domingo, 11 de diciembre de 2011

PERÚ - SUR- II.- ICA y el enigma del Dtor. Cabrera

ICA: CULTURA PARACA


Lima 29 de Enero de 2007. Por la mañana, ya descansados, retiramos el coche de alquiler, previamente reservado y salimos a la Pan-Americana rumbo al Sur.


Poblado de "invasores" en medio del desierto, pero cerca de la costa.

La Pan-americana nace en Alaska y atraviesa todo el continente americano, discurre hasta el sur de Chile muy cerca de la costa y en esta parte que vamos a recorrer hoy atraviesa una zona desértica, Al Norte del Desierto de Atacama, que con más o menos dureza cubre gran parte de la costa occidental del Perú y de Chile. Esta es una de las zonas más áridas de todo el planeta ya que los vientos fríos y secos provenientes del Pacífico sólo provocan la lluvia al chocar con las corrientes húmedas y cálidas procedentes de la parte oriental del continente, antes que hayan cruzado los Andes o parte de ellos. Esta costa de Chile y Perú, que como sabéis está bañada por las aguas del Pacífico Sur, es recorrida por la fría corriente marina de Humboldt, creando una de las pesquerías más importantes del mundo, ya que esta corriente, procedente de la Antártida, es muy rica en nutrientes, plancton, y la pesca es abundante. Nosotros conocíamos estos datos y nos frotábamos las manos pensando en las mariscadas que nos íbamos a "zampar" ¡Qué fracaso! No pudimos pasar del riquísimo "supé de camarones" (que nos había recomendado encarecidamente nuestra amiga, arequipeña, Karla Urday) y algunos moluscos y bivalvos poco conocidos para nosotros.

Una vez en la carretera, que en su mayor parte discurre entre el mar y las dunas costeras que a veces tienen cientos de metros de altura, vimos poca población. En la playa, nada. Cientos de kilómetros de playa sin una sola casa. Si alguna vez alguien edificó alguna a continuación vino algún tsunami y la barrió. Sólo vimos un pueblecito de casitas, en medio del desierto, a la izquierda de la carretera, de peruanos pobres a los que llaman "invasores", equivalentes a los ocupas españoles o los sin techo paraguayos, y al fin tropezamos con un pequeño bar llamado "El Chinchorro", donde paramos a tomar una cerveza.


Bar en la carretera, único en decenas de km. hacia el Norte y hacia el Sur

El nivel de tránsito por el lugar, en pleno verano austral, pudimos imaginarlo cuando pedimos dos coca colas y dos cervezas frías. Sólo tenían frías una de cada que tuvimos que mezclarla con la otra natural. Menos mal que allí, junto al mar, no hacía mucho calor. Paramos a comer en la bahía de Paracas, donde sí había algunos restaurantes cerca de la playa.


Restaurante, junto al mar, en la bahía de Paracas.


Probablemente este restaurante hoy no existe, ¡Dios quiera que me equivoque!, pues el tsunami posterior al terrible terremoto del 15 de Agosto de 2007, cuya intensidad fue de 8.0 en la escala de Richter y con el epicentro en Pisco, situado a unos 20 km de allí, barrió toda la costa de Paracas y difícilmente pudo sobrevivir. Frente a mi tengo el sabroso plato de supé de gambas, que  en realidad es un guiso marinero de Buey de mar, con alguna gamba. Realmente delicioso. Tomé dos, uno por cada día que allí comimos. Y mucho mejor que la sopa de Buey fueron las atenciones que nos ofrecieron los dueños que atendían personalmente. En cuanto a Pisco, el pueblecito que da nombre a la bebida y al combinado "distintivo del Perú" quedó totalmente destruido en ese terremoto. 


Jardín trasero del Hotel Las Dunas.

Tras la comida fuimos a descansar al hotel Las Dunas, un oasis en medio del desierto y cerca de Ica. Desde la terracita trasera de la habitación podíamos observar las dunas que se ven al fondo y que prácticamente nos rodeaban. Desde una fotografía aérea veríamos este hotel en un pequeño oasis en  medio de un mar de arena, con dunas que alcanzan cientos de metros de altura y que las utilizan para practicar el snowboard, cambiando la arena por la nieve.


Piscina del Hotel Las Dunas en Ica.
En este Oasis dejamos a Mari y Amparo, al día siguiente por la mañana, mientras Ángel embarcaba en la bahía de Paracas para ir a Las Islas Ballestas. Mientras ellas quedaban allí disfrutando de la paz y serenidad que emana del lugar nosotros hacíamos el recorrido turístico por los aledaños.


Dando pescados a los pelícanos.
Era todo un espectáculo ver alimentar a los pelícanos, habituados ya a esa "comida extra" que les suministraban para que se acostumbrasen a estar por la playa como atracción turística.


Embarcadero para el viaje turístico a las Isla de las Ballestas.

Ese día estaba el mar  un poco "picado", razón de más para que a dejase Ángel ir solo a visitar las famosas Islas Ballestas, paraíso de los lobos marinos, de infinidad de pájaros y algunos pingüinos peruanos, hoy en peligro de extinción. Frente a las islas se encuentra la ciudad de Pisco, cuna del famoso licor, utilizado para preparar la bebida nacional "el pisco sour", agradable cóctel parecido a la "caipiriña" brasileña, mucho más famosa en el mundo, aunque posiblemente sea una copia de la peruana, que empezó a utilizarse en el siglo XVII.
A los pocos meses de nuestra visita, uno de los terremotos más fuertes de la zona en los últimos años asoló la pequeña ciudad de Pisco. Sólo en la Iglesia fallecieron cerca de 200 personas, ya que se desplomó el techo en plena Misa Dominical y sólo se salvaron dos personas. Si no recuerdo mal, se salvó el sacerdote y el monaguillo por no encontrarse en ese momento en la nave central, cuyo techo se desplomó sobre los feligreses que llenaban la iglesia. Fue una tragedia que costó la vida a cerca de mil personas y dejó sin hogar a decenas de miles.

