Danica Camacho, Manila. Octubre de 2011 |
Danica es una de las tres candidatas para ser denominada el habitante nº 7.000 millones de la humanidad. A este número de habitantes parece que llegó el planeta durante Octubre de año 2011.
Las reflexiones que vienen a continuación las escribí a finales del 2008 o principios de 2009, observamos como en 3 años la cifra de la población mundial ha aumentado 200 Millones de personas. Es sencillamente aterrador lo que puede incrementarse en un par de siglos. O se modula el crecimiento de la población mundial o el mundo se encargará de rebajarlo de una forma drástica.
La cifra de
población mundial, actualmente estimada (finales de 2008) es de 6.800 MILLONES DE HABITANTES, Para el 2.050 se espera que esta cantidad se eleve hasta los 9.000 MILLONES de
personas y todavía se desconoce “cómo parar” el crecimiento exponencial de esta
curva, por lo que sería un éxito
aplicar políticas económicas globales,
que sirviesen para mitigar ese aumento poblacional y producir los alimentos
necesarios, que permitan mantener a toda la población mundial dentro de unos
límites aceptables de alimentación y de dignidad humana.
Y mientras
la población mundial avanza de forma imparable y suicida, la superficie de
tierra cultivable va disminuyendo inexorablemente.
De una parte, la fuerte presión demográfica va eliminando
paulatinamente los mejores valles, con las incesantes construcciones de edificios para la nueva
población y las inmensas extensiones de terrenos necesarios para las
comunicaciones. Las populosas ciudades,
que nacen precisamente en los fértiles valles cercanos a los grandes ríos o en
llanuras litorales, son los emplazamientos elegidos por más de la mitad de la población
mundial como lugar de residencia, convirtiendo las mejores tierras cultivables
en carretas, edificios, hormigón y
asfalto y si algo de campo queda, se destina a zona verde para dotar a esas
poblaciones del necesario “pulmón verde”.
Por otro
lado, el aumento de zonas cultivables y
las necesidades de transformar en regadío toda la tierra que sea posible, unido al actual trastorno climático, están
dejando los recursos de agua en una situación dramática para muchas comarcas
que nunca tuvieron problemas de riego o de agua potable, como ocurre con extensas áreas de China y de
la antigua URRS. Esta situación se agrava por los normales ciclos de cambio climático que van convirtiendo en desierto tierras
marginales pero hasta ahora productivas.
Durante los
años 50/60 del siglo pasado se llevó a cabo
la Primera
Revolución Verde para intentar detener las hambrunas de
América Central y del Sur, África y gran parte del Sur-Este asiático. Con este
impulso llegaron a triplicarse y, en
algunos casos, a quintuplicarse las producciones mundiales de alimentos básicos,
mediante la introducción de nuevas variedades más productivas y modernas
técnicas de cultivo utilizadas ya en países avanzados. Ahora se pretende otra
Revolución Verde, la Segunda ,
mediante la extensión a países emergentes de las más modernas técnicas de
cultivo y la introducción de nuevas semillas, cuyo avance espectacular, en este
caso, sólo se dará con la implantación de los nuevos híbridos y transgénicos.
Pero no
creemos que esta nueva Revolución Verde dé unos
resultados tan espectaculares como la primera, debido a que las plantas
tienen sus límites de carga productiva y además, lo más curioso y preocupante,
es la resistencia de buena parte de la población, moderna y bien alimentada, a
la ocupación de nuevos espacios por la agricultura, la introducción de semillas genéticamente
modificadas y de novedosas técnicas culturales empresariales. Y más llamativo aún es, que parte de esta
oposición se dé en países donde la hambruna hace años que se instaló y que
superarla sólo será posible mediante planes consensuados entre los diversos
actores sociales.
Además, no
debemos perder de vista algunas de las deleznables políticas de los países
“occidentales”, los únicos con capacidad económica para paliar el problema, que
a pesar de las grandilocuentes declaraciones
de ayuda a países terceros, no han
tomado, hasta el momento, ninguna medida seria a nivel interno, destinada a
producir excedentes alimentarios para dirigirlos a personas en grave situación
de desnutrición. Muy al contrario, las últimas políticas agrarias europeas de
finales de siglo pasado y primeros de éste, han ido dirigidas a eliminar
excedentes para aliviar los presupuestos de la PAC , y no para dar solución a los problemas de hambrunas, haciéndolo por la vía de desincentivar la
producción de esos alimentos que forman
los excedentes. Llegando incluso, a
primar por el abandono de tierras productivas, cayendo así en una
contradicción absolutamente deleznable
tal como es pagar a un agricultor para que no produzca alimentos mientras más de mil millones de
personas pasan hambre, en un mundo donde
diariamente mueren miles de niños por desnutrición, mientras nos gastamos el
dinero público en cosas tan ridículas,
que a veces, producen malestar social.
Sin embargo,
la desproporcionada hambruna de algunos
países centro africanos y los más de mil millones de personas diseminadas por
todo el orbe que pasan hambre hoy día, han obligado a los países de G-8 a hacer un gesto solidario, que en la actual
situación económica mundial, es dudoso se lleve a cabo tal y como una gran
parte de sus integrantes desearía. Los 20.000 millones de dólares aprobados
como ayudas alimentarias o ¿proyectos de
solución a largo plazo? sobre estas situaciones
de desabastecimiento de carácter estacionario o estructural, no sólo servirán para aliviar la conciencia de los actuales responsables
políticos mundiales sino que también
pueden valer para mitigar la presión migratoria incontrolada que recibimos los
países del primer mundo.
De todas
formas, esta Segunda Revolución Verde no va a poder duplicar en 40 años las
calorías necesarias para erradicar el hambre actual y atender debidamente a los
9.000 millones de población mundial pronosticados para el 2.050. Parece poco
probable que en este corto período de tiempo y por muy buena voluntad que
tuvieran los países desarrollados, que tienen serios dilemas
internos, se solucionen los
graves problemas de alimentación mundial ya que el aumento de producción será siempre
inferior a la demanda, aunque se
aceptasen en la mayoría de los países productores de excedentes, los alimentos
procedentes de plantas genéticamente modificadas. Tampoco debemos perder de
vista que a ese aumento demográfico de más de 2.000 millones de personas de los
próximos cuarenta años, hay que añadir los
1.000 Millones que actualmente casi no comen y otros 2.000 Millones que
están aumentando su capacidad económica y que desde hace algún tiempo
están accediendo a una alimentación básica y equilibrada, por
lo que tenemos que tener en cuenta no sólo el aumento poblacional demográfico,
sino también el aumento global de acceso a los productos básicos alimentarios.
Por todo
ello consideramos, que para el 2.050 no serán mil millones de personas las que tengan carencias alimentarias, sino muchas
más. Seguirán pasando hambre todos aquellos que no tengan una renta media que
les permita la compra de los alimentos de primera necesidad que sobran,
sobraban y seguirán sobrando.
El
Primer Mundo tiene una obligación moral
ineludible para con esos millones de seres humanos, o si queremos verlo desde
un punto de vista egoísta, tenemos que evitar una desproporcionada invasión
migratoria, en estos momentos pacífica, que pueda traer consecuencias
incontrolables. La globalización y su
difusión a través de las nuevas
tecnologías y medios de comunicación están convirtiendo los movimientos sociales en
un fenómeno absolutamente inédito e
imprevisible.