Con José Mª Giralt ante la Puerta de Brandeburgo y el Muro |
Era un frío día de Febrero de 1982. José María Giralt, Felipe González de Canales y yo, estábamos en Berlín, invitados por el gobierno alemán que nos proporcionó un tutor e intérprete que estuvo acompañándonos mientras duró la visita.
Nuestra llegada en avión había sido "movidita". Como tal vez los mayores recordarán, cuando los comunistas deciden cerrar Berlín Occidental, en 1961, sólo dejaron acceso a esta capital a través de un pasillo aéreo que era como un túnel virtual en el cielo. Las carreteras de acceso fueron cortadas y el abastecimiento de Berlín tuvo que hacerse a través de un "puente aéreo" que ha sido el mayor operativo de abastecimiento aéreo de la historia. Había que llevar más de cuatro millones de kilos diarios en alimentos, medicinas, ropas y otros bienes de consumo diario a los dos millones medio de berlineses que no habían querido abandonar sus hogares, o lo que quedaba de ellos.
Cuando hicimos nuestro viaje ya no existía el Bloqueo y se podía acceder por la autoban, pero seguramente el acceso aéreo seguía limitado al pasillo aéreo que tuvimos que utilizar para atravesar parte de la Unión Democrática Alemana hasta llegar a Berlín. Debíamos de volar a menos de 3.000 pies, inmersos en una invisibilidad absoluta causada por nubes bajas y que hacían que el avión pareciera una lancha descendiendo unos rápidos de montaña. ¡subida, bajada, bandazo, salto, bandazo etc. etc.! Aquel tormento terminó en "vomitona" y una borrachera que duró el resto del día.
Por cierto lo de la "Unión Democrática Alemana" es un término que me ha tenido desconcertado durante muchos años de mi juventud. Siempre confundía la tendencia política de las dos Alemanias ya que el término "democrática" es el antítesis de comunista. ¡Que cara más dura hay que tener para añadir democrático a un gobierno que no respeta los derechos humanos, la democracia, ni nada que remotamente se le parezca!
Los comunistas, al igual que los nazis, los dictadores o los talibanes, sólo utilizan la democracia como forma de llagar al Gobierno y solamente lo harán en el caso que no puedan tomarlo por la fuerza de las armas, que es lo que realmente les apasiona. Una vez tengan el control efectivo del Gobierno utilizarán todas las artimañas posibles para eliminar el funcionamiento de una sociedad democrática y poco a poco, o de golpe, ejercerán un poder totalitario y brutal hasta terminar con cualquier resistencia al dominio absoluto de todos los poderes del Estado: Senado, Parlamento, Poder Judicial y por supuesto el control de los medios de comunicación. Establecida ya, la Dictadura del Proletariado, el Gobierno del Pueblo por el Pueblo o los Salvadores de la Patria, se liquidarán rápida y automáticamente todos los derechos fundamentales de las personas incluido, por supuesto, los del Proletariado.
Otra incongruencia se me presentaba cuando miraba el muro y me daba cuenta que no estaba construido para evitar fugas de los que habitaban su interior sino para impedir que los alemanes orientales pudiesen "encerrarse" en Berlín Occidental. Según datos de la (policía secreta de la RDA) en los diez años anteriores a la construcción del muro se habían "fugado" de Alemania Oriental 2.500.000 alemanes, la mitad de ellos pasándose a Berlín Occidental y desde allí volando al exterior. Por esa razón el titulo del capítulo es totalmente impropio puesto que las doce horas las pasamos fuera del muro, en el Berlín Oriental, y el miedo me entraba al pensar que me podía quedar fuera del muro.