Bahía  de Paracas.

Mientras Ángel navegaba, yo me dedicaba a curiosear por el entorno del Parque Natural de Paracas, para ver algo de su cultura. Pero lo más importante que allí había eran las tumbas, con sus momias, a las que respeto mucho pero prefiero dejarlas absolutamente tranquilas y las famosas telas tejidas, con sus brillantes coloridos, que correspondían a los primeros tejedores de Sudamérica, los paracas. .


Formación geológica que se denominaba La Catedral del Mar

En mi recorrido visité La Catedral del Mar, formación geológica de varios millones de años declarada Patrimonio de la Humanidad y que también se derrumbó en el terremoto.


Foto testimonial con la desaparecida Catedral del Mar



Monumento a Simón Bolivar

Después tropecé con el monumento a Simón Bolívar, que desembarcó en esta playa al inicio de la guerra de la Independencia de Sudamérica.




Despacho del fallecido Doctor Cabrera.

Por la tarde habíamos concertado la cita para visitar el Museo del Doctor Cabrera. Allí nos esperaba la que fue secretaria del doctor y es la persona que acompaña a los que solicitan ver el Museo, ya que, como tal, está muy desacreditado y tanto la familia como la Administración peruana no quieren responsabilidades con el mismo.

La secretaria del doctor Cabrera, que nos atendió.

Allí vimos miles de piedras grabadas que el doctor había ido recogiendo del desierto durante muchos años y que, según él, pertenecían a un pueblo que había estado en contacto con una civilización superior (extraterrestres) hacia ya cientos de años.
Entre los millares de piedras que allí se conservan, he destacado 5 por la especial curiosidad que en mí despertaron en los años 60 y 70, cuando leía la Colección "Otros Mundos".



Trasplante de corazón, grabado en unja piedra ?milenaria¿

En la piedra de la imagen superior podemos ver una operación de trasplante de corazón ¿cientos, miles? de años antes de que el Dr. Barnard realizara el primer trasplante en diciembre de 1.967.  


Reverso de la piedra anterior del trasplante de corazón, haciendo, simultáneamente, una transfusión de sangre de una embarazada.

 Lo más curioso es que por la parte trasera del petroglifo (foto inferior) se puede observar que se le está haciendo al paciente una transfusión de sangre procedente de una embarazada, con lo que se indica que en esa cultura indígena ya conocían el rechazo en los trasplantes, y sabían que la mujer durante el embarazo crea un inmunosupresor para evitar el rechazo del feto.



Estudiando el firmamento
En la siguiente piedra vemos a un indio observando el firmamento con un telescopio y eso no sólo demuestra la superioridad de su civilización con la coetánea del resto del mundo, ya que nos llevaban siglos de adelanto, sino que lo más curioso, haciendo caso a Däniken y otros autores como Pauwels y Bergier, es que el lugar en el que están situadas las constelaciones, que se ven en el anverso de la piedra, corresponden a su situación estelar de hace 20.000 años, según pudieron comprobar en el Observatorio Astronómico de París.



Trepanación  en el celebro.

También es inquietante atribuirles la capacidad de hacer trepanaciones de cerebro, aunque aquí no se especifica mucho la dificultad de la operación, si bien es verdad que las civilizaciones antiguas tenían un gran conocimiento de la caja craneal, ya que se partían "la crisma" a cada momento con las porras con las que dilucidaban sus cuitas.
Después de ver cientos de piedras entre las que recuerdo, aunque no guardé testigo fotográfico, algunas realmente pornográficas, que aquí no me parece prudente detallar, pero en las que se ensalzaba y explicitaba la homosexualidad masculina de forma muy curiosa.


Guerrero pre-incaico montado sobre un dinosaurio.
Para el final he dejado la piedra que desautoriza todo el enorme trabajo y esfuerzo del Doctor Cabrera y su indudable taller de grabadores, ya que el trabajo no era cosa de entretenimiento de fin de semana, cuando vemos en un petroglifo al antecesor de los Incas a los lomos de un dinosaurio, especie desaparecida hace 65 millones de años, cuando el ancestro de los homínidos era apenas un mustélido del tamaño de una ardilla. Antes Habíamos visto operaciones de trasplante de corazón, trepanación de cráneo, planos astrales imposibles para la época y otros petroglifos inexplicables que se ¿podían? atribuir a una civilización anterior, pero lo que es "éste en concreto" ni siquiera a los extraterrestres se les puede achacar porque nuestros ancestros eran apenas como una zarigüeya. Los mamíferos no pudieron desarrollarse hasta la desaparición de los dinosaurios que no dejaban títere con cabeza. Sólo sobrevivían los que se podían esconder rápidamente bajo tierra.
Asi que el Museo del doctor Cabrera, cuyo edificio puede que ya no exista hoy tampoco, estaba cerrado y para poder visitarlo tuvimos que buscar a su antigua secretaria que custodiaba las piedras ya que la familia del doctor tampoco se ponía de acuerdo en su mantenimiento.

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