A. donde yo solía
reunirme, aunque tanto en este atentado como en el primer golpe de estado yo, -no estaba en la capital en esos momentos,- estaba en Puerto Casado. Durante esos
dos primeros golpes, atribuidos a Lino Oviedo, estuve en el Paraguay casualmente, entrando al País en ambas ocasiones, una semana antes del golpe y saliendo una semana después.
El primero de
ellos fue un golpe de estado de “vodevil”. Wasmosy era presidente gracias a la
fraudulenta maniobra de Lino Oviedo, que había cambiado descaradamente el
resultado de las elecciones partidarias. Su relación personal era tan estrecha
que se extendía incluso a la familia. Los hijos de ambos, estudiantes en Nueva
York, compartían apartamento. Pero al poco tiempo de asumir el cargo
presidencial, Wasmosy lo destituye de la responsabilidad de Comandante en jefe
del ejército, porque se temía una asonada al quitarle una prebenda -importante
económicamente para Lino-, y al siguiente día lo nombra Ministro de Asuntos
Exteriores, pero ya con el miedo en el cuerpo. Cuando Lino entra al Palacio
Presidencial para asumir el cargo, Wasmosy sale por la puerta trasera, se sube
a un helicóptero y desapareció durante tres días. Nadie sabía dónde estaba.
Bueno había un pequeño núcleo cerrado de personas, que nada teníamos que ver
con la política ni las decisiones que tomasen los paraguayos, que sí sabíamos
dónde estaba, pues a través de mi amigo Stuart, a su vez amigo del Embajador
americano en Asunción, conocíamos el paradero del Wasmosy que se había escondido en la Embajada Americana. Lino
desmintió posteriormente su intención de dar un golpe de Estado, pero el país
realmente lo vivió y Oviedo fue juzgado y condenado a diez años de prisión.
Mientras, yo estaba en Puerto Casado con mis labores habituales del arrozal,
que debía de ser en la siembra puesto que recuerdo un arroz caldosito con
paloma torcaz -preparado con las palomas convertidas en plaga y cazadas a
tiros, que desenterraban nuestro arroz y se lo devoraban-, y que nos comimos
con las autoridades cívico-militares del Alto Paraguay. Allí estaba todo muy
tranquilo y en el pueblo no existían facciones a favor de uno o de otro y las
comunicaciones con España estuvieron abiertas, por lo que la familia no pasó
mucho miedo, al contrario que en el segundo.
-el segundo golpe de estado se llevó a cabo en el mes
de Marzo de 1999. Yo estaba en Santiago del Estero intentando arrendar la desmotadora de una
cooperativa del Chaco argentino, comprar y desmotar algodón para Eurosemillas, obligada a buscar otros mercados de compra gracias a la errática política agraria de la CEE, que había eliminado la
mayor parte de la producción del algodón en España. Tras los acuerdos preliminares, realizados por Miguel Angel Molina, Gerente de Eurosemillas, tenía que esperar un mes en Santiago del
Estero para que la cooperativa aprobase legalmente sus acuerdos sociales y poder trasladarnos el
control de la desmotadora. Decidí que era buen momento para pasar quince o
veinte días con mis amigos paraguayos y tomé un vuelo a Asunción, -vía Bs As,- donde me alojé
en el Hotel España, situado en la Plaza Uruguaya, junto a la vieja estación de
ferrocarril. Tras pasar tres o cuatro días en Asunción decidí hacer una visita
a Puerto Casado para saludar a los amigos, especialmente a los dos paisanos de
Isla Mayor: Antonio Meseguer que se había quedado a vivir en el pueblo tras la
experiencia del proyecto de arroz orgánico y Francisco Romero (Curro) que
estaba allí cosechando el arroz que continuaban sembrando los argentinos. Justo
al día siguiente de partir hacia el pueblo muere Argaña, vicepresidente de la
Nación, según unos en un atentado, donde también muere el escolta y queda muy
grave el conductor; según otros, con los que comulgo, cuando se produce el
atentado, Argaña llevaba varias horas muerto. Es una historia larga y
enrevesada sobre la que, en su momento, tuve unas ideas muy claras: De un tiro
mataban tres pájaros pues responsabilizaron del magnicidio al Presidente, Raúl
Cubas y al que seguía siendo el hombre fuerte de Paraguay, Lino Oviedo, a quien
únicamente por la vía judicial lograron quitar de en medio, para que no saliera
elegido presidente de la Nación, pues en las elecciones partidarias, una gran
mayoría del electorado colorado lo había elegido presidente del Partido. Yo
creo en la versión de que Argaña muere en casa de su querida y después del
fallecimiento, un allegado suyo le dio varios tiros para montar todo el “operativo
del siguiente día”, presentándolo como un magnicidio. Nada más fácil para un
forense que determinar si la muerte había sido “in situ” donde los ametrallaron
o si, por el contrario, ya estaba muerto. Pero en Paraguay pueden retorcer los
hechos mucho más de lo que las personas normales seamos capaces de soñar. Pero
muerto o asesinado se aprovechó este hecho para echar a la calle al pueblo
paraguayo en contra del presidente y de su mentor Lino Oviedo.