Justo a nuestra derecha (en la foto superior) había un gran mirador de madera, elevado, para poder contemplar la parte oriental (esa foto no pude localizarla,en el baúl de los recuerdos, como otras muchas) y lo más curioso es que al otro lado del Muro los comunistas habían levantado un catafalco desde donde se podía contemplar la parte Occidental. Sólo había una pequeña diferencia: mientras nosotros subíamos y bajábamos libremente a nuestro entarimado, al otro lado del muro estaban subiendo al catafalco una pareja de berlineses con dos muchachos jóvenes, que debían ser sus hijos, pero a cada lado de la escalera de subida quedaron dos "VoPos" (policía popular de Berlín oriental), metralleta en ristre, por si se les ocurría la brillante idea de intentar atravesar el Muro frente a la Puerta de Brandeburgo donde estaba el lugar más bajo y menos fortificado.
Tal vez alguien piense que estoy exagerando y no me crea. Ese día hicimos una visita turística por la cercanías del muro. Alli vimos decenas de cruces y flores situadas en los lugares donde habían caído familias enteras intentando escapar del "paraíso comunista" Saliendo de los límites de la Puerta de Brandeburgo el Muro se convertía en un doble Muro de tres o cuatro metros de altura con un gran pasillo entre ambos donde había instaladas una ametralladoras pesadas, automáticas, que disparaban con sólo detectar movimiento para evitar que los guardianes tuviesen compasión y fallasen deliberadamente.
Yo entonces pensaba que no había que discutir con los comunistas para convencerlos de la crueldad del régimen, sólo llevarlos de viaje a Berlín y que comprobasen cómo millones de personas,gente normal, arriesgaban su vida y la de sus hijos para salir de la opresión. Hoy sé que hubiera sido inútil pues no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Centro de Berlín antes de la Unificación. Temperatura 20º bajo cero. |
Esa misma noche de llegada e invitados por el Ministro de Agricultura Alemán acudimos a un baile que preparó una organización profesional agraria alemana, de cuyo nombre no me puedo acordar y si cuento la anécdota no es por otro motivo que para refrendar el frío que pasamos.
Durante el baile nada que destacar, parecíamos invisibles a las chicas alemanas, en cambio, si recuerdo la carne cruda que tomé en la cena, manjar que desde entonces no dejo de saborear cada que tengo oportunidad. La carne, picada y macerada, parecía una muestra de lo que son nuestras longanizas valencianas, pero con algunas especias distintas. Esta carne y la salida del baile es lo que quedó grabado en mis recuerdos. Como estábamos muy cansados pasadas las doce intentamos retirarnos a nuestro hotel. ¡Que problema!
Ya no funcionaban los taxis por aquel sector y el recorrido de los autobuses era muy limitado. Como se puede apreciar en las fotos llevábamos puesta nuestra mejor ropa de invierno, pero la mía, preparada para el invierno de Sevilla era tan inapropiada como la del ejército francés y alemán cuando estaban en Moscú y les pilló el invierno ruso. Ya en la calle, esperando un autobús, que no sabíamos si vendría, nos refugiamos del viento congelado (20º bajo cero) detrás de una farola. Tenía la impresión que en lugar de abrigo sólo llevaba encima una camisa de manga larga. Asi calaba mi ropa el gélido viento. Menos mal que al poco rato pasó el autobús y nos libramos de quedarnos congelados en aquel inhóspito lugar. Cuando llegamos al hotel y protestamos nos dijeron que teníamos suerte que la temperatura había subido respecto a los días anteriores.
En la foto podemos ver una parte del Centro de Berlín que los alemanes quisieron respetar y no urbanizarlo hasta que se llevase a cabo la Reunificación. En aquel lugar quedaban restos importantes, como el bunker del Fürer, pero no dejaban visitarlos. Esta medida previsora permitió que Berlín tenga un Centro moderno y espectacular.
Cunnussuamater-strasse. |
Nos quedamos en un hotel céntrico del que no logro recordar nada significativo, excepto el pub que había saliendo a mano izquierda donde tomamos unas cervezas negras que estaban buenísimas (casi tan buenas como La Cruz Campo) a pesar del terrorífico frío que hacía en el exterior. Mirando mis botas de media caña y con suela de cuero recuerdo el paseo que me di con Felipe, buscando una Iglesia para oír la Misa Dominical, y el terrible frío en los pies a causa de la nieve que pisamos en el paseo aunque en la foto se ve que la acera estaba limpia del blanco elemento.
La gran Iglesia del fondo estaba totalmente destrozada y al contrario que la Catedral no parecía que hubieran iniciado su restauración. Sólo había quedado en pie parte de una torre y las paredes circulares de su cúpula central.
Centro de Congreso. |
La Semana Verde de Berlín es, en estos
momentos, la Feria Agro-alimentaria más
importante del Mundo: Su origen se remonta a 1926 cuando se
montó un mercado local de estilo Medieval, con productos agrícolas y ganado. Su
celebración se interrumpió durante la Segunda Guerra Mundial y se reinició en
1948 (como un desafío al bloqueo comunista) en el interior de un Berlín incomunicado con el exterior excepto por el
pasillo aéreo y en un momento tan difícil que para alimentar a la población
tuvo que habilitarse un Puente Aéreo por un pequeño pasillo, a 3.000 pies de
altura, que recuerdo por lo accidentado del vuelo. Aquel inicio debió ser muy
duro en pleno enfrentamiento de Rusia con sus aliados, que dio lugar a la
Guerra fría, con los militares acuartelados en estado de alerta máxima y cuando
sólo disponían de suministro eléctrico durante dos horas por la mañana y otras
dos por la noche.
La Semana Verde, desafiando todas la
amenazas del régimen comunista que le rodeaba y que intentaba
asfixiarla, continuó creciendo hasta la construcción del Muro en 1961.
Como desafío al cierre total de la ciudad en la siguiente edición se convirtió
en Feria Internacional y esa clase de feria fue la que conocimos en este viaje
de 1982. En aquellos días de Febrero del 82 ya nos quedamos sorprendidos por la
calidad, variedad y presentación de las frutas y productos horto-frutícolas.
Recuerdo dos naves enormes, descomunales, llenas de stand con frutas y verduras
de todas partes del mundo. En pleno invierno boreal se podía comprar todas las
variedades conocidas y desconocidas, para nosotros, como hoy ya es normal en
nuestros establecimientos especializados. Pero de esto hace treinta años,
viendo aquello nos dábamos cuenta, como agricultores, de nuestro atraso en la
presentación de los productos y del desafío que nos esperaba al enfrentarnos a Europa y con la
Mundialización, que se puso de moda poco más tarde y que para mi es un invento
que manipulan unos pocos para aumentar sus márgenes de beneficio, comprando barato,
en cualquier lugar del mundo y vendiendo un poco más bajo que el mercado local
con la consecuencia nefasta de del hundimiento del pequeño comercio y la
marginación del agricultor que no se someta a la dictadura de los
“controladores del mercado”
Parece ser que en la actualidad la
dirección de la Semana Verde ha dado un
paso más en la excelencia y no sólo busca precio, calidad y presentación si no
que exige un tipo de agricultura
compatible con el medio Ambiente en un afortunado intento de colaborar con el
control del cambio climático.
En la Feria del 2010 ya participaron más
de 1550 expositores de 58 países y me imagino que regirá la misma norma del 82:
Había un requisito que limitaba el crecimiento. Todo producto que se exponga en la
Feria debe ser posible comprarlo en algún establecimiento de Berlín.
Sala de reuniones. Tema: Asociacionismo europeo. |
La tarea más importante del viaje era acudir a las reuniones del COPA-COGECA, que se celebraban en Berlín durante la Semana Verde, para ir enterándonos del funcionamiento de esas instituciones de representación ante la Unión europea, de cooperativas, y asociaciones de agricultores y ganaderos.
No recuerdo exactamente los temas específicos que tratamos (era una más de las miles de reuniones que mantuve durante mis catorce años años de actividad representativa) pero seguro que trataría sobre nuestra futura incorporación a la CEE.
A día de hoy, forman el COPA 60 organizaciones de los Estados miembros de la Unión Europea y 36 organizaciones colaboradoras de otros países europeos como Islandia, Noruega, Suiza y Turquía. Desde su constitución, este organismo ha sido reconocido por las autoridades comunitarias como organización portavoz del conjunto del sector agrícola, centrándose en defender los intereses, tanto generales como específicos, de los agricultores de la UE. Entre sus objetivos destaca el análisis de todos los temas relativos a la Política Agrícola Común, el mantenimiento y desarrollo de contactos con las autoridades comunitarias y organizaciones representativas e interlocutores de nivel comunitario o la defensa de los intereses del conjunto del sector agrícola.
Con el grupo de Jóvenes agricultores de Francia, Italia y Grecia. |
Cenando con los Agricultores Europeos representantes de sus organizaciones en el COPA-COGECA y comentando las reuniones del día. Tras la cena salí con Giralt y el Presidente de Jovani Cultivatori a dar una vuelta por la noche berlinesa. Valiente forma más estúpida de perder el tiempo. No vimos nada que estuviera abierto y valiera la pena, es más sufrimos una escena que calificaba a los berlineses en pocas palabras.
Sería sobre las diez de la noche. Pasamos junto a un pub, que se veía vacío, y en los quicios de la puerta habia dos "hijos de mala madre" recostados. Muy disimuladamente azuzaron a un pastor alemán hacia nosotros, que se lanzó contra mi y me atenazó el tobillo con sus fuertes mandíbulas. No me hacía daño, pues llevaba las botas puestas, el daño moral me lo hizo aquel nazi , degenerado y malnacido, que intentaba humillarnos por no ser rubios y blancucinos.
No todos los berlineses eran racistas, pero en lineas generales, eran unos amargados que vivían en una cárcel de plata ya que a ellos les estaba vedada su salida al exterior y aquella amargura hacía aflorar en en ellos rabia y odio, contra todo el que no fuera un ser superior perteneciente a su gloriosa y sanguinaria raza aria.
Mi padre, que era a partidista y agnóstico, (hasta que vio la muerte cerca y llamó al cura) fue siempre un gran admirador del pueblo alemán y me transmitió esa admiración por un pueblo que había demostrado sobradamente su capacidad de sacrificio y esfuerzo para recuperarse de su miseria tras las dos Guerras Mundiales que lo dejaron destrozado y sojuzgado a otras potencias extrajeras.
Pero, tras el humillante Tratado de Versalles, aquella penuria y las promesas de recuperación económica y moral llevó al poder a una élite deshumanizada y amoral y de la que los alemanes no pueden desprenderse aduciendo que desconocían sus atropellos y fechorías. al que así piense le recomiendo que profundice en película y libros sobre el juicio de Nuremberg donde, dejando al margen la auto-propaganda de los aliados, quedan descarnados los crímenes de lesa humanidad ordenados por un gobierno elegido por los alemanes y permitidos por una mayoría que aplaudía o miraba hacia otro lado para no ver."Cada pueblo tiene el Gobierno que se merece" y matizo yo, al menos durante una época histórica concreta.
Haciendo el imbécil ante el Reichstag con mi amigo Felipe González de Canales |
Acá se me ve emulando el saludo nazi, no porque sea filo nazi, si no todo lo contrario, estaba mofándome de todos los regímenes totalitarios sean del color que sean. Durante toda mi vida, he disfrutado de una constante: cantarle "El Cara al Sol" a los recalcitrantes e intolerantes comunistas y "La Internacional" a los "enchulados" y prepotentes franquistas o fundamentalistas de cualquier ideología política. Hace mucho tiempo que abandoné la creencia en los "Seres Superiores". Léase: hombres, héroes o dioses.
Pero esto no ha sido óbice para que durante toda mi vida haya disfrutado de la amistad de personas que, honradamente y por convicción, no por oportunismo o enchufismo, creen que su ideología es la mejor para todos, como otros creen que su Dios es el único verdadero. Y siempre que estas personas respeten las creencias ajenas serán buenos candidatos a mi amistad y me enorgullezco de tener amigos de todo el espectro político a los que no les canto las famosas canciones.
Reichstag actual con la cúpula de Norman Foster. |
Aquí vemos ya el aspecto actual del Reichstag, restaurado a partir de mayo de 1995, cuando Foster presentó su diseño definitivo con una cúpula de cristal transitable, que por fin satisfizo a los diputados.
Como seguramente recordareis, el Parlamento Alemán fue quemado en 1933, por un loco solitario, que era comunista y que les vino de perlas a los nazis para iniciar sus represalias contra comunistas y judíos A pesar de que en todas las obras sobre La Segunda Guerra Mundial que he leido, que no son pocas, e incluso en investigaciones modernas, como el último libro que escrito recientemente sobre la biografía de Goebbels y que me parece bastante ecuánime, en ella, el autor todavía defiende la ausencia de datos que relacionen a los nazis con el incendio. Pero yo digo como los polis: mira a quien beneficia el hecho y por ahí empieza a buscar al culpable. Aquel incendio les vino "al pelo" a los nazis para empezar su programa de aniquilación de comunistas y judíos. Asi que, aunque me lo juren por Odín ,no me trago que aquella partitura no la escribieran ellos, al margen de quién fuera el intérprete.
Catedral de Berlín en restauración |
No tuvimos la oportunidad de visitar la Catedral de Berlín ya que estaban restaurándola. El edificio original fue construido entre 1895 y 1905, había quedado parcialmente destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1975, fecha en la que comenzaron los trabajos de reconstrucción, se colocó un techo provisional para proteger el interior. Cuando se produjo nuestra visita ya llevaban 7 años de trabajos pero no había ni la más mínima posibilidad de ver su interior.
Catedral de Berlín actual. |
Estos trabajos concluyeron en 1993 con un nuevo diseño de la parte superior más simple y de menor altura que el original.
El fin de semana lo teníamos libre y decidimos darnos una vuelta por el Berlín Oriental. En el hotel nos prepararon par que no tuviésemos problemas. Debíamos de llevar 42 Marcos. Ni más ni menos y era obligatorio cambiar los Marcos de la Alemania Federal por los de la RDA. El cambio era paritarios, es decir cambiamos 5.50 marcos occidentales por la misma cantidad de orientales. Sin embargo en el mercado negro del Berlín "democrático" `podías conseguir con facilidad cambios de 1 marco occidental por dos o tres orientales. El secreto estaba en que había unas tiendas especiales, sólo para turistas, con productos europeos o norteamericanos que únicamente podían pagarse con divisas y por ello pagaban esa diferencia por el cambio, si alguien estaba interesado en algún objeto que no podía conseguir de otra forma. Por esta razón durante nuestra visita siempre pagábamos con marcos occidentales y por ello tuve problemas en el paso fronterizo cuando íbamos de regreso al lado occidental.
Detalle del Muro de Berlín. Wik. |
Como ya hemos comentado, el fin de semana pasamos a Berlín Oriental de turismo: el Presidente de Jóvenes Agricultores, José María Giralt, el Secretario General de Jóvani Cultivatori italianos y yo. Pasamos el "Muro", bajo tierra, en el metro de Berlín que estaba gestionado por los comunistas orientales y tenía un aspecto tercermundista: además sucio y abandonado en su cuidado. Pasamos todo el día por Berlín Oriental, de la que conservo muy pocas fotos ya que tenía miedo a que me confundieran con un espía, por tomar imágenes de su estilo de vida cotidiano.
Puerta de Ishtar. Museo de Pérgamo |
Como visita principal recuerdo el Museo de Pérgamo, el más completo de todos los Museos de Arte Hitita del Mundo: como ejemplo basta decir que todo la muralla de la Puerta de Ishtar, entrada principal de la ciudad de Babilonia, desmontado piedra a piedra, transportado a Berlín y montado nuevamente en el interior del Museo, en una nave enorme construida ad-hoc. Me impresionó más que el propio Altar de Zeus de la antigua ciudad de Pérgamo que daba nombre al Muse y que también habían trasladado allí piedra a piedra y como la muralla habían vuelto a edificarlos dentro de unas grandes naves que cubren y protegen estos deslumbrantes monumentos históricos. Es un robo y un atropello al arte genuino de cada país pero también es una suerte que estos vándalos del Norte, trasladaran a su país estos "templos del arte", pues de no ser así, posiblemente hoy no existirían.
Pero mucho más que el derroche de obras de arte de todos los tiempos me impactó que tres preciosas chicas ente 18 y 20 años, tres vikingas que parecían vírgenes valkirias, que en lugar de buscar a sus héroes caídos en combate para llevarlos al Valhalla, anduvieron detrás nuestra, callada pero insistentemente, durante más de dos horas que duró nuestra visita. Aquello no podía pasarnos inadvertido pues era una persecución descarada y notoria. Pero a mí, al menos, no se me ocurría ni hablarles, tal era el miedo que llevaba en el cuerpo inducido por la cantidad de información, hábilmente manipulada, en contra del comunismo y de su feroz policía secreta que habíamos recibido en España durante la época franquista, pero que ahora, después de cuarenta ños, sigo pensando que hicimos bien en hacernos los tontainas. Al llegar al hotel, - a mi pregunta de que "yo sabía que era guapo pero no tanto como para que me persiguiera una valquiria" que le quitaba el hipo al mayor misógino, -me explicaron la causa de esa insistente persecución. Simplemente nos ofrecían la entrega de su cuerpo como moneda de cambio para que las sacáramos, como esposas, de aquel "paraíso comunista". Dejaban allí todo, familia, amigos, casa, terruño, honor y decencia a cambio de un incierta, pero prometedora, vida en el mundo Occidental.
Al caer la tarde iniciamos el retorno a la parte occidental de la ciudad y mi problema llegó al intentar pasar la Aduana, cuando dejaron pasar a mis compañeros y a mi me prohibieron el paso, sin ningún tipo de explicación que yo entendiera, pues por mucho que "ladraba" aquel "doberman" no entendía ni una sola palabra. Por aquella época yo estaba leyendo a Los Maestros Rusos y hacía muy poco tiempo que había leído "Archipiélago Gulag de Alexander Solzhenitsyn" Toda la trama de la novela, con la deportación de los contrarios al régimen, al Gulag Siberiano, se me venía a la cabeza y provocaba en mi un miedo cerval de que me enviasen al inhóspito y frío lugar, sin poder reclamar nada. Ya nos habían advertido en el hotel que pasábamos bajo nuestra exclusiva responsabilidad puesto que en la parte oriental no había ni embajadas ni consulados occidentales.
Tras una ardua discusión con un aduanero, que no tenía ni la más mínima intención de comprenderme, y en vista de que yo no me apartaba de la cola y les tenía colapsada la travesía de otros turistas, me indicó, con la seña internacional de "empinar el codo", que debía gastarme los cinco Marcos Orientales, que nos obligaban a cambiar al pasar la frontera, y que no podía sacarlos del país: "Ya está, hijos de puta, lo que no queréis es que os arruine sacando divisas" esa fue mi contestación, textual, que evidentemente no entendió y por eso puedo contárosla. Me volví atrás y en la primera tienda que vi abierta me compré unos calcetines de lana, altos hasta la rodilla, y que por cierto estaban rotos por la liguilla, -cosa que no me importaba lo más mínimo-, y que me envolvieron en un papel de estraza, el mismo que se utilizaba en España hacía treinta años para envolver los alimentos perecederos. Tras enseñarle el paquete al aduanero me dejó pasar para reunirme con mis compañeros que estaban esperándome al otro lado de la Aduana. Todavía se me escapa un suspiro cuando recuerdo mi travesía del desierto que en este caso fue de la aduana. Nunca en mi vida he pasado tanto miedo como en aquellos momentos en los que no me dejaban salir del Berlín comunista, pues allí me jugaba algo más que la vida, me jugaba mi supervivencia como persona. Al menos esa era la percepción que tuve en aquella hora y en aquel lugar nefasto.
Tras la visita fuimos a comer al mejor hotel del Berlín Oriental. El edificio, una mole cuadrada de estilo Herreriano era famoso y lo hemos visto decenas de veces en las películas de espías de los años setenta-ochenta. Solamente entramos en el restaurante "del pueblo", una barra en forma de U donde había taburetes para comer sentados a su alrededor. Por medio de señas, pues aquí no llevábamos ni guía ni traductor, pedimos una sopa de carne y detrás una ¿"chuleta"?. La sopa era "tragable" pero la carne que traía era absolutamente incomible. Cuando probamos la "chuleta" ya entendimos el problema de la carne de la sopa. La carne que traía la sopa eran las sobras de las chuletas del día anterior y si en el día no se podían "roer", pues sería carne de Mamut congelado o Mastodonte asiático del "permafrost", al siguiente día aunque más tierna era igualmente intragable. Pero lo más curioso fueron los postres: Junto a la barra tenían un salón de autoservicio y pensamos que allí sería más fácil escoger los postres. Recuerdo aquel salón vació, no se si sería por el precio o por la calidad de los productos, lo más seguro es que los berlineses no se pudieran dar el lujo de salir a comer en autoservicios y los que podían permitirse el lujo de comer fuera irían a los restaurantes buenos. Teníamos para elegir helados, y productos envasados en tarrinas que imagino serían yogures o derivados y una gran caja de metacrilato (bueno algo parecido) llena de manzanas. Las manzanas eran para verlas. Veníamos de un Berlín, con su Semana Verde, donde podías elegir todas las frutas del mundo con una presentación equivalente a la nuestra de este siglo. Allí lo único que había eran unas manzanas con defectos. La que no estaba "contrahecha", estaba manchada o tenía habitantes en su interior. Salimos in tomar postre.
Tras una ardua discusión con un aduanero, que no tenía ni la más mínima intención de comprenderme, y en vista de que yo no me apartaba de la cola y les tenía colapsada la travesía de otros turistas, me indicó, con la seña internacional de "empinar el codo", que debía gastarme los cinco Marcos Orientales, que nos obligaban a cambiar al pasar la frontera, y que no podía sacarlos del país: "Ya está, hijos de puta, lo que no queréis es que os arruine sacando divisas" esa fue mi contestación, textual, que evidentemente no entendió y por eso puedo contárosla. Me volví atrás y en la primera tienda que vi abierta me compré unos calcetines de lana, altos hasta la rodilla, y que por cierto estaban rotos por la liguilla, -cosa que no me importaba lo más mínimo-, y que me envolvieron en un papel de estraza, el mismo que se utilizaba en España hacía treinta años para envolver los alimentos perecederos. Tras enseñarle el paquete al aduanero me dejó pasar para reunirme con mis compañeros que estaban esperándome al otro lado de la Aduana. Todavía se me escapa un suspiro cuando recuerdo mi travesía del desierto que en este caso fue de la aduana. Nunca en mi vida he pasado tanto miedo como en aquellos momentos en los que no me dejaban salir del Berlín comunista, pues allí me jugaba algo más que la vida, me jugaba mi supervivencia como persona. Al menos esa era la percepción que tuve en aquella hora y en aquel lugar nefasto.
Tras la visita fuimos a comer al mejor hotel del Berlín Oriental. El edificio, una mole cuadrada de estilo Herreriano era famoso y lo hemos visto decenas de veces en las películas de espías de los años setenta-ochenta. Solamente entramos en el restaurante "del pueblo", una barra en forma de U donde había taburetes para comer sentados a su alrededor. Por medio de señas, pues aquí no llevábamos ni guía ni traductor, pedimos una sopa de carne y detrás una ¿"chuleta"?. La sopa era "tragable" pero la carne que traía era absolutamente incomible. Cuando probamos la "chuleta" ya entendimos el problema de la carne de la sopa. La carne que traía la sopa eran las sobras de las chuletas del día anterior y si en el día no se podían "roer", pues sería carne de Mamut congelado o Mastodonte asiático del "permafrost", al siguiente día aunque más tierna era igualmente intragable. Pero lo más curioso fueron los postres: Junto a la barra tenían un salón de autoservicio y pensamos que allí sería más fácil escoger los postres. Recuerdo aquel salón vació, no se si sería por el precio o por la calidad de los productos, lo más seguro es que los berlineses no se pudieran dar el lujo de salir a comer en autoservicios y los que podían permitirse el lujo de comer fuera irían a los restaurantes buenos. Teníamos para elegir helados, y productos envasados en tarrinas que imagino serían yogures o derivados y una gran caja de metacrilato (bueno algo parecido) llena de manzanas. Las manzanas eran para verlas. Veníamos de un Berlín, con su Semana Verde, donde podías elegir todas las frutas del mundo con una presentación equivalente a la nuestra de este siglo. Allí lo único que había eran unas manzanas con defectos. La que no estaba "contrahecha", estaba manchada o tenía habitantes en su interior. Salimos in tomar postre.
Berlín Oriental. |
Tal vez os parezca un poco exagerado el relato de la visita pero había mucho más, lástima (o suerte) que hace treinta años y no recuerdo todo. Por la mañana habíamos
estado en la Casa del Pueblo, -equivalente de nuestros ayuntamientos-, un
edifico impresionante con unos frescos evocadores de la fortaleza de los
trabajadores del "pueblo y por el pueblo": Yo me encontraba muy cansado por la agotadora visita al Museo y no quise acompañar a mis amigos a visitar la planta superior del edificio. Me senté relajadamente y cuando me encontraba medio dormido me despertaron unas voces estruendosas. ¡Y eran para mi! Me estaban regalando una perorata de chillidos porque tenía los abrigos de los tres a mi lado, bien colocados
sobre el enorme sofá, que tenía cientos de asientos vacíos. Yo no podía
entender la bronca que me estaba pegando aquella "vaca-burra", que era una versión, actualizada por los comunistas, de la señorita Rotenmeyerr, hasta que me señaló el guardarropa y señaló los abrigos. Me negué a llevarlos
al guardarropa pero los tuve que recoger del sofá y ponerlos sobre mi regazo. Pero mi bronca, parecía
una cariñosa regañina comparada con la que recibieron tres muchachos que
estaban sentados a la espalda de mi sofá, ocupando otro kilométrico sofá, cuyos respaldos se tocaban. Su enorme pecado consistía en tener las piernas cruzadas en lugar de estar sentados en la postura
del cuatro perfecto que es a lo que les obligó aquella bulldog alemana.
Con esas perspectivas y recordando las
barbaridades cometidas por los comunistas, trokistas, leninistas, estalinistas
y cuarenta "istas" más, qué podía pensar si me dejaban "tirado y
aislado" en aquel jardín del bienestar socialista, donde los únicos que
vivían bien eran los que atropellaban al resto del pueblo. De ese pueblo por el
que teóricamente luchaban y por el que habían derrocado primero a los Zares y
después a los Nazis. Habían salido de Guatemala para meterse en Guatepeor
Torre TV de Berlín Oriental. |
Al igual que el Berlín Occidental era un escaparate de la cultura, politica y economía de este lado del Telón de Acero, los comunistas erigieron esta enorme torre que dominada el cielo de ambos lados de Berlín y que era una muestra de sus avances y tecnología. Pero quiso el Dios de los Cristianos castigarlos por su prepotencia (como a los constructores del Titanic) y les jugó una mala pasada. Cundo el sol está en el cielo, su enorme esfera de acero y cristal refleja una gran cruz que se puede apreciar en la foto y que al natural es mucho más impresionante.