Y entonces
aparece en televisión española un tanque justo en la puerta del hotel donde yo
me hospedaba y que Maricarmen conocía. En Paraguay todavía no se había hecho
pública la noticia del golpe de Estado y no se habían cortado las
comunicaciones. Podéis imaginar el desconcierto cuando al llamar al hotel le
dicen a mi mujer que allí estaba mi maleta, pero no yo, desconociendo mi
paradero. Como me había ido al Chaco sólo me llevé la maleta de mano y la
grande se había quedado en consigna hasta que viniera de regreso y así lo dejé
dicho, pero el ceporro que cogió el teléfono -“le faltaría un hervor”- no se
calentó la cabeza y dejó a mi familia en ascuas. Posteriormente no se pudieron
comunicar conmigo ya que las líneas
telefónicas internacionales
estaban cortadas como también cerraron todas las salidas del País.
Pasaron dos días hasta que, a través de la radio, le pedí a mi amigo Chilelli
que en cuanto pudiera llamara a mi casa desde Asunción y les comunicara que yo
estaba bien. Que estaba en el Chaco, preparando algún rancho con los amigos y
entre ellos, además de Antonio, Curro, Chacho, Marcial etc., estaban los
militares a los que ya había dicho que si se ponía la situación muy fea quería
una carta de recomendación para entrar en Brasil, a través del río y la
selva y presentarme en inmigración para
volar directo a España, sin pasar ni por Asunción ni por Santiago del Estero.
Ante la
posibilidad de una guerra civil el Presidente Cubas renunció, asumiendo la
Presidencia el Presidente del Senado Luis Ángel González Machi que terminó la
Legislatura que correspondía a la dupla Cubas-Argaña. Las aguas volvieron a su
cauce y yo retorné a Santiago del Estero donde, por cierto, no pudimos hacer la operación de compra de
algodón porque ya íbamos muy tarde para iniciar las gestiones. La mayoría de
agricultores ya tenían su algodón comprometido. Lo más triste era que cuando
iba a los campos a comprar el algodón, poco y casi todo caído en el suelo, lo
que los agricultores me ofrecían era la venta de sus campos. Llevaban unos años
desastrosos con la sequía y la mayoría estaban arruinados.
Durante esos
días sufrimos un enorme disgusto ya que un amigo de la familia se había
estrellado en su moto contra un coche, -Jesús, hijo de nuestros amigos Curro y
María Dolores, un magnífico joven, agradable, vital, honrado y trabajador-, con el terrible y fatal desenlace que nos
dejó aturdidos. Aquellos días su padre, mi amigo Francisco Romero (Curro) con
el que había estado la pasada semana, estaba cosechando arroz en el Chaco
con su cosechadora y mis hijas desde
casa intentaron localizarlo a través de la embajada paraguaya en Madrid y la
española en Asunción. Lógicamente las embajadas no sabían por dónde empezar
para localizar a una persona en medio del Chaco paraguayo y entonces se les
ocurrió llamarme. Recuerdo que la llamada me despertó de la siesta y me dejó desconcertado. Las palabras atropelladas de Maricarmen, sobre un hecho tan luctuoso, con “mis neuronas todavía medio desconectadas” no eran fáciles de
asimilar; pero conseguimos que Curro aquella noche volara hacia su casa para
poder despedir a su hijo. Inmediatamente después de recibir la noticia, llamé a
mi amigo Ángel Cavanagh que era la clave en esta situación. Desde Buenos
Aires conectó con la oficina de Asunción, que pasó un mensaje urgente por radio
a la de Puerto Casado para que enviasen un coche a recoger a Curro del campo y
conducirlo a la pista de Puerto Casado, donde una avioneta particular, enviada
en ese mismo instante desde Asunción, lo recogió y lo llevó al aeropuerto de la
Capital, allí ya le esperaban los billetes para el primer vuelo a España, vía
Buenos Aires. Curro llegó a tiempo de despedir a su hijo, dos horas antes de su
incineración y de la inhumación de sus cenizas,
en la cripta de la Iglesia de Isla Mayor, que se realizo al día
siguiente con la presencia de todo el pueblo.
Tanto Machi,
como su sucesor Nicanor fueron nefastos para el coloradismo que quedó
fragmentado y perdió las elecciones de 2008, frente a una coalición de
izquierdas, encabezada por el mucho más nefasto, Fernando Lugo, cuya
personalidad me produce un rechazo tan visceral que prefiero guardarme los
comentarios, podrían ser durísimos. Los enfrentamientos de las organizaciones
de los “sin tierra” en busca de su parcela prometida en la Reforma Agraria –una
gran mentira, puesto que una buena parte de ellos como ya se ha
demostrado, lo que buscan es tierra para
volverla a vender a los brasiguayos-, provocan una gran matanza de campesinos y policías en Curuguaty y una reacción
fulminante del Congreso junto con el Senado que aprueban una Moción de Censura,
allí denominado Juicio Político. Es
destituido de forma tan rotunda que sólo 1 de los 79 Parlamentarios - yo
especulaba con una amiga de si sería también hijo suyo-, y sólo 4 de los 39
senadores votaron a su favor. A pesar de este rechazo tan claro de los
representantes del pueblo, pues ni siquiera los que lo auparon al poder votaron
a su favor, los bolivarianos, -partidarios de Chaves y del socialismo del siglo
XXI: igual a “lo que te gusta lo expropias y ya es tuyo”-, acusan a Federico
Franco, sucesor Constitucional por ser
el vicepresidente, en el caso de juicio político, y así contemplado a su vez en
la Constitución del 1992, aprobada tras el derrocamiento de Stroessner.
Aquel tránsito
casual tras los dos golpes de Estado, me llevó a una situación incómoda a mi
regreso a Santiago del Estero tras el segundo pronunciamiento. Al llegar a la
Aduana del aeropuerto de Asunción y revisar mi pasaporte que coincidía, en sus
entradas y salidas, con los dos golpes me pidieron por favor que les enseñase
mi computadora, viendo que llevaba colgada al cuello una maleta de portátil.
Pero se llevaron una desilusión, pues lo único que contenía eran las cámaras
fotográficas y una magnífica radio multibanda donde podía oír las noticias de
España en el Chaco -aunque únicamente de noche; entre la puesta del sol y su
salida-, que me permitió enterarme del golpe de estado antes de que se
difundiera por radio y televisión paraguaya.
La Gran Bahía de Asunción desde la terraza del Hotel Guaraní. En primer plano el Pabellón de los Héroes. |
El lunes por
la mañana estaba ya en el BEX para programar las visitas del día, empezando por
la reunión con el director y examinando nuestras agendas para conseguir una
reunión con el Ministro de Agricultura y exponerle el Proyecto Ypoa -así fue
denominado el proyecto ideado en esa finca del BEX que linda con el lago Ypoa-,
conocer los planes del Estado paraguayo sobre posibles proyectos de Reforma
Agraria pero, sobre todo, descubrir las ventajas fiscales para nuestra
iniciativa y la posibilidad de que existiesen otras fincas estatales para un
proyecto similar. Tenía que preparar otro encuentro en el Ministerio de
Industria, para recibir información sobre la situación actual y futura de la
red eléctrica y viaria, los apoyos del gobierno a la exportación y los
aranceles vigentes, tanto para el Cono Sur como al resto de países. Tantear
también, su predisposición sobre las ayudas F.A.D -Fondo de Ayuda al desarrollo
en la C.E.E. y EEUU-. Por último, quería presentarme en Presidencia a exponer
nuestro proyecto y tantear el grado de compromiso político. Valorar la posibilidad
de desarrollo conjunto con el estado y contactar con empresas o personas
interesadas en participar.
A las 9.30
apareció el Director, Aníbal Quevedo, una persona de trato afable, con carácter
resolutivo, que me presenta a varios colaboradores suyos y me ofrece todo su
apoyo para conseguir las entrevistas y obtener los datos necesarios. Su
subalterno, el Sr. Nogués, se encarga de acompañarme donde fuera preciso y a
las 11 de la mañana ya estábamos con el Vice Ministro de Comercio, Martín Burt.
La entrevista fue muy agradable. Martín,
es un hombre muy joven, con ganas y honrado. Nos brinda todo el apoyo del
Gobierno y solicita un informe del proyecto con nuestras peticiones, además de
los beneficios que reportaría al país, con idea de pasarlo al comité de Asuntos
Económicos. Nos quedó claro que todos los beneficios fiscales estaban
contemplados en la Ley, que no habría favoritismos y que seguía vigente un
acuerdo bilateral con España del que posiblemente podríamos beneficiarnos, la
letra cursiva corresponde a las notas que tomé en aquellos momentos.
A la 1, Carlos
Nogués, me invitó a comer en el Club Centenario –un lugar muy selecto y que
posteriormente, en otros viajes, visité varias veces- y tras la magnífica
parrillada fuimos a visitar al Ministro de Agricultura que nos recibió sobre
las 4. El Ministro, después de escuchar
atentamente nuestra exposición, pasó a explicarnos la situación arrocera en
Paraguay: Tienen buenas semillas del INIA
con producciones de 5/6.000 kg/ha. Han habilitado créditos de la Banca Estatal
para la ayuda al almacenamiento en campaña. Mientras el precio en campaña de
recolección -marzo a junio-, fue de 220 Guaraníes/Kg, en estos momentos está a
360 G/Kg. Habló de la zona más importante situada en Misiones e Itapua,
-cuenca del Tebicuary,- que yo ya había visitado con Oscar durante el primer
viaje. Más tarde, ya en casa de Oscar, estuvimos examinando los planos de
situación de la finca y Oscar hijo, alto funcionario en el Ministerio de Medio
Ambiente, nos confirma que buena parte de la finca se encuentra dentro del Plan
de Parques Naturales, dato que posiblemente no conocieran en el BEX. Al día
siguiente, con el plano de la finca y el del Parque Natural del Ypoa -aún sin
publicar, aunque disponiendo de los puntos geodésicos para superponerlos sobre
el plano de la finca-, podríamos determinar los espacios que quedaban libres y
los supeditados a las obligaciones de Parque Natural y posible figura de
amortiguación del entorno.
La mañana
siguiente estaba en el banco dándole la noticia a Aníbal y a Nogués,
convencidos de que el Parque no afectaba a la finca, con un plano donde yo
podía demostrarlo fehacientemente, que unas 8.000 has quedaban bajo la
influencia del Parque Natural. Con Nogués estuve visitando los supermercados
para comprobar el precio de los arroces blancos empaquetados, que oscilaban
entre los 1.000 G/Kg - unas 70 ptas.- para el arroz nacional, con una
elaboración deficiente, hasta los 2.400 G/Kg para los arroces extra argentinos,
tipo Carolino, muy bien presentado y elaborado.
Después de la
siesta me encontraba nuevamente con Oscar, revisando los planos. Él insistía en
encontrar el original para poder descifrar el galimatías descrito en el título
de propiedad. Oscar me advirtió de que en Paraguay era muy frecuente vender
fincas agrícolas o ganaderas que tenían dos pisos.
Oscar y Mascaró, con la camioneta en la que intentamos dos veces, infructuosamente, entrar hasta la estancia "Las Palmas". |
También
queríamos comprobar los planos “in situ”, por lo que programamos un viaje para
el día 30 que con toda seguridad nos obligaría a pasar el fin de año en medio
de aquellos esterales. Empezamos el viaje en su camioneta, conducida por su
chofer: Mascaró. Un paraguayo con un porcentaje indígena muy elevado, moreno,
compacto y silencioso. Su mayor virtud, en palabras de Oscar, era su capacidad
para estar callado todo el día. Sólo un par de gruñidos diarios para devolver
los buenos días y para confirmar que era la hora de parar a comer. Llevaba
muchos años acompañando a Oscar por todo el Chaco, mientras él realizaba sus
mediciones y ensalzaba su capacidad de mantenerse callado. Así, en la
tranquilidad de la noche chaqueña, le dejaba pensar en sus cosas, escribir
poesías o meditar sobre los acontecimientos.
Antes de dejar
la carretera de alquitrán, pasamos por una despensa -nombre dado a las tiendas
multi-función que hay diseminadas por toda la geografía paraguaya-, donde lo
mismo puedes comprar pan que embutidos, candiles que carne, palas que latas de atún,
bicicletas que machetes, dulces que ropa; como El corte Inglés pero en cien metros
cuadrados, bajo techo de tejas o de palmas y con suelo enlosado o de tierra
apisonada. Entramos en esta despensa de Villeta -un pueblecito con puerto
franco y aduana propia-, Oscar compró 5 kg de chuletas de cerdo, batatas,
tomate, sal, aceite y pan con idea de tomar un asadito el mediodía del 31.
Después sólo Dios puede prever por dónde vamos a estar y cuál va a ser nuestra
posada.
Pasado Villeta
finalizaba la carretera asfaltada y entrábamos por un camino de grava que
desaparecía ante el puente sobre el arroyo Surubí-i. A partir de allí el
sendero se volvía terrizo, con una barrera para cortar el paso en caso de
lluvia, dejando incomunicados a todos los pueblecitos existentes hasta llegar
al Tebicuary. En aquel momento tenían la barrera abierta pero, según los
guardas, había llovido unos kms más adelante y por lo tanto no podríamos cruzar
la próxima barrera situada a unos seis kms. En todo caso aunque lográsemos
llegar hasta la finca, volver, sí que sería mucho más complicado. Realmente a
mí no me apetecía absolutamente nada pasar el fin de año en medio de la nada y
durmiendo “tirado en cualquier sitio”, con algunos bichos, poco agradables,
encima o alrededor, teniendo pagada una magnífica habitación en el Guaraní, que
me esperaba con los brazos abiertos.
Con suerte
éste podría ser uno de los mejores hospedajes que encontráramos por aquellos
páramos. Oscar aprovechó la parada para
hablar con el estanciero de La Soledad, una Estancia cercana, que en cuanto nos
vio, imaginó que íbamos a visitar la Estancia “Las Palmas” de 22.000 has. Según
sus afirmaciones aquella finca no podía soportar más de 6.500 cabezas de ganado
por lo que su valor no podía llegar más allá de los 80.000 G/ha -unos 50 U$A ó
6.000 ptas./ha-, cuando el valor de las
tierras por aquella zona estaba en torno a las 240.000 G/ha -18.000 ptas./ha,
porque podían soportar una carga ganadera cuatro veces superior.
La preciosa casa estilo vasco de Oscar. Oscar nunca quiso ponerle puerta. Sólo al final de su vida se vio obligado para evitar un posible atropello de los "sin techo". |
Paramos en el
puente del arroyo Surubí-i –lugar histórico por su tenaz defensa en la Guerra
de la Triple Alianza-, tomamos unas cervezas con un “paté de vaca” argentino y
regresamos a San Lorenzo donde estaba la “casa sin puertas” de Oscar Ferreiro.
Me ofrecieron quedarme y tomar un asadito antes de regresar a Asunción pero
aproveché que Oscar hijo iba a Asunción para unirme a él, a fin de poder llamar
a casa. Oscar construyó su vivienda y las de sus hijos en San Lorenzo, en medio
de un terreno ganadero de su propiedad que ya estaba recalificado como zona
urbana. Queda como a unos 20 km del centro de Asunción. Siempre que estaba
libre iba con ellos, alquilando un coche o tomando un taxi y, más tarde,
alguien de la familia me traía de vuelta al hotel.
Tras de mi se ven las puertas de los ascensores por donde bajé y frente a mí apareció una Diosa del Olimpo. |
El año 1993
empezaba “radiante”, incluso antes de salir y observar el sol asomando por
encima de los árboles, que cubren Asunción y su limpia atmósfera azul,
resultado de un refrescante día de lluvia. En el hotel habían celebrado un
cotillón y cuando yo bajaba se estaban retirando a descansar algunas personas
que habían pasado la noche en aquella bulliciosa fiesta. Cuando se abrieron las
puertas del ascensor casi me da un infarto -el año venía generoso pues el corazón
aguantó-. Justo frente a mí, a menos de un metro, con una sonrisa clara y
limpia como el cielo asunceno, había aparecido una diosa del Olimpo, morena, con ojos claros, más alta que yo, con
un vestido blanco largo hasta los pies, cuya textura moldeaba sus curvas y su
transparencia insinuaba su escultural figura , increíble; con un escote tan
generoso que mis ojos se clavaron en aquel canalito profundo, centro de unas
redondeces turgentes, incitantes, sugerentes, que me dejaron en estado de shok
durante breves segundos. No pensé nada. No podía pensar, estaba alucinando, si
hubiera sido musulmán me la hubiera pedido como una de las sesenta huríes que
me corresponderían en el paraíso de Ala, como soy cristiano sólo puedo pedirla para
los reyes, pero a “mi rubia” no le iba a gustar mi regalito. Sólo después de
que yo saliera del ascensor y ella desapareciera tras las puertas cerradas,
entonces pude pensar y me dije: pero ¡qué capullo soy! Y me fui a trabajar con mi amigo
Oscar.
Habíamos dedicado la mayor parte de la mañana para analizar el proyecto
del BEX y le encontraba más inconvenientes que ventajas. Posteriormente, en
2.008, visitando nuevamente la zona y revisándola concienzudamente, comprobé
con satisfacción que no me había equivocado. Las Palmas se había vendido y la
estaban reforestando de eucaliptus para celulosa y los límites del Parque
Natural eran los que afirmábamos nosotros. Pero esta profunda inspección de
Ñeembucú Norte -a la que dediqué casi tres meses y que me ha situado en la
condición de ser un conocedor de la zona como pocos paraguayos pueden
presumir-, sería tema para otros capítulos.
Por la tarde preparamos el viaje a las zonas arroceras más importantes
del Paraguay: San Ignacio, San Juan Bautista e Itapuá y de camino entraríamos
en Sanbaquí, la estancia de Oscar.
A la mañana
siguiente alquilé un coche pequeño, que nos dieron de estreno -lo recuerdo por
la pena que me daba meter aquel vehículo nuevecito por aquellos tremendos barrizales-, recogí mi maleta y fui a por Oscar para iniciar nuestro periplo
hacia el Sur del Paraguay. Yo tenía mucho interés en visitar el lago Ypoa, pues
intuía que ese era tal vez el mayor escollo para un magno proyecto en una de
las mejores zonas arroceras del mundo. Con toda certeza algún día será
realidad, pero mientras tanto las discusiones bizantinas, retrasan inútilmente
lo que es bueno y necesario para el país y para la humanidad. El primer intento
de verlo de cerca lo realizamos en Quindy, aunque sólo pudimos aproximarnos
unos diez km, desde donde lo contemplamos y fotografiamos. A comer páramos en
Caapucú, en un pequeño bar predilecto de Oscar, por aquella zona, buscando el
chancho a la brasa que tanto disfrutaba comiendo y que a pesar de sus setenta
años, en ese campo, me ganaba por tres a uno.
Alquilamos una
lancha fueraborda porque no teníamos la posibilidad de llegar a su estancia por
carretera y debíamos llevarle urgentemente al operario, que se encontraba
construyendo un canal y un camino, un repuesto urgente y su salario. Pasamos
por Recife -lugar de piedras en el río- y visitamos la instalación de la bomba
de riego de Talavera, a la cual hicimos referencia en el anterior capítulo.
Después de cumplir nuestro encargo con el operario, que daba vida a una
retroexcavadora montada sobre dos patines, rescatados seguramente de algún
viejo hidroavión, regresamos a Villa Florida donde intentamos infructuosamente
encontrar alojamiento. Villa Florida, está situada en el cruce de la Ruta I con
el Tebicuary, es un lugar tradicional de vacaciones como el Lago Ypacaraí, y
por ese motivo fue imposible encontrar alojamiento en plena estación
estival. Continuamos camino hasta San Juan Bautista donde logramos hospedaje en
el Hotel Waldorf, propiedad de un viejo amigo de Oscar.
A las 5.30 ya
estábamos levantados. Habíamos dormido en una habitación de 3.20 x 3.20, con
tres camas, una mesita compartida, un ventilador en el techo y una luz sobre la
pared. Por la noche la ventana y la puerta quedaron abiertas de par en par para
aprovechar el poco fresco que pudiese entrar. Ésta daba a un patio cubierto por
un enorme mango que lo envolvía en su totalidad y tenía un portón enorme
comunicado con la calle que también quedó abierto durante toda la noche. Al
acostarnos yo había dejado, cámaras, llaves del coche y cartera encima de la
mesa, entrando a la izquierda, sin impedimento alguno desde la calle, pero
Oscar me tranquilizó puesto que allí no había problemas de robo. Eran las
reminiscencias de una dictadura de 35 años, donde el robo se castigaba sobre la
marcha y sin las ventajas que las democracias dan a los miles de chorizos para
proteger a algún confundido inocente.
Precioso árbol de la Estancia de Pancho, del que me traje semillas a España para intentar, infructuosamente, reproducirlo en Isla Mayor. |
Después de
tomar “prestada” una papaya, como desayuno, de un gran montón sobre una
esquina, almacenado para hacer “dulce de papaya”, salimos en busca de Juan
Francisco Caballero Chaves, arrocero y sobrino de Ana Iris Chaves, esposa de
Oscar. Aunque su vivienda habitual estaba justo frente al portón del hotel, él
se encontraba en su campo de arroz de San Ignacio hacia donde nos dirigimos.
Juan Francisco -Pancho-, es un joven de unos treinta años, veterinario, casado
y con cinco hijos, cultiva unas 200 has de arroz. Toma el agua directamente de
un arroyo que pasa junto a su campo, con las ventajas e inconvenientes que eso
conlleva. Este año tuvo enormes dificultades para la siembra debido a las
frecuentes lluvias y las reincidentes inundaciones que, por otra parte, le
destruían la pequeña infraestructura de sacos de plástico rellenos de tierra y
situados a modo de muro de contención en la toma de agua. Había sembrado, en
seco, a mediados de diciembre, arroces redondos con ciclo de 130 días e índica
con 150 días para escalonar la siega. Como no nivelan el terreno, usan pólders
hechos mediante curvas de nivel, con diferencias de hasta 6 cm, a fin de
mantener el agua ideal para el cultivo.
Me puse unas botas de goma para cruzar su campo embarrado y sin inundar, con lo
que el paseo se convirtió en un tormento. Yo no recuerdo haber sudado más en
toda mi vida. El sudor de la frente resbalaba sobre mis gafas que parecían un
parabrisas bajo una lluvia torrencial. Lo cierto es que anduvimos unos 2 km por
medio del campo. Estaba muy cansado, no sé si por las botas, el barro, el
calor, el tabaco o los años. Seguro que fue la suma de todos ellos. Pancho
tiene siete peones trabajando para él y como pago les da el 18% de la
producción bruta por todo el trabajo de preparación, cultivo y recolección.
Por la tarde
visitamos el único molino arrocero que encontré en Paraguay y que está situado
en el mismo sitio donde yo, sin conocer totalmente la zona, había señalado
imaginariamente en el mapa como lugar ideal para emplazar un molino arrocero.
Hoy que la conozco a fondo no lo construiría en ese lugar. El molino pertenecía
a unos bolivianos y no se había estrenado a pesar de llevar un par de años
construido. Tenía un secadero mecánico para 70.000 kg/hora, cuatro silos de
2.000 tm. y un molino capaz de elaborar 3.700 kg/hora de arroz blanco. Para
aquel año, nos contaron, que tenían previsto comprar todo el arroz que les
ofertaran. A mediodía habíamos comido en el campo, unos fideos con pollo,
preparado por la familia que allí vive y que Pancho paga aparte y por la noche
nos invitó a una lasaña en su casa de San Juan Bautista, lo que nos venía muy
bien pues el hotel lo teníamos cruzando la calle.
La mañana del
siguiente día visitamos Bella Italia, una estancia del Sr. Lozzio, amigo de
Oscar, al que no pudimos saludar porque estaba fuera, y que tiene allí
plantadas gran variedad de especies italianas, entre las que me llamó
poderosamente la atención un enorme olivo que jamás dio una sola aceituna,
posiblemente por la ausencia de frío en este lugar. Cerca de Villa Florida
paramos para tomar una panorámica de la finca. En mi informe a P. Beca es
señalada como la nº 3, y está situada junto al río Tebicuary, en la Ruta 1.
Habíamos
previsto martes y miércoles para visitar la Estancia Las Palmas, pues aunque yo
la daba por desestimada para el proyecto, me ayudaría a redactar un informe clarificador.
Sin embargo, ese martes, me levanté
temprano, como de costumbre y tomé un taxi a San Lorenzo, para avisar a Oscar de
que tampoco esta vez podríamos viajar porque la carretera estaba cortada debido
a las lluvias de la noche. Así que dejé al callado Mascaró, con su camioneta
preparada, dispuesto y sin viaje. Aprovechamos la mañana para ir al Centro
Cartográfico Militar y comprar todos los planos 1:50.000 de las dos márgenes
del Tebicuary, desde Villa Florida al río Paraguay, los coloqué en la pared de
mi despacho de Segunda Generación y se perdieron en el incendio ocurrido durante uno de mis viajes posteriores.
Nuevamente
visitamos el BEX para dejarle el informe que llevaba para P. Beca y explicarle
que encontraba demasiadas dificultades para iniciar allí un proyecto en el
Paraguay, aunque no descartaba totalmente la compra, pero esa decisión no tenía
que tomarla yo. Aníbal, muy ilusionado con la operación, se ofreció para
llevarme por la tarde en una avioneta -algo que no me atrae en absoluto: avioneta,
tarde, calor, sacudidas, igual a comida a la bolsita de plástico. Puse la
condición de que si no podíamos aterrizar rechazaba el ofrecimiento, mientras tanto desde Villa Oliva nos decían que no había llovido. La sempiterna incertidumbre
en Paraguay, unos dicen que sí otros que no y después sólo Dios lo sabe. A las
dos y media me llamaba Aníbal al hotel para confirmarme la cancelación del
vuelo que teníamos para las 4.30, pues se había levantado un fuerte viento y
nuevamente me quedé con las cámaras preparadas para las tomas de esa Estancia.
Por la noche,
en justa compensación, invité a cenar a Aníbal y Nogués en el Guaraní, donde
volvieron a repetirme que Aníbal tenía poderes del banco para realizar la
operación y que si hacía falta viajaría a Sevilla para cerrarla y que “estaba dispuesto a negociar cualquier
operación que fuera negociable”. Yo insistí en mi condición inexcusable de
visitar la finca concienzudamente antes de dar mi visto bueno.
El día de
Reyes ya empecé a preparar mi regreso a España. Fui a casa de Oscar para
saludar a Otilia, esposa de Olavo Ferreiro. Éste había llegado desde España de
su estancia en la Expo, con Olavo, Director del pabellón de Paraguay. A Otilia
ya nos unía cierta amistad, pues había estado en nuestra casa de Isla Mayor un par
de veces con el resto del grupo de trabajo del pabellón paraguayo. También
quería darle las gracias a Oscar y despedirme de él y de Ana Iris, su esposa.
Por ese tiempo se había lanzado una
nueva edición del Diccionario de la Real Academia Española, donde este
matrimonio figura como representantes de la Real Academia en Paraguay. Ana Iris
que trabaja en el Palacio de Gobierno como supervisora de todos los discursos
del Gobierno, también tiene un libro de cuentos publicado, “Crisantemos Color
Rosa” que tuve ocasión de leer durante
mi estancia en el Guaraní. Es un precioso libro donde se atisba la talla
impresionante de esta mujer, como escritora y como ser humano, que calladamente
ha sufrido el “machismo” normal del paraguayo con una habilidad y “saber hacer”
que requerirían un capítulo para su aclaración. Admiraba a Ana Iris, con la que hemos compartido alguna anécdota
que ya escribiremos algún día y a la que perdimos poco tiempo después. Oscar
había quedado tan ilusionado con el proyecto arrocero, él había cultivado arroz
más al Sur, en los esteros de Pilar, que me animó a volver y si no encontraba
inversores en España para llevarlo a cabo, los buscaríamos en Paraguay…
(Continuará